Nota del editor: Vaclav Masek Sánchez es licenciado por el Centro para Estudios Latinoamericanos y el Caribe (CLACS) de la Universidad de Nueva York (NYU). Su investigación académica se centra en las historias políticas en Centro América. Síguelo en Twitter en @_vaclavmasek.
(CNN Español) – La elección de Nayib Bukele es una emblemática del status quo del electorado latinoamericano. El presidente electo de 37 años se concentró en una campaña anticorrupción, enfrentándose así a los dos partidos que habían gobernado El Salvador desde su vuelta a la democracia. No solo este exalcalde de San Salvador ganó en primera vuelta por mayoría sino también es el primer candidato en romper el bipartidismo de la posguerra. Se habla de un cambio generacional en El Salvador.
Luego de los acuerdos de paz de 1992, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se alternaron el ejecutivo salvadoreño. Después de cuatro gobiernos conservadores de ARENA y dos del FMLN, el votante cuscatleco decidió votar por algo distinto.
Antes de la elección, tres de los expresidentes del país centroamericano estaban ligados a procesos judiciales por actos de corrupción. El expresidente Francisco Flores (1999-2004), de ARENA, fue acusado por malversación de fondos. Su compañero arenero Antonio Saca (2004-2009) fue inculpado por el mismo delito.
Este último aceptó haber desviado US$ 300 millones de fondos estatales para comprar inmuebles exclusivos en las ciudades de Santa Tecla y Antiguo Cuscatlán, lo que resultó en una sentencia de 10 años de prisión.
Mauricio Funes (2009-2014), el primer presidente del FMLN, buscó asilo en Nicaragua después de que los fiscales salvadoreños iniciaran una investigación de lavado de dinero en su contra. Por otro lado, de este mismo partido, el presidente saliente Salvador Sánchez Cerén, combatiente durante el conflicto armado, concluye su mandato con el peor nivel de aprobación en la historia democrática del país.
Nayib Bukele entró a la escena política como alcalde de Nuevo Cuscatlán en 2012. Tres años más tarde, lo fue de la capital salvadoreña, ambos con el FMLN. En 2017 fue expulsado por el comité de ética del FMLN por lanzarle una manzana a una congresista del partido, entre otras acusaciones. Por lo que Bukele decidió postular su candidatura con la Gran Alianza Nacional (GANA), un partido de centro-derecha, usualmente en coaliciones con ARENA en el Congreso, que también ha sido acusado de corrupción.
Antes de llamarle un outsider antisistema, hay quienes se plantean si Bukele es más bien un oportunista. Los dos partidos hegemónicos de El Salvador continuamente decepcionaron en sus administraciones, minimizando la política del país a un negocio rentable en donde se drenan los recursos estatales. Lo que está claro es que el electorado salvadoreño ya había sido llevado al hartazgo. ARENA y FMLN fueron derrotados contundentemente. Además, el abstencionismo marcó récord histórico en estas elecciones, alcanzando el 55% del electorado salvadoreño.
Bukele corrió su campaña presidencial con la marca “Nueva Ideas”. Bajo el eslogan de “Hagamos Historia”, la estrategia electoral también hizo un guiño a la hazaña de romper un bipartidismo hegemónico en El Salvador. La frase de la campaña puede ser interpretada como una irónica moraleja electoral de la democracia salvadoreña: “el dinero alcanza cuando nadie roba”. El nuevo presidente electo ahora vislumbra crear una comisión internacional contra la corrupción, como lo han hecho sus vecinos de Guatemala y Honduras.
La gobernanza será la verdadera prueba para ver si Bukele rompió el bipartidismo cuscatleco. La agenda pasará en el Congreso si su partido logra alcanzar una mayoría con ARENA y FMLN. Con solo el 12% de los asientos en el hemiciclo, la GANA necesitará de coaliciones para la ejecución de sus planes.
Falta que cinco países latinoamericanos elijan gobierno en 2019. La corrupción será el hilo conductor en las temáticas electorales de los países de la región. Los siguientes llamados a votar son los panameños en mayo, seguidos por los guatemaltecos en junio. Mauricio Macri buscará evitar una nueva recesión en Argentina, donde la lucha anti-corrupción se ha estancado, antes de las elecciones en octubre. El Frente Amplio en Uruguay, de José Mujica, y el Movimiento al Socialismo, de Evo Morales, pueden ser los dos últimos estandartes de la izquierda latinoamericana luego de sus respectivos comicios a celebrarse también en octubre. La marea rosa retrocede en el hemisferio.