(CNN) – Su padre era un corresponsal legendario de la realeza, pero cuando el joven Edward Whitaker lo acompañaba a ver cómo el príncipe Carlos jugaba al polo, se sentía más atraído por los fotógrafos.
Del interés inicial nació una ilustre carrera a través de la que Whitaker se ha convertido en el decano de la fotografía en las carreras hípicas.
El año pasado Whitaker ganó el premio al fotógrafo del año en las carreras por octava vez a lo que se sumó la fotografía del año con su impactante imagen de un caballo con una enorme luna llena como fondo.
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Un fenómeno lunar como este ocurre cada 150 años más o menos, por lo que Whitaker estaba decidido a no perderse el momento.
Reclutó a Carolyn Harty, la secretaria del entrenador Nicky Henderson, para acomodar al caballo, y salieron antes del amanecer hacia el campo de entrenamiento Mandown en Lambourne, Inglaterra, el 31 de enero de 2018.
“Yo sabía de un lugar en el que se ponía la luna y donde el ángulo era perfecto. Yo estaba al pie de la colina sacando fotos hacia arriba”, le dijo a CNN Sport.
“Es sobre la luna, ¿verdad?, pero la forma en que el caballo arque el cuello le da un toque muy agradable.”
La imagen era parte de una serie de seis que hicieron a Whitaker merecedor del premio al mejor fotógrafo del año y del premio principal a la fotografía. Era la primera vez que alguien recibía ambos premios.
“La fotografía es muy subjetiva. Uno hace lo que puede y espera que a la gente le guste el trabajo. Es lindo cuando es reconocido y eres reconocido por tus pares”, dice Whitaker, cuyo padre James era un conocido escritor y presentador especializado en la realeza.
‘El mundo de las carreras de caballos se abrió’
Vendió sus primeras fotografías cuando era adolescente tras un viaje a las famosas pruebas hípicas de Badminton.
“Allá por el 81 un fotógrafo muy reconocido llamado Tim Graham me prestó una cámara y conseguí captar una secuencia de la Princesa Ana cayéndose en uno de los obstáculos con agua en Badminton”. “Me pagaron 50 libras esterlinas por esas fotos y allí supe cómo me iba a ganar la vida.”
Después de dejar el colegio, comenzó desde abajo en Fleet Street, el lugar que solía ser el núcleo del mundo de la prensa en el Reino Unido; trabajó en el cuarto oscuro para aprender a revelar sus propias fotografías, además de las fotos tomadas ocasionalmente durante algún partido de fútbol.
A partir de allí, ganó un lugar en el colegio de fotoperiodismo en Sheffield. Gracias a eso consiguió su primer trabajo para el Racing Post, en 1987. Y nunca se fue de allí.
“El mundo de las carreras de caballos se me presentó, y me di cuenta de lo variado que era para diferentes disciplinas de la fotografía”, cuenta.
“Estoy muy feliz de haberme quedado allí, de verdad. Me encanta la gente del mundo de las carreras de caballos, desde los dueños y entrenadores hasta los jinetes y el personal de los establos y los que trabajan en el hipódromo. Es muy útil. Las cosas son más fáciles cuando la gente quiere salir en una foto.”
“Muy sorprendido”
Uno de sus éxitos iniciales llegó cuando tenía 26 años, con su primer viaje en 1991 a la famosa Copa Breeder’s en Churchill Downs, Estados Unidos.
Con una cámara controlada a distancia, que se disparaba gracias a un cable que iba por debajo del riel ubicado cerca de la línea de meta, consiguió una foto increíble del gran caballo Arazi, entrenado en Francia y ganador de la Copa Breeders Juvenil, una carrera en la que se enfrentan en tierra los mejores caballos de dos años de edad de Estados Unidos y Europa.
“Los estadounidenses, por supuesto, superaron por completo a los europeos en tierra y este caballo Azazi hizo una carrera increíble, como de película”, recuerda.
“En la última recta, remontó desde el último lugar y fue como una escena de la película ‘National Velvet’. Acabó ganando con seis cuerpos de ventaja”.
“Conseguí esta toma del jinete Pat Valenzuela, este estadounidense extrovertido, gritando a todo pulmón, montado en el caballo en el capitel de Churchill Downs”.
“Fue un día antes de Frankie Dettori. Nunca habíamos visto nada parecido en una carrera en Europa. Fueron imágenes muy impactantes y fue un gran avance”.
“Me ayudó mucho en mi carrera. Me acababan de enviar a Estados Unidos a ver qué podía conseguir, pero con esto se quedaron anonadados. Nadie más tomaba fotos a control remoto en Europa en esos tiempos. Y la victoria de Arazi todavía se recuerda como una de las grandes carreras de caballos.”
“Luz, composición, acción”
Otra imagen que ha servido para definir la carrera de Whitaker es una foto digital del gran semental Danehill mientras era rociado con una manguera en Coolmore Stud, Irlanda, en 2003.
“Me gusta simplemente el efecto en esta foto, de cómo reacciona el agua sobre el caballo. Él gira el cuello y acaba siendo casi como un masaje para él, y se nota lo mucho que lo está disfrutando”.
“Tuve que utilizar una obturación lenta y hay una verdadera sensación de movimiento en el agua, mejor que congelar esto con un obturador rápido, aparte de que la luz es simplemente hermosa”.
Según Whitaker, la claves para poder capturar una imagen de impacto son “luz, composición y acción”. Dice que a menudo está “tomando fotos de la vida transcurre en el fondo”, y que “da la casualidad de que el sujeto es un caballo.”
A veces los fotógrafos son como niños en una tienda de caramelos cuando miran a las fotos que han tomado.
A veces suena la flauta, como esta foto de una herradura que sale volando de una pezuña en Cheltenham, que quedó como “la herradura de la suerte”, parte de su portafolio ganador.
“Colores increíbles”
En otras ocasiones, la experiencia, la dedicación y un poco de atrevimiento son necesarios, como en esta espectacular foto de Churchill Downs.
“Me había fijado la víspera que había esta salida de emergencia con una puerta que daba acceso al tejado, así que fui allí a la mañana siguiente y me encontré con este gran amanecer” nos cuenta Whitaker, quien también toma fotos en el torneo de tenis de Wimbledon casi todos los años.
“Pensé que el cielo sería muy interesante porque venía un frente frío, y sabía que los rojos iban a ser espectaculares, con matices amarillos”, evoca.
“Y ahora iluminan los capiteles famosos con una luz púrpura, los colores son increíbles. Es tan majestuoso y estadounidense, no se puede encontrar una escena así en otra parte.”
Sin embargo, las cosas cambian. A pesar de que la caída de un caballo puede ser una imagen dramática, Whitaker nos dice que la percepción del público está cambiando.
“A mucha gente ya no le gustan las fotos con caídas, El público también es muy sensible con respecto a las fotos con látigos, a pesar de que la simetría de tres jinetes con sus fustas alineadas puede ser una imagen muy poderosa, explica”
Aun así las carreras de caballos todavía ofrecen muchas opciones para los fotógrafos que quieren ser creativos.
“Hay tanta gente tomado fotos constantemente durante carreras de caballos por lo que para conseguir la foto que te va a hacer diferente de los demás vas a necesitar que confluyan muchos elementos” nos cuenta él.
Por suerte para Whitaker, esa combinación de factores ocurre con más frecuencia que la luna llena gigante.