(CNN) – El temor de Donald Trump a parecer tonto y la convicción de los demócratas de que tienen una mano ganadora está dejando al presidente de Estados Unidos sin una posible salida del estancamiento respecto a la construcción del muro fronterizo.
Eso significa que cientos de miles de trabajadores federales, que se encuentran en el limbo por un cierre de gobierno que está a solo unos días de ser el más largo que se haya registrado, están a punto de pagar un alto precio cuando sus cheques no lleguen el viernes como de costumbre.
Lejos de avanzar hacia una solución, el cierre, que comenzó en el antiguo Congreso dominado por los republicanos y se ha filtrado en la nueva mayoría demócrata de la Cámara de Representantes, se está volviendo cada vez más complicado.
El miércoles, en conversaciones con los principales líderes del Congreso, Trump hizo cumplir un tuit que escribió hace casi ocho años: “‘Debes saber cuándo levantarte de la mesa’. The Art of the Deal”.
Trump salió furioso de la Sala de Situación de la Casa Blanca después de que la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi se negara a otorgar los fondos para el muro fronterizo que el presidente no pudo obtener cuando el Partido Republicano tenía el control.
“Acaba de salir de una reunión con Chuck y Nancy, una total pérdida de tiempo”, tuiteó Trump poco después de la reunión.
“Pregunté qué pasará en 30 días si abro las cosas rápidamente, ¿aprobará la seguridad fronteriza que incluye un muro o una barrera de acero? Nancy dijo NO. Dije: Adiós, ¡nada más funciona!”.
El colapso de las conversaciones dejó en el misterio a la estrategia de Trump para librarse a sí mismo del cierre con una victoria política muy necesaria.
Puso además nuevas dudas sobre la afirmación del presidente de que es el máximo negociador y permitió dar una mirada a la lucha de poder entre el mandatario y la presidenta de la Cámara baja que podría definir la política nacional en los próximos dos años.
Para que el gesto dramático de Trump del miércoles tuviera éxito, los demócratas tendrían que necesitar el fin del cierre del gobierno más que el presidente y volver con una nueva oferta que le atrajera lo suficiente como para lograr un acuerdo.
Pero no hay razón para creer que los demócratas están cerca de retirarse, un factor que complica aún más la vida al presidente y al equipo de la Casa Blanca que ahora están conociendo lo frustrante que puede ser un gobierno dividido.
Sin acuerdo a la vista
Las autoridades de la Casa Blanca dicen que la administración está cada vez más frustrada con la negativa de los demócratas de alcanzar un acuerdo. Pero no está claro qué le ofrece Trump a Pelosi y a su nueva mayoría a cambio del cumplimiento de su promesa central de campaña.
Sus esfuerzos para culpar a la presidenta de la Cámara de – utilizando un término que el mandatario repitió varias veces durante su discurso del martes en la Oficina Oval – una crisis en la frontera sur con delincuentes entrando al país en grandes números parece no haber funcionado.
Pero cada vez queda más claro lo mucho que Trump necesita más que nunca de una victoria sobre el tema que lo ate a sus fieles seguidores políticos, especialmente con la cada más evidente grave amenaza que representa el fiscal especial Robert Mueller.
En un momento de franqueza en la Casa Blanca el miércoles, Trump explicó las consideraciones políticas que lo llevaron a su callejón sin salida.
“Ahora mismo, si hiciera algo absurdo, como ceder respecto a la seguridad fronteriza, los primeros que me atacarían serían mis senadores. Estarían molestos conmigo”, dijo el presidente en la Casa Blanca.
“Los segundos serían en la Cámara de Representantes. Y los terceros serían, francamente, mi base y muchos republicanos por ahí”.
CNN informó la semana pasada que el presidente le dijo a Schumer que parecería “tonto” si reabría el gobierno antes de conseguir dinero para su muro.
Una fuente familiar con lo sucedido en la Sala de Situaciones dijo el miércoles a Phil Mattingly de CNN que el líder demócrata en el Senado le preguntó a Trump: “¿Por qué no abres el gobierno y dejas de lastimar a la gente?”.
El presidente respondió: “Porque entonces no me darán lo que quiero” antes de terminar la reunión diciendo “adiós, adiós” y salir por la puerta (un funcionario de la Casa Blanca contradijo esa versión de los hechos en CNN el miércoles).
Era una rebanada clásica de Trumpismo que pudo haber sido satisfactoria en el momento y sin duda fue popular entre los seguidores que aprecian la forma brusca del Presidente y su disposición a romper el protocolo.
Pero el histrionismo de Trump lo hundió más en una situación en la que no se podía ganar, exactamente en el momento en que la presión política aumentaba. Parece que hay muchas posibilidades de que el presidente acabe siendo el principal culpable.
Los demócratas de la Cámara de Representantes están a punto de comenzar a votar para reabrir las agencias gubernamentales en una estrategia diseñada para presionar a los senadores republicanos y mostrar al presidente poco dispuesto a ofrecer los principios básicos del gobierno.
Es posible que el espectáculo de cientos de miles de trabajadores federales que no reciban sus cheques y que luchan por pagar sus hipotecas y otros gastos podría complicar la narrativa del cierre del gobierno que tiene la Casa Blanca. Después de todo, el año pasado Trump dijo en un enfrentamiento con los líderes demócratas en la Oficina Oval que estaría “orgulloso” de cerrar el gobierno.
Sin juzgar los méritos del argumento de Trump, cada vez es más difícil que el presidente pueda salir de esta pelea sin ser visto como el perdedor.
La Casa Blanca necesita que ocurra algo que pueda cambiar la política de la situación actual y poner la responsabilidad sobre los demócratas, que creen tener la sartén por el mango, para resolverla.
Pero camino al cierre de gobierno, una encuesta de la Universidad de Quinnipiac reveló que el 62% de los votantes se oponía a la clausura para lograr el muro. Solo el 34% apoyaba la idea.
Pelosi, por su parte, puede usar su posición contra Trump para consolidar detrás de ella a su mayoría, que cree que fue enviada a Washington para controlar al presidente.
¿Una salida republicana?
Si alguna de las partes está dudando sobre el cierre del gobierno, son los republicanos. Cada vez son más los rumores en el Senado de que a algunos miembros les gustaría reabrir el gobierno antes de resolver la disputa por el muro.
Sin embargo, aunque hay signos de nerviosismo en su caucus, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, está jugando a esperar y aún no ha llegado al punto de romper con el presidente.
El miércoles por la noche, no obstante, se supo que algunos republicanos han comenzado un esfuerzo independiente para encontrar una salida que saque al presidente del callejón en el que se metió.
La idea más ambiciosa es un acuerdo de inmigración que le daría a Trump US$ 5.700 millones para su muro fronterizo a cambio de varias victorias para los demócratas, incluida la medida para proteger a los inmigrantes indocumentados llevados ilegalmente a EE.UU. por sus padres.
Manu Raju de CNN informó que los senadores presentaron la idea al asesor principal de la Casa Blanca, Jared Kushner, quien dijo que si se les ocurría una propuesta que hiciera que Trump tuviera el dinero del muro fronterizo y que pudiera ser aprobada por el Senado, la Casa Blanca estaría abierta a más discusiones al respecto. Una fuente no dijo si Trump respaldaría el plan.
Aunque el presidente se encuentra en una posición aparentemente débil, está ejecutando un repertorio de jugadas de poder para reformar de alguna forma el pensamiento de la nación y obligar a los demócratas a ceder.
Probó con un discurso desde la Oficina Oval. Esceneficó su retirada. El jueves se dirigirá a la región fronteriza que, según él, está en crisis. Pero no está claro si algo está cambiando en la política sobre el cierre de gobierno.
Él guarda en el bolsillo una declaración de emergencia nacional, que sus partidarios dicen que le permitiría redirigir fondos del Pentágono para construir el muro, aunque seguir adelante podría provocar un enfrentamiento constitucional y legal.
Pero Pelosi, reflejando su confianza de que no pagará un precio político tan alto como el del presidente por el enfrentamiento, le dio un duro golpe personal al referirse a la fuente de su riqueza y acusarlo de indiferencia ante la difícil situación de los trabajadores del gobierno que no reciben su pago.
“Él cree que ellos tal vez podrían pedirle dinero a su padre, pero no pueden”, dijo Pelosi.