Foto: Archivo personal

(CNN Español) – Desde hace casi dos años Eduardo Salice espera por el segundo transplante de riñón en su vida. Hoy tiene 42 años, vive en la ciudad de General Alvear, en la provincia argentina de Mendoza y está en la lista de espera del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) desde febrero de 2016, según confirmó Gabriela Hidalgo, directora del Incaimen, la delegación en Mendoza del Incucai.

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Hace unos días, la espera para Eduardo Salice parecía llegar a su fin. Al menos eso le habían notificado oficialmente desde el Cucaiba, la delegación provincial del Incucai en la provincia de Buenos Aires. “La noche del 30 de noviembre nos avisaron que había aparecido un donante, que Eduardo estaba apto para recibirlo y que estaba en marcha el operativo. Nos confirmaron que el órgano saldría desde Buenos Aires en un vuelo a las 6 de la mañana, que llegaría dos horas después a Mendoza y que cerca del mediodía sería operado. Todo iba a suceder el sábado”, reconstruyó Natalia Tobio, esposa de Salice. Sin embargo, el riñón nunca llegó.

El vuelo fue cancelado y Tobio responsabiliza al protocolo de seguridad de la cumbre del G20 como el impedimento para que el vuelo y el riñón despegaran desde Buenos Aires. “Cuando nos llamaron del hospital para avisarnos de la situación, nos informaron que el vuelo no había salido por cuestiones de seguridad nacional”, agregó.

El médico que realizaría el trasplante en Mendoza informó al matrimonio ese mismo sábado que el vuelo no había llegado, y que saldría otro a las 11:30, pero que no traería el riñón porque no podían arriesgarse a hacer la operación transcurridas más de 30 horas desde el momento de la ablación del órgano del cuerpo del donante. “La primera sensación fue la de enojo, pero luego te ponés a pensar que esto podría haberle pasado a otras personas”, sintetizó Tobio a CNN. “Cuando uno como familiar decide donar órganos, cree que va a salvar vidas. Pero en este caso no solamente no se pudo hacer el trasplante a Eduardo, sino que ese riñón se perdió”, agregó.

Foto: Archivo personal

Marcelo Cantón, director de Comunicaciones de Aerolíneas Argentinas, confirmó que el vuelo no despegó porque el Aeroparque, el aeropuerto doméstico de Buenos Aires, estaba cerrado por la cumbre del G20. “Lamentamos muchísimo la situación. Aerolíneas Argentinas hace un trabajo muy profundo, logrado y con mucha repercusión social con el Incucai. Pero entre el jueves y el sábado a última hora no salió ningún vuelo”. La aerolínea asegura además que en agosto se lo había comunicado a los pasajeros que pensaban viajar durante las fechas de la cumbre.

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Gabriela Hidalgo, directora del Incaimen, dijo que desde Cucaiba le confirmaron que trasladarían el órgano desde Aeroparque a las 6:55 de la mañana de ese sábado, en el vuelo con destino a Mendoza. Explicó que el operativo sanitario que se sigue en estos casos comenzó a las 5:30 de la madrugada. Una hora y diez minutos después avisaron a Mendoza que el vuelo estaba cancelado.

Previendo esta y otras situaciones, durante los días de la cumbre del G20 algunos vuelos de cabotaje partieron desde Ezeiza, el aeropuerto internacional. Entre ellos estuvo el 2412, que partió a las 11:30 de la mañana con destino a Mendoza. “Ese mismo sábado, desde Ezeiza, salió un vuelo que llevaba otro riñón donado hacia la provincia de Córdoba”, aseguró Hidalgo. “Cuando se avisó de la suspensión y la posibilidad de enviarlo en un vuelo posterior, el doctor avisó que no asumiría el riesgo de operar al paciente”, resumió la directora del Incaimen.

Natalia Tobio dijo: “Todavía nadie se ha comunicado con nosotros. Desde que pasó esto he escuchado a la gente del Incaimen y del Ministerio de Salud que culpan a la aerolínea, y se van pateando la pelota entre ellos. Pero el riñón se perdió. Esperemos que todo sirva para que esto no vuelva a pasar, ni a nosotros ni a nadie más”. A pesar del enojo con la situación, también destacó que “nadie actuó de mala fe y todos se portaron bien desde el principio. Pero hay que ver en qué se falló”.

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Larga espera

Las complicaciones en la salud de Eduardo Salice comenzaron a sus 25 años. Recibió un primer trasplante de riñón a los 29 años. Siete años más tarde nuevamente volvió a recaer con insuficiencia renal. Por tal motivo, en 2012 debió retomar su tratamiento con hemodiálisis y regresar a la lista de espera de donantes.

Eduardo es analista de sistemas y trabaja en dos escuelas. Algunos días permanece más de 12 horas fuera de su casa. Además, por sus problemas de salud, debe dializarse tres veces por semana durante cuatro horas. Su esposa dice que esa rutina lo mantiene vivo. La pareja tiene dos hijos, de 10 y 7 años. “Eduardo es un tipo muy resiliente. Ahora ha vuelto a la lista de espera y allí va a seguir hasta que aparezca un nuevo riñón que sea viable”, concluye Tobio.