Washington (CNN) – James Mattis acaba de cortar la red de seguridad del mundo.
La decisión del secretario de Defensa de abandonar el cargo fue una advertencia que resonará en la historia sobre un presidente impulsivo que desprecia los consejos, desdeña a los amigos de Estados Unidos y repudia orgullosamente los códigos de liderazgo estadounidense que han perdurado desde la II Guerra Mundial.
Mattis detuvo a Washington en seco, incluso después de meses de sorprendentes giros en la presidencia de Donald Trump, y mientras los mercados accionarios caen, una red legal se cierne alrededor de la Casa Blanca y el gobierno está a punto de cerrar.
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Al reconocer que ya no podía trabajar para un comandante en jefe errático que decidió retirar a las tropas estadounidenses de Siria, aparentemente sin consultar a nadie, podría generar un nuevo período de incertidumbre global mientras Trump se deshace de sus últimas restricciones.
Las caras largas en el Capitolio y las voces temblorosas de los militares retirados en las noticias reflejaban la fama del jefe del Pentágono como algo más que un guerrero condecorado, un general retirado de cuatro estrellas y el miembro del gabinete más admirado.
Él es un talismán.
Durante dos años, políticos, expertos en política exterior y diplomáticos aliados confiaban en silencio que mientras Mattis estuviera en la Sala de Situaciones, junto al impulsivo Trump, todo estaría bien.
Incluso después de la partida de otros así llamados adultos en la sala, como el exsecretario de Estado Rex Tillerson y el ex asesor de seguridad nacional HR McMaster, Mattis se quedó.
Los temores de un enfrentamiento entre las armadas de EE.UU. y China en el Mar Meridional de China, una Rusia oportunista, las crisis en el Medio Oriente o una súbita crisis global con Trump al timón eran aliviados por los pensamientos del erudito general en la cadena de mando.
Ahora, él se va. Y el mundo debería prepararse mejor para un presidente estadounidense liberado.
Sobresalto y preocupación
“Hay tanta preocupación como nunca he visto en mi vida”, dijo a CNN Adam Kinzinger, legislador republicano de Illinois, reflejando los sentimientos de sus colegas respecto a los eventos de los últimos días.
El veterano conservador de la Cámara de Representantes, quien apoya a Trump, le dijo a Jim Acosta de CNN: “Es posible que las ruedas se estén saliendo”.
El senador republicano Marco Rubio advirtió en un tuit que la carta de dimisión de Mattis dejaba “totalmente en claro que nos enfrentamos a una serie de graves errores políticos que pondrán en peligro a nuestra nación, dañarán nuestras alianzas y darán fuerza a nuestros adversarios”.
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Tal ansiedad inusual acerca de Trump entre los republicanos en el Capitolio sugiere que Mattis podría haber logrado al menos una parte de su objetivo al renunciar.
Aunque dirigió su carta a Trump, era una advertencia dirigida claramente a los legisladores, especialmente a los republicanos, que tanto lo admiran. También estaba dirigida a los estadounidenses fuera de Washington, una advertencia de que la nación se mueve por un camino peligroso.
La orden de Trump de retirarse inmediatamente de Siria -el colmo para Mattis- desafió el consejo de sus expertos en seguridad nacional. Ahora también parece el comienzo de un periodo en el que las turbulencias de Estados Unidos podrían desestabilizar el planeta.
Más temprano el jueves, un alto funcionario del gobierno dijo a Jake Tapper de CNN que Mattis estaba “vehementemente en contra” de la decisión sobre Siria y de una posible retirada de las tropas de Afganistán.
La medida parece haberse tomado sin consultar a los aliados cuyos soldados han luchado y muerto junto a los estadounidenses en los 17 años transcurridos desde el 11 de septiembre.
Trump tiene todo el derecho como comandante en jefe, dado el amplio alcance de sus poderes constitucionales y la victoria que obtuvo en 2016, para remodelar la posición de Estados Unidos en el mundo. Él prometió llevar a casa a los soldados estadounidenses en campos de batalla extranjeros, un objetivo compartido por muchos estadounidenses cansados de años de guerra.
Los votantes de Trump querían que alguien sacudiera a Washington y al mundo, por lo que es poco probable que les importe que esté asustando al poder establecido de Washington con su enfoque nacionalista y populista frente al mundo.
Pero los críticos afirman que las retiradas militares decididas por Trump simplemente provocarán que las zonas del Medio Oriente y del suroeste de Asia pasen a las manos de enemigos de Estados Unidos como Irán, Rusia, ISIS y los talibanes.
Otro republicano que suele apoyar a Trump, el senador por Carolina del Sur Lindsey Graham, advirtió que un retiro afgano allanaría el camino “hacia otro 11-S”.
Un asombroso repudio
Mattis fue más allá al sugerir que Trump apunta a los cimientos mismos del poder global de Estados Unidos.
En su carta de renuncia, Mattis sugirió que la cosmovisión de Trump era contraria a todo lo que apreciaba en 40 años de servicio. Esos valores no eran solo los suyos, sino que son la base de una nación que fue una fuerza estabilizadora que hizo que el mundo fuera más seguro.
Indicó que Trump, quien confía más en el presidente ruso Vladimir Putin que en sus propios agentes de inteligencia acerca de la intromisión rusa en las elecciones, y que se ha unido a dictadores como Kim Jong Un, había confundido a los amigos y enemigos de Estados Unidos.
“Mi opinión al tratar a los aliados con respeto y al mismo tiempo ser claro respecto a los actores malignos y a los competidores estratégicos está muy arraigada e informada por más de cuatro décadas de inmersión en estos temas”, escribió Mattis.
“Debemos hacer todo lo posible para avanzar en un orden internacional que favorezca nuestra seguridad, prosperidad y valores, y la solidaridad de nuestras alianzas nos fortalece en este esfuerzo”, continuó.
En los próximos días, la renuncia de Mattis reavivará las dudas sobre si Trump está preparado para ser el comandante en jefe y plantea la posibilidad, reforzada por un informe de que Trump está planeando un retiro afgano, de que el presidente planea diseñar una retirada unilateral del mundo.
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“El presidente ha lanzado una bola de demolición contra cada uno de los pilares de estabilidad y seguridad que hemos erigido en los últimos 60, 70 años”, dijo un emocionado William Cohen, ex secretario de Defensa, a Chelsea Jim Sciutto, de CNN.
Cohen habló con Mattis el miércoles por la noche y dijo que estaba consternado por la orden de Trump en Siria, que consideraba una deserción ante los aliados de Estados Unidos, especialmente los kurdos.
Parafraseando la mentalidad de su amigo, Cohen agregó: “Nunca he renunciado a nada, he luchado en todas las batallas en las que he estado, pero no puedo hacer esto en nombre de nuestro país”.
Está claro que Siria fue el límite para Mattis. Pero no el único.
El secretario de Defensa se mantuvo al margen mientras Trump aplacaba a Rusia, a quien considera un enemigo peligroso de Estados Unidos. Vio cómo el presidente decidía frenar los ejercicios militares de EE.UU. en la península coreana tras ser hechizado por Kim.
Mattis incluso se vio obligado a explicar por qué Trump desplegó tropas en la frontera sur en un acto político para reforzar su mensaje de línea dura sobre la inmigración. Y ha visto a Trump insultar a los líderes aliados en las agitadas cumbres mundiales.
Ante tales acontecimientos, ya no es absurdo hacerse preguntas como si el presidente decidirá de repente retirar a los soldados estadounidenses en Corea del Sur después de décadas de mantener la paz o incluso retirarse de la OTAN.
“Estamos en un mundo nuevo …”, dijo el ex comandante supremo aliado Wesley Clark en “Cuomo Prime Time”. “Tenemos que aceptar el carácter del presidente y la forma en que él toma las decisiones”.