(CNN en Español) – Venezuela sintió cómo la tierra se estremecía por el sismo de magnitud 7,3 de este martes en las horas de la tarde. Pero un día después no se reportaron “daños ni hechos que lamentar”, según dijo el ministro del Interior, Justicia y Paz de Venezuela, Néstor Reverol, este miércoles en Twitter.
Algunas réplicas se produjeron un día después del sismo, según Reverol, y el movimiento telúrico del 21 de agosto dejó inclinados los últimos pisos del Centro Financiero Confinanzas, conocida como la Torre de David en Caracas, el famoso rascacielos abandonado en la capital venezolana, pero de hecho no hubo mayores daños en el país.
La situación dista enormemente de los estragos que dejaron dos mortales terremotos en México en 2017. El primero ocurrió el 7 de septiembre con una magnitud de 8,1 y golpeó la costa sur de México y el siguiente, de magnitud 7,1, se registró el 19 de ese mes, en un trágico aniversario que recordó el terremoto de 1985. El del 19S dejó más de 350 muertos y al menos 1.900 heridos.
Estas son algunas explicaciones:
Lo primero que hay que saber es que México y Venezuela están ubicados en terrenos muy diferentes. El primero está ubicado sobre una zona de alta sismicidad donde interactúan cinco placas tectónicas. Venezuela, por su parte, se encuentra en el límite de dos placas: la del Caribe, que bordea la parte norte occidental del país, y la suramericana que bordea el resto del país, según explica la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas, Funvisis, en su página web.
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Baja sismicidad
La sismicidad de México es mucho más alta que la de la zona de Venezuela, le explicó a CNN en Español Leandro Rodríguez, presidente ejecutivo del Centro Regional de Sismología para América del Sur (Ceresis), una organización que estudia y analiza las actividades sismológicas en Suramérica y de la cuál hacen parte 12 países, uno de ellos, Venezuela.
“La ocurrencia de terremotos en México es más alta que en la zona de Venezuela donde ha ocurrido ahora”, dijo Rodríguez.
Y las cifras lo demuestran: respecto a México, Venezuela ha registrado una cantidad mucho menor de sismos en los últimos años.
Entre 2005 y 2017, el país suramericano registró 7.680 sismos de diferentes magnitudes, según Funvisis. La mayoría de ellos han sido de magnitudes menores a los 4 puntos; 350 fueron de magnitud de entre 4 y 6 grados; y 3 han superado los 6 grados, dice ese instituto. En 2017 se registraron 669 sismos en ese país.
En México, por su parte, hubo muchísimos más sismos. Entre los años 2005 y 2017, se registraron 87.151 sismos de diferente magnitud, según estadísticas del Servicio Sismológico Nacional. Solo en 2017 hubo 26.364 sismos, la mayoría de ellos de entre 3 y 3,9 grados de magnitud.
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Profundidad
Pero aunque el sismo de Venezuela de este 21 de agosto tuvo una magnitud más fuerte que el de México (7,3 y 7,1, respectivamente), lo que diferenció el poder destructivo en cada país fue la profundidad de cada uno, según Rodríguez.
“Cuando un sismo es superficial su rango de percepción no es muy grande. Pero su capacidad destructiva sí es muy grande”, aseguró Rodríguez desde Lima, Perú, sede del Ceresis. Y así fue el de México: superficial y destructivo.
El sismo de este martes en Venezuela estuvo localizado a 123 kilómetros de profundidad y se sintió con fuerza en Caracas y varias ciudades de Colombia y en Trinidad y Tobago. Pero no presentó mayores daños.
En cambio el del 19 de septiembre de 2017 en México, tuvo una profundidad de 57 kilómetros y su epicentro fue a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, Morelos, en el límite con el estado de Puebla, dejando la cantidad de muertos y heridos que vimos.
Rodríguez puso el ejemplo con los sismos que ocurren frente a las costas, en el mar, que usualmente tienen una profundidad baja (entre 25 y 30 kilómetros), pero son muy destructivos y de una magnitud alta.
“Conforme los sismos van avanzando hacia la parte de la sierra, de la selva, la placa es más profunda”, dice el experto. “De manera que estamos hablando de sismos de 140-150 [kilómetros], y puede usted tener un sismo de magnitud 7,5, a una profundidad de 500 kilómetros que evidentemente no se siente en la superficie. Va a tener una percepción muy pequeña”.
Rodríguez asegura la región es una zona donde históricamente ha habido sismos y esto no va a dejar de ocurrir. Pero lo importante es estar prevenidos, conocer los riesgos y “aprender a vivir en paz con la naturaleza”.
“Lamentablemente esto no ocurre mucho en nuestros países”, dice él, haciendo un llamado para que la gente se preocupe porque sus casas, instituciones, escuelas y demás construcciones cumplan con las reglas antisísmicas que la ley pide.
“Si conocemos nuestro medio ambiente y nos preparamos para responder a los sismos, no vamos a tener problemas de vivir en paz”, puntualiza Rodríguez.