(CNN) – Nunca he visto a un padre cómodo con el hecho de que sus hijos vean televisión. Esto incluye a muchos padres que les permiten a sus hijos la recomendación de la Academia Estadounidense de Pediatría, que aprueba de una a siete horas a la semana de televisión y videojuegos.
A sus hijos les encanta. Y ellos, los padres, parecen encontrar alivio en el descanso que les da.
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Aún así, cuando surge el tema de la televisión, se retuercen. Ellos tartamudean. Sus mejillas se ponen rojas y sus cejas se arquean mientras explican, con disculpa, por qué necesitan, realmente necesitan, encender dibujos animados para preparar la cena o recuperar el aliento.
¿Por qué esta sensación de culpa? No hay evidencia de que los niños que miran televisión sean un problema. Aún más extraño: la mayoría de nosotros crecimos en una época en la que el “tiempo de pantalla” no era un concepto. Pocos, si es que alguno, de nosotros atribuye nuestra neurosis o hipo profesional a este pasatiempo. ¿Por qué suponemos que a nuestros hijos les irá de forma diferente?
¿De dónde proviene la culpa relacionada con la televisión?
Para su libro recientemente publicado “The Art of Screen Time: How Your Family Can Balance Digital Media and Real Life” [“El arte del tiempo en pantalla: cómo tu familia puede equilibrar los medios digitales y la vida real], Anya Kamenetz, corresponsal de educación en NPR, estudió minuciosamente todas las investigaciones sobre el consumo televisivo y los niños y descubrió que la mayoría de los padres no tienen nada de qué preocuparse.
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“Sabemos que la mayoría de los niños que miran televisión estarán bien”, dijo, agregando que los padres con niños con trastornos de conducta o que están en el espectro del autismo podrían querer tener un cuidado extra.
El problema no es la televisión, sino lo que la televisión puede reemplazar. Si sentarse frente al televisor interfiere con la actividad física y la socialización, entonces sí, pueden surgir problemas. Pero unos dibujos al día no van a allanar el camino para ciertos problemas como obesidad.
Kamenetz explicó que el cambio de cultura en el tiempo de pantalla no es el resultado de un mayor uso. “Según los números, los niños no pasan más tiempo con pantallas que en los años 80”, dijo.
¿Tiene beneficios la televisión?
Kamenetz sugiere que los padres deben ver la televisión con sus hijos con la mayor frecuencia posible. Esto permite a los padres discutir las motivaciones de los personajes con sus hijos y, en el proceso, tratar de cultivar la empatía en ellos. Además, si los padres están luchando para hablar de un tema espinoso con sus hijos, quizás el bullying o pubertad, ver un programa al respecto puede abrir la conversación.
La televisión también brinda a los padres la oportunidad de comprender mejor a sus hijos.
Esta función social de la televisión no solo ayuda al vínculo adulto-niño. También puede ayudar a los niños a relacionarse entre sí. El interés compartido en programas de televisión y películas puede ayudar a forjar relaciones y puede hacer que las situaciones sociales nuevas y aterradoras sean más fáciles para los niños.
“Los mundos ficticios pueden ofrecer mundos compartidos a personas que aún no tienen nada en común”, explicó Jessica Black, becaria postdoctoral en Psicología de la Universidad de Oklahoma, que estudia la relación entre la narrativa, la moralidad y la imaginación. Explicó que esto podría ser especialmente cierto para los niños pequeños, para quienes “la línea entre la fantasía y la realidad puede ser tenue”.
También señaló investigaciones que muestran que la televisión puede dar a los niños un sentimiento de pertenencia y ayudarlos a navegar asuntos espinosos que rodean su identidad racial y sexual. Para los niños más pequeños, los programas educativos como “Sesame Street” pueden mejorar sus habilidades cognitivas.
No hay que optimizar todos los momentos en la vida de los niños
Pero tal vez todo lo anterior está perdiendo el sentido. Tal vez no deberíamos enfocarnos en los beneficios educativos, sociales y emocionales de la televisión y, en cambio, deberíamos decir que, simplemente, es muy divertida.
“En la cultura de crianza moderna, es difícil resistir la tentación de moralizar todo y tener todo en forma para mejorar el cerebro”, dijo Kamenetz. “Pero la televisión es una parte divertida de crecer y una delicia, especialmente si no la tienes todo el tiempo”.
Además, no todo lo que hacemos debe estar al servicio de un propósito superior: un nosotros mejor y más brillante. Algunas veces está bien simplemente sentarse y reír o sentir la emoción de ver lo imposible. A veces, la mejor parte es el cuerpo caliente que se enrosca a tu lado, creando una intimidad inmóvil difícil de alcanzar durante el resto del día.
– Elissa Strauss escribe sobre política y cultura de la paternidad.