Caracas, Venezuela (CNN) – Juan Guaidó pasó toda su vida adulta viviendo bajo las promesas de una utopía socialista, primero bajo Hugo Chávez, luego Nicolás Maduro. Ahora, mientras lucha por la presidencia de Venezuela, el hombre de 35 años ha adoptado el eslogan y el estilo de campaña de un presidente de Estados Unidos.
“¿Podemos hacerlo?, rugió ante una gran multitud en la capital, Caracas, el sábado pasado.
“¡Sí, podemos!”, le respondieron ellos a gritos, con la mano derecha en alto mientras se unían a él para prometer una transición rápida y pacífica hacia unas las elecciones presidenciales democráticas.
Intencionalmente o no, hay mucho de Barack Obama en Guaidó, ingeniero industrial, actual presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y quien se declaró presidente interino de la nación.
Guaidó ha adoptado el conjunto de camisa y traje blancos del expresidente de Estados Unidos, y comparte su amplia sonrisa.
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Es bueno con las multitudes, y en una manifestación reciente se abrió paso hacia el podio a través de admiradores y saltando las barreras con una facilidad juvenil que podría reavivar los recuerdos de sus días como estudiante activista en la Universidad Católica de Caracas.
Y quizás lo más importante, ha logrado doblegar la furia que muchos venezolanos sienten a medida que colapsa su economía, se desmoronan los servicios sociales, hay escasez de alimentos e inflación astronómica y la ha convertido en algo más poderoso: la esperanza.
“Es algo que siempre le hemos dicho. Cuando Obama asumió la presidencia, le dijimos ‘Caminas como Obama’”, le dijo la madre de Guaidó, Norka, a CNN. “Obama se arremanga, y [Guaidó] también lo hace, pero no es como si estuviera imitando a Obama”, agregó.
“Juan ha surgido y le sorprende porque no imaginó que sería presidente ni siquiera por un período interino”, dijo Roberto Patiño, asesor informal de Guaidó, quien pronto dirigirá la ayuda humanitaria de Guaidó.
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“Pero hemos visto lo que ha hecho este gobierno y todos estamos tratando de hacer algo al respecto”, agregó. “Por primera vez en muchos años, hay una especie de esperanza de que obtengamos nuevas elecciones presidenciales”.
El despertar político de Juan Guaidó
Cuando se le pregunta a su esposa qué es lo más irritante de Guaidó, su esposa Fabiana admitió que podría ser un poco reprimido. “Creo que su fuerza, la fuerza que también transmite, a veces no permite que nada lo rompa, y tal vez bloquea muchos sentimientos”, dijo. “Y creo que este camino lo ha llevado a eso, a tomar sus sentimientos y aferrarlos y mantenerlos aquí, no dejarlos salir, no expresarlos”.
Pero Guaidó es “completamente diferente” con su hija de 21 meses, dijo. “Con ella, él se expresa tal vez diferente de lo que vemos cuando está en la calle. Vemos a un hombre con gran fuerza, y con su hija se ve un gran amor”.
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Norka describe al joven Guaidó, uno de sus cuatro hijos, como gregario, amante de la playa y deportista. Con frecuencia mostraba señales de liderazgo y aptitud para la mediación, dice. Pero su familia no participaba en política, dice que nunca ha habido una afiliación partidista.
El despertar político de Guaidó vino, tal vez, como resultado de su primer enfrentamiento con las fallas del Estado: su ciudad natal, La Guaira, fue prácticamente borrada del mapa por el deslizamiento de Vargas en 1999.
La casa de Guaidó fue destruida y varios de sus amigos murieron en el desastre. “Perdimos todo, pero gracias a Dios sobrevivimos. Nos dieron una segunda oportunidad en la vida”, dijo Norka. “Eso lo marcó profundamente”.
Guaidó estaba frustrado por lo que percibió como el fracaso del gobierno bajo Hugo Chávez para responder adecuadamente a la catástrofe. Sentía que el gobierno ignoró la situación de demasiados, falló en reubicar a la gente y fue demasiado lento para enfrentar el desastre. Según cálculos del Servicio Geológico de Estados Unidos, 19.000 personas murieron en el deslizamiento.
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Sus ambiciones políticas se cristalizaron después de la universidad. cuando se unió a una campaña fallida para evitar que Chávez cerrara Radio Caracas Televisión en 2007. Luego se unió a Leopoldo López para fundar el partido nacional Voluntad Popular en 2009. Se unió a la Asamblea Nacional en 2011 y asumió su papel de liderazgo principal en principios de enero.
Guaidó en el escenario global
Guaidó tiene talento para la política teatral. En 2015, se declaró en huelga de hambre durante dos semanas como parte de una campaña para obligar al gobierno elecciones legislativas.
Ahora está organizando ayuda humanitaria que se enviarán a través de tres puntos fronterizos a Venezuela desde Colombia, Brasil y las islas del Caribe, mientras el presidente Maduro insiste en que el país no necesita ayuda. Al hacerlo, Guaidó desafía a los militares a mantener un bloqueo nacional por lealtad a Maduro, o deja que la comida y los suministros necesarios finalmente entren en el empobrecido país.
Maduro, que detuvo brevemente a Guaidó a principios de enero y recientemente insinuó que lo haría de nuevo, tiene algunos trucos dramáticos propios. La semana pasada, Guaidó acusó públicamente a las fuerzas especiales venezolanas, que son leales a Maduro, de rodear la casa de su familia en un presunto intento de intimidación.
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“Como humanos, tenemos momentos de debilidad o cuando uno piensa que algo malo está a punto de suceder”, dijo Fabiana, su esposa. “La semana pasada [cuando las fuerzas especiales rodearon su hogar] no sentí miedo, sino más bien frustración por lo que podría haberle sucedido a mi hija”.
La constitución de Venezuela faculta al líder de la Asamblea Nacional para asumir la presidencia si hay “un vacío de poder”. Guaidó, quien argumenta que la elección de Maduro a la presidencia el año pasado fue ilegítima, afirma que tal vacío existe y que tiene un mandato constitucional para llenarlo.
Estados Unidos, gran parte de la Unión Europea y la mayoría de los países de América del Sur han reconocido a Guaidó como el presidente interino legítimo y han pedido nuevas elecciones en Venezuela. Pero Guaidó hasta ahora no ha logrado asegurar el apoyo de las fuerzas armadas, al menos en público.
Mientras tanto, Maduro, que cuenta con el respaldo del Tribunal Supremo, ha rechazado las peticiones de nuevas elecciones presidenciales, ofreciendo un “diálogo” en su lugar. Hasta el momento, esa sugerencia ha sido ignorada por el grupo de Guaidó.