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(CNN Español) – El crimen del periodista Jaime Garzón encarna la violencia que en Colombia mató hasta la risa. Cuando apenas despuntaba la mañana del 13 de agosto de 1999, su nombre pasó de robar carcajadas –con verdades incómodas– a ser un sinónimo de luto. Luto por la mordaz crítica, sátira inteligente y defensa a los derechos humanos que cinco balas silenciaron.

Casi 20 años después de que sicarios descargaran sus armas contra Garzón, solo hay dos condenas por este asesinato: la última de ellas llegó apenas este martes con 30 años de prisión para José Miguel Narváez, exsubidrector del hoy desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), quien fue hallado culpable de ser el determinador del homicidio, aunque él siempre ha negado su participación en el crimen.

¿Quién era Jaime Garzón?

“Yo soy un tipo aburridísimo. Creo en la vida, creo en los demás, creo que este cuento hay que lucharlo por la gente, creo en un país en paz, creo en la democracia, creo que lo que pasa es que estamos en malas manos, creo que esto tiene salvación”, respondió Garzón durante una entrevista con Pacheco, quien también fue una de las grandes figuras de la televisión colombiana. Y esa máxima se convirtió en una de sus frases célebres, aunque, claro, Jaime Hernando Garzón Forero tuvo tantas facetas como personajes.

Su curiosidad lo llevó a estudiar temporalmente desde física hasta aviación, para terminar siendo abogado y ejerciendo como periodista. Pero, lo que marcó gran parte de su vida fue el humor y lo que hizo con él. O, como escribe su hermana Marisol Garzón en el sitio web que creó en su memoria, “un hombre que se comprometió  hasta la locura para decir la verdad y utilizó el humor para presentarla con suficiente audacia”. Y los personajes que creó así lo comprueban.

Desde el anciano conservador Godofredo Cínico Caspa –“el último bastión de la pulcritud y la moralidad”–, bajo quien Garzón criticó las tramas políticas del país, pasando por Dioselina Tibana, la empleada de servicio del Palacio de Nariño que revelaba los secretos incómodos de sus jefes, hasta Inti de la Hoz, esa periodista bastante presumida, y otros personajes más: Jaime Garzón ideó una gama de posibilidades para reírse del país, pero sobre todo para hacer que pensara en la realidad que lo atravesaba.

Aunque hay una de sus creaciones que es especialmente recordada. Buena parte de los colombianos retiene en su memoria a Heriberto de la Calle, ese lustrabotas inoportuno, entrometido, que sin dientes terminaba por dejar entre la espada y la pared a los políticos más poderosos del momento. Más de una vez, además de brillo en los zapatos, les sacó risas incómodas y uno que otro disgusto. Y también entrevistó a personajes de la farándula y la realidad nacional. De hecho, fue este personaje el que le granjeó el apodo de “Betún” que le puso el hoy fallecido jefe paramilitar Carlos Castaño (1965-2004), condenado como coautor del homicidio de Garzón en 2004. La persona que ordenó su crimen.

Y es que la vida de Garzón no giró únicamente alrededor de la risa: Garzón también fue defensor de derechos humanos y en sus últimos años se dedicó a una labor humanitaria de mediar con la guerrilla para liberar secuestrados. Fue este trabajo el que le puso el gatillo de los paramilitares en la cabeza, según la investigación de la Fiscalía y la sentencia que acaba de proferirse contra José Miguel Narváez por ser determinado en el crimen.

¿Quién es José Miguel Narváez y que tiene que ver con Jaime Garzón?

José Miguel Narváez es un economista, administrador y docente, que fungió como subdirector del DAS en 2005, seis años después del crimen de Garzón. (Debido a su trabajo en el DAS, también fue condenado en el caso de interceptaciones ilegales conocidas en Colombia como chuzadas durante el gobierno de Álvaro Uribe). Sin embargo, para la justicia su cargo posterior no elimina el hecho este hombre actuó como determinador en el asesinato del periodista y humorista. Varios exjefes y exmiembros del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), al mando de Carlos Castaño, lo han señalado de ser la persona que, como lo estableció la Fiscalía “creó” en Castaño “la idea criminal de dar muerte a Jaime Garzón advirtiendo que aquel manejaba información sobre personas y estructuras al parecer vinculadas con la guerrilla o con pensamiento de izquierda”.

El exjefe paramilitar Diego Fernando Murillo, alias ‘Don Berna’, aseguró en febrero de 2012, que Narváez llegó con información “de que Jaime Garzón no solo es facilitador de secuestros sino que hace parte de la estructura de las FARC, inclusive llega con una foto, en la cual Garzón esta con un fiyak ósea con una chaqueta camuflada”. Lo que ha podido constatar el proceso judicial es que Narváez entregó la información para que el grupo criminal ejecutara el crimen, más aún porque varios testimonios de miembros de los paramilitares apuntan a que este hombre tenía una estrecha relación con Castaño y asistía a las escuelas de formación de la organización, donde también dictaba conferencias.

Narváez ha reiterado su inocencia frente al caso de Garzón durante las diferentes etapas del proceso e insiste en que no estuvo involucrado. Su defensa indicó durante el juicio que parte de los testimonios en su contra, hechos por algunos exjefes paramilitares, corresponden a represalias por la extradición de Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, de quien dice tiene poder sobre los testigos. También afirmó que no se pueden demostrar las supuestas visitas de Narváez a Castaño y que la Fiscalía no demostró la hipótesis de que él fue quien originó en la cabeza de las AUC la idea de asesinar a Garzón.

El pulso para que el crimen sea declarado de lesa humanidad

La noticia de la condena contra Narváez marcó un avance en el esclarecimiento de los intereses que se aliaron para segar la vida de Jaime Garzón. Llegó un día después de que se cumplieran 19 años de su crimen y tras largos periodos de procesos judiciales que no arrobaban ninguna decisión. Sin embargo, la sentencia no trajo únicamente buenas noticias para la familia, que lleva un largo pulso exigiendo que el crimen sea declarado de lesa humanidad. En el mismo fallo que condena a Narváez a 30 años de prisión, el juez decidió no declararlo así, al considerar que no cumple con los requisitos de sistematicidad, porque no hay pruebas de que “la muerte de Garzón Forero, fue parte de una política o plan de exterminio de las denominadas autodefensas unidas de Colombia en contra de un grupo concreto de la población”.

Una razón por la que el abogado de la familia, Sebastián Escobar, va a apelar la sentencia, como se lo confirmó a CNN en Español. El argumento es que “sí existen elementos de juicio que permiten establecer que este crimen no fue un crimen aislado sino que hace parte de una política sistemática y generalizada de ataques en contra de periodistas, periodistas críticos, pero no solamente de estos sino también en contra de personas que como Jaime tenían una función de protección y de defensa de los derechos humanos”, explicó Escobar. Lo que cumpliría una de las condiciones para declararlo de lesa humanidad, algo que resulta importante porque este tipo de crímenes no prescriben a los 20 años de ocurridos, como si pasa en el resto de homicidios. Y de no ser declarado, quedaría apenas un año para encontrar, juzgar y condenar a los otros partícipes en el crimen.

“La familia recibió la sentencia como algo positivo, como un paso más en este camino por el esclarecimiento de la verdad y por la justicia, pero también muy consciente de que el camino no termina ahí, de que todavía faltan muchos hechos por esclarecer, muchas responsabilidades, que se debe continuar con el procesamiento de otros responsables”, señaló Escobar. Y añadió que “las declaraciones de muchos de los jefes paramilitares han señalado que este es un crimen que proviene de las máximas esferas del Estado, y en ese sentido todavía se requiere seguir indagando en esa misma cadena de mando”.