Puente Internacional Simón Bolívar, Colombia (CNN Español) – La mañana del sábado 23 de febrero inició con mucha tensión en el Puente Internacional Simón Bolívar.
Desde muy temprano cientos de venezolanos se agrupaban en la frontera de Colombia con Venezuela frente a una fila de policías armados con escudos que bloqueaban el paso hacia el país.
Este sábado marca el plazo que Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por más de 50 países, dio para que entre la ayuda humanitaria a su país a través que se ha acumulado en puntos de acopio como Colombia, Curazao y Brasil.
El régimen de Nicolás Maduro ha obstaculizado el ingreso de ayuda internacional a territorio venezolano y ha criticado estas acciones. La vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, dijo que la ayuda “viene contaminada y envenenada, es cancerígena”.
Más hacia Colombia, en Villa del Rosario, un fuerte operativo policial de seguridad vigilaba la zona. Había mucha tensión en el ambiente.
A esa hora una mujer visiblemente afectada por la tensión y la esperanza de que pueda pasar la ayuda humanitaria, pedía a los que miraban detrás de las vallas, que se unieran: “Hay que defender el pueblo. No nos vamos a matar unos a otros. Vamos a hablar, es a conversar”.
Después de la valla de Migración Colombia que delimita la frontera con Venezuela, una barrera humana de policías venezolanos bloqueaba el paso.
Hasta allí llegaron los venezolanos residentes en Colombia, caminando en multitud hasta ellos pidiéndoles que recapacitaran, que vinieran a Colombia. Que se pasaran “al lado correcto de la historia”.
“Somos venezolanos, somos seres humanos que sentimos”, le decía uno de los manifestantes a los policías.
“Somos venezolanos y somos seres humanos que sentimos. A ti espera tu hijo en tu casa y a mí también. Además, esperan que lleguen las 6 de la tarde y digan ‘¿mi papá no ha llegado? No, mi papá se murió buscando defender a Venezuela, ¿ah? ¿Por culpa de ustedes? No, va, nosotros estamos peleando por ustedes también, pónganse de nuestro lado”, le pide uno de los venezolanos a los agentes.
“Vénganse para acá”, les gritaban a los policías, y sacando un puñado de billetes colombianos, les decían que allá el salario no les alcanza.
“Este es el salario de ustedes”, les decían ondeando un billete de 10.000 pesos (unos tres dólares).
Los policías permanecían en silencio, con la mirada fija. No contestaban, tampoco se movían.
Cuando les preguntamos a algunos policías cómo se sentían, ninguno respondió. Uno de ellos permanecía con la cabeza gacha. En una encuentro posterior, solo nos respondió que estaba “cansado”.
Atrás, una multitud no se cansaba de pedir “¡libertad, libertad, libertad!”, mientras llegaba la ayuda humanitaria, algo que para muchos aquí significa la libertad de Venezuela.