Nota del Editor: El Rev. Dr. William Barber II es copresidente de la Campaña de la gente pobre: un llamado nacional al renacimiento moral. Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor.
(CNN) – Cuando las Carolinas se preparan para el huracán Florence, el gobernador de Carolina del Norte Roy Cooper ha advertido que “el desastre está en la puerta”, comparando los pronósticos de precipitaciones con algunas de las peores tormentas en la historia reciente.
He sido pastor en el este de Carolina del Norte los últimos 25 años. Junto a la comunidad de aquí en los condados de Goldsboro y Wayne, he pasado por muchas de esas tormentas y participé con las iglesias locales en la limpieza y reconstrucción que se lleva a cabo cuando se retiran las aguas. Sé por experiencia propia que las tormentas como Florence traen algo más que la destrucción: exponen las desigualdades de nuestra sociedad perpetuadas por políticas extremas.
Fuimos testigos de esto como nación el año pasado, cuando el huracán Maria asoló Puerto Rico, un territorio estadounidense que había sido descuidado de muchas formas antes de la tormenta y que sufrió después la pobre respuesta, que ahora sabemos contribuyó a casi 3.000 innecesarias muertes.
Mientras el presidente Donald Trump sigue mintiendo sobre su “éxito” en Puerto Rico, millones de mis hermanos y hermanas pobres -negros, blancos, trigueños y nativos estadounidenses- tienen sus casas, sus granjas y sus vidas expuestas al paso directo de otra tormenta. Entretanto, los ataques del gobierno a los programas contra la pobreza y el rechazo de medidas de apoyo, han dejado a la gente pobre más vulnerable cuando acecha Florence.
Por ejemplo, cientos de miles de personas en el paso del huracán Florence no tienen acceso a un seguro de salud porque los legisladores tanto en Carolina del Sur como Carolina del Norte se rehusaron a expandir Medicaid bajo la Ley de Salud Asequible.
Mientras el presidente y sus aliados políticos continúan minando la Ley de protección al paciente y cuidado de salud asequible, la gente pobre en Carolina del Norte se enferma más porque no recibe cuidados sanitarios básicos. La crisis de salud pública que sobreviene con una tormenta solo empeorará estas desigualdades.
Es más, los rescatistas y personal médico que se adentran en la tormenta, mientras otros huyen, han visto cómo sus sueldos se estancan en los últimos años. Así como los agricultores pobres, los lecheros y el personal de servicio infrautilizado en esta región, muchos no pueden evacuar porque forman parte del 40% de los estadounidenses que no tienen $ 400.00 para pagar transporte y alojamiento.
Los niños de estas familias quizás sean regresados de la escuela, pero aún corren peligro, y muchos de sus familiares no tendrán el desayuno ni el almuerzo que recibirían normalmente en la escuela. Junto con ellos, muchos ancianos pobres y gente discapacitada tienen que quedarse y rezar hasta que pasen las tormentas como Florence. Si bien los fondos de emergencia federal proveen servicios limitados de transporte para trasladar a ancianos y discapacitados a refugios operados por el estado, muchos de estos refugios carecen de los servicios médicos requeridos por estos grupos.
Debido a que el presidente y sus partidarios en el Congreso dicen que quieren un gobierno más pequeño, recortaron billones en impuestos y propusieron recortes al Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria, al Programa de Seguro de Salud Infantil y los subsidios para el seguro de salud bajo la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible.
Pero esto nos deja a todos vulnerables, con recursos limitados para responder cuando las tormentas como Florence nos impactan. Según dejaron en claro los comentarios recientes del senador Jeff Merkley, los esfuerzos erróneos del gobierno por frenar a inmigrantes con su política de “tolerancia cero” llevaron a su decisión de tomar casi US$ 10 millones del presupuesto de viajes, capacitación, informática e inversiones de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de EE.UU., y enviarlos al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos.
Si bien la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de EE.UU. dice que tiene los recursos necesarios para responder a Florence, y que ninguna parte del dinero redirigido al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos provino del fondo de ayuda para catástrofes, sabemos ahora que la respuesta de nuestro gobierno será limitada por su determinación de seguir una agenda extrema a la que nunca se le asignó ni aprobó oficialmente un presupuesto.
La Biblia advierte que el que siembre el viento cosechará el torbellino (Oseas 8:7).
Debido a que nuestros líderes políticos sembraron vientos de temor y división, ha aumentado la inequidad aun cuando la economía estadounidense continúa creciendo. Nada expone a la disparidad tanto como una tormenta que nos impacta a todos.
Si nosotros, como personas, no queremos cosechar los torbellinos del caos y la destrucción en nuestra democracia, debemos aunar esfuerzos no solamente para cuidarnos el uno al otro después de Florence, si no también para votar en noviembre y reconstruir una nación que funcione para todos. De lo contrario, seguiremos cosechando un torbellino social más desastroso que cualquier huracán.