CNN) – En alguna ocasión, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que sabía más acerca de ISIS que los generales estadounidenses. Ahora quiere demostrarlo.
Su gran apuesta por una repentina y rápida retirada de Siria, que se anunció el miércoles, es Trump en estado puro en cuanto a satisfacción y cumplimiento después de que declarara misión cumplida y la derrota de ISIS.
El presidente anunció una decisión aparentemente impulsiva que conmocionó al mundo, mostró pocas señales de matizada consideración, confundió a los principales asesores y al final del día dejó a Washington sumido en el caos y la confusión.
Se trató de una medida que parecía chocar con el objetivo central de su política en Medio Oriente – contener la influencia regional de Irán–, ya que podría dejar un vacío que podrían llenar Teherán y otras naciones.
Los críticos de Trump en Washington, en su propio partido, en el ejército y alrededor del mundo ya describen su decisión como un enorme error estratégico que podría abrir el camino a un resurgimiento de ISIS.
“Es un error de proporciones colosales y el presidente no se da cuenta de cómo pondrá en peligro a nuestro país”, dijo un alto funcionario de la administración a Jake Tapper de CNN.
El senador republicano Lindsey Graham, un aliado habitual de Trump, criticó la decisión en el pleno del Senado la noche del miércoles.
“Esta es una mancha en el honor de Estados Unidos”, dijo el republicano de Carolina del Sur.
“Creo que es desastroso para nuestra propia seguridad nacional”, agregó.
También había una fuerte sospecha de que un presidente bajo asedio político y legal buscaba una victoria al final del año para sumar al triunfo representado por la aprobación de un proyecto de ley de justicia penal, y desviar la atención de una concesión en un duelo con el Congreso sobre la financiación de su muro fronterizo.
Trump dio a conocer un video el miércoles por la noche en el que exaltaba su decisión de llevar soldados a casa que parecía un intento de asegurar un impulso político previo a Navidad.
“Nuestros niños, nuestras jóvenes, nuestros hombres, todos vuelven y vuelven ahora. Hemos ganado, y así lo queremos. Y así lo quieren ellos”, dice el Presidente en el video.
En un giro típicamente extraño, también pareció sugerir que los estadounidenses asesinados en Siria aprobaban su decisión.
La decisión de Trump de abandonar la influencia estadounidense en Siria, que cumple uno de los objetivos del presidente ruso Vladimir Putin, provocará nuevas especulaciones sobre los motivos del mandatario, ya que su relación con Rusia está bajo un escrutinio creciente.
En otra victoria para Moscú, la administración informó el miércoles al Congreso que levantaba las sanciones a dos empresas rusas. Pero reflejando la extraña dualidad de la política estadounidense sobre Rusia, Washington anunció sanciones contra 15 miembros del servicio de inteligencia GRU de Moscú y cuatro entidades por interferencia electoral, un intento de asesinato en Gran Bretaña y otras “actividades malignas”.
Nadie ha acusado nunca al presidente de ser consecuente. Pero su decisión lo abre a acusaciones de hipocresía dado que Trump calificó al expresidente Barack Obama como el “fundador” de ISIS después de que el grupo se aprovechara de la retirada estadounidense de Iraq en 2011 para construir su autodenominado califato en Iraq y Siria.
Guerras ajenas
Aunque la retirada de las fuerzas especiales de EE. UU. de un punto de acceso con carga geopolítica podría haber sido inesperada, esta coincide con la cosmovisión idiosincrásica de Trump.
No es ningún secreto que él cree que las tropas estadounidenses no deberían pelear lo que él considera guerras ajenas, y tiende a ver las alianzas como una simple oportunidad para los amigos tradicionales estadounidenses de estafar a EE.UU.
Y aunque el Pentágono de Trump y los asesores de política exterior han advertido que la lucha para evitar un resurgimiento de ISIS no ha terminado, el presidente confeccionó una realidad más simple que satisface un objetivo político.
“Hemos vencido a ISIS en Siria, mi única razón para permanecer ahí durante la presidencia de Trump”, escribió Trump en Twitter.
La decisión del Presidente de no programar un discurso dirigido al pueblo estadounidense para explicar los fundamentos estratégicos de su retirada abona a la impresión de ser un líder poco interesado en dar detalles de las decisiones importantes.
A diferencia de muchas de las decisiones más significativas e impactantes del presidente, la orden de retirada de Siria no puso a prueba las normas constitucionales y está dentro de las barreras del pensamiento político dominante sobre los despliegues en el extranjero.
Después de todo, él ganó las elecciones de 2016; él es un civil con el poder de comandante en jefe y tiene el derecho de dar tales órdenes.
Y el presidente no estará aislado en Siria.
Existe una fuerte creencia entre algunos liberales y conservadores, que data de la campaña de Obama de 2008, respecto a que las guerras de Estados Unidos posteriores al 11 de septiembre deberían terminar y los soldados deberían volver a casa.
Y aunque el Pentágono y altos funcionarios estadounidenses han abogado por una presencia a largo plazo en Siria para evitar el retorno de ISIS, maximizar la influencia de Estados Unidos en la región y contener a Irán, se ha hablado poco de un plan de salida.
Confusión
Aun así, la decisión de Trump compartió características con muchos de sus previos golpes de poder ejecutivo.
Fue un gesto audaz de parte de un presidente que disfruta más con ese poder que con un proceso de política ascendente típico de la mayoría de las administraciones.
Tampoco le preocupa que los expertos de su administración le aconsejaran que tomara otro camino.
El 11 de diciembre, por ejemplo, el enviado especial de Estados Unidos para la coalición mundial para derrotar a ISIS, Brett McGurk, presentó un argumento que contradijo el razonamiento de Trump del miércoles.
“Si hemos aprendido una cosa a lo largo de los años, la derrota duradera de un grupo como este significa que no puedes únicamente vencer su espacio físico y marcharte; debes asegurarte de que las fuerzas de seguridad interna estén en su lugar para garantizar que esos logros, los logros en seguridad, sean permanentes”, dijo McGurk.
Otro resultado característico del anuncio del miércoles fue el caos.
La decisión de Trump -como, por ejemplo, su decreto ejecutivo que decreta la prohibición de viajar a ciudadanos de algunos países mayoritariamente musulmanes- dejó a funcionarios de su propio equipo luchando por explicar las implicaciones.
Un alto funcionario de la administración disponible para los periodistas no supo decir cuántos soldados ya han salido de Siria o cuándo regresarán otros a Estados Unidos.
La confusión en la Casa Blanca se reflejará en el exterior, donde los aliados de EE.UU. a menudo luchan por comprender los objetivos estratégicos de la administración.
La jugada individual de Trump también fue otro insulto para los amigos estadounidenses en Occidente que enviaron soldados a luchar y morir junto a los estadounidenses.
Dos fuentes diplomáticas de países de Medio Oriente dijeron a Elise Labott de CNN que no se había consultado o informado a sus países y que las noticias sobre la retirada eran una “sorpresa total”.
Como suele ser el caso con las decisiones de política exterior de Trump, también hubo una pizca de algún tipo de quid pro quo oculto.
La orden de retirada de Siria se produjo después de una llamada realizada el viernes pasado entre Trump y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Una salida de EE.UU. de la región podría darle a Turquía una ventaja en sus esfuerzos por presionar a los rebeldes kurdos en Siria y evitar que refuercen el grupo militante kurdo PKK, al cual considera una organización terrorista.
En otro desarrollo que podría estar relacionado, Estados Unidos aprobó el martes la venta de un sistema de misiles Patriot por 3.500 millones de dólares a Turquía.
En las últimas semanas, las revelaciones de Erdogan sobre el asesinato del columnista del Washington Post Jamal Khashoggi en el consulado saudita en Estambul han expuesto a Trump a las críticas de los senadores republicanos por su apoyo al príncipe heredero de Arabia Saudita, acusado de ordenar el asesinato.
Los observadores de Washington ahora estarán atentos para ver si Erdogan minimiza el asunto de Khashoggi.
Michael Callahan, Nicole Gaouette y Kevin Liptak de CNN contribuyeron con esta historia.