Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor y analista político de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, EE.UU. y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Dijo el presidente de EE.UU., Donald Trump, que no respalda que Puerto Rico sea el estado 51 porque tiene muy malos políticos.
El presidente se refería a la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz.
Mi opinión es que Trump no respalda que Puerto Rico sea otro estado de la Unión porque probablemente sería un estado demócrata.
Hace pocas fechas, el propio Trump dijo, en broma, que el gobernador Ricardo Roselló le había ofrecido dos senadores federales republicanos si respaldaba la estadidad para Puerto Rico.
Trump sabe que Ricardo Roselló respaldó a Hillary Clinton, y que su padre, el exgobernador Pedro Roselló, también respalda a los demócratas.
Mi opinión es que Donald Trump no respaldaría nunca que Puerto Rico fuera estado de la Unión porque está convencido de que su país debe seguir siendo el de los estadounidenses blancos.
No hay nada más anti WASP —blanco, anglosajón, protestante— que un puertorriqueño, presumiblemente mestizo, hispano y probablemente católico.
No hay expresión más globalizadora que el multiculturalismo que necesariamente traería la presencia de Puerto Rico a la sociedad estadounidense.
Y ya se sabe que Trump cree que la globalización y el multiculturalismo son dos graves errores.
Por último, Trump nunca apoyaría la estadidad para Puerto Rico porque pensaría que eso sería regalarle dos senadores y cuatro o cinco representantes a los demócratas.
Hace un siglo, el Congreso de Estados Unidos le otorgó la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños. Eran los tiempos de Woodrow Wilson.
¿Cuánto tiempo falta para que fijen las condiciones que permitan que la Isla pueda formar parte de la nación o poner tienda aparte si ese es su deseo? Esa es la gran pregunta.