Nota del editor: Dan Restrepo es abogado, estratega demócrata y colaborador político de CNN. Fue asesor presidencial y director para el Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad durante la presidencia de Barack Obama. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Los pronósticos son fáciles de anticipar.
Si no tienen cuidado, los demócratas caerán en una doble trampa en 2019 que virtualmente garantizará la reelección del presidente Trump en 2020.
Buscar un juicio político sin capacidad de remover al presidente y una contienda entre demasiados precandidatos presidenciales impulsando ideas “imprácticas” supuestamente arrastrará al partido a la izquierda y se combinarán para alentar las perspectivas electorales de Trump.
Con el 2019 a la vista, está casi garantizado que vamos a oír ese análisis o algo bien parecido con más y más frecuencia.
Pero el 2019 no tiene que ser el escenario de un fracaso electoral anunciado para los demócratas. Ni estar cerca de ello.
En vez, el supuesto doble reto para los demócratas puede representar una doble oportunidad. Porque a fin de cuentas la clave para que gane un o una demócrata en 2020 es actuar y proponer en grande en defensa del concepto de Estados Unidos con sus libertades, derechos y oportunidades para todos.
En la política no hay sustituto para la emoción. La cautela y el incrementismo son senderos al fracaso electoral. Así como lo son armar argumentos racionales de por qué el contrincante no debe ser presidente o porque tienes un programa más práctico o realista.
La prueba se ve en los fracasos de Al Gore, John Kerry y Hillary Clinton con sus argumentos prácticos, racionales o descalificantes.
En 2020, el argumento emocional de los demócratas - frente un argumento basado en el miedo - tiene que ser la reivindicación de EE.UU.
Y las anclas de ese argumento tienen que ser la defensa de nuestra democracia y la modernización de nuestro país para superar las exigencias y realidades del Siglo XXI.
La defensa del sistema democrático —si lo quieren o no— tendrá que empezar con una seria investigación y consideración de un juicio político contra el presidente.
Las varias investigaciones relacionadas a la campaña del 2016 ya han generado (y les falta bastante)argumentos de que el entonces candidato Trump participó, junto con su abogado Michael Cohen, en fraude contra los votantes estadounidenses.
Cohen ha testificado que a la dirección de “Individuo No. 1” quien fue electo presidente de EE.UU. en 2016, él violo las leyes de financiación electoral para que no saliera antes de los comicios información sobre las supuestas relaciones sexuales de Trump con una actriz de pornografía y una modelo de Playboy.
Es difícil encontrar un delito más apropiado para un juicio político - aún uno que casi seguro no tendrá éxito por reticencia de republicanos en el Senado (el cuerpo legislativo que juzga en un juicio político estadounidense) de enfrentarse con el presidente Trump - que la violación de leyes electorales y un fraude a los votantes en plena campaña.
Frente esto, los defensores de la democracia no tendrán otra que hacer su deber institucional y empezar el proceso de impeachment (juicio político).
Pero tampoco se pueden quedar ahí. Tienen que proponer en grande avanzando reformas para hacer más accesible el voto y la participación electoral en EE.UU. y de remover dinero corporativo del sistema. Tienen, en breve, que convertir de nuevo a los votantes —y no los intereses especiales— en los protagonistas claves de nuestra democracia.
A esta base, los demócratas tanto en la Cámara como sobre los campos de batalla de precampaña tendrán que sumar respuestas a las necesidades cotidianas de la ciudadanía. Tendrán que avanzar propuestas contundentes para garantizar acceso a cuidados médicos, ampliar oportunidades educativas y adaptivas a nuevas tecnologías y para salvar nuestro planeta de cambio climático.
Muchos tratarán de descartar estas propuestas como “socialistas,” “izquierdistas,” e “imprácticas” pero frente los fracasos y deficiencias en las actuales políticas públicas existe la necesidad de experimentar. En todas estas áreas hay respuestas modernas que combinan respeto a los mercados con regulación sensata que tenemos que intentar. Los demócratas tienen que ser los campeones de esa modernidad.
Sin duda el 2019 será un año ruidoso y, aún quizás, poco coherente en el lado demócrata, pero sean los que sean los muchos precandidatos presidenciales si ellos y el partido en general se enfocan en defender nuestra democracia y debatir grandes ideas modernizadoras, será un año clave para sentar las bases para una victoria reivindicadora de EE.UU. en el 2020.