(CNN Español) – “Mi madre entregó un niño de bondad, un niño divertido, un niño alegre; y le entregaron un monstruo”. Es parte del testimonio de Emiliano Álvarez, quien en 2017 puso una denuncia por abusos contra el sacerdote Ángel Sánchez Cao.
Álvarez cuenta que todo empezó a finales de los años 70, cuando tenía once años, en el antiguo seminario de La Bañeza, hoy un geriátrico: “Una noche me despertó (Sánchez Cao). Yo tenía las mantas tiradas hacia atrás. Tenía los pantalones y los calzoncillos bajados…”. Recuerda que el entonces sacerdote le practicó sexo oral. Unos hechos que —asegura— se repitieron a lo largo de varios años y le dejaron secuelas: drogas, prostitución, delitos de sangre, varios intentos de suicidio.
“Te subías por encima de las camarillas y si veías que la luz estaba en un camarote y estaba ahí (el sacerdote), te echabas en la cama y ya podías dormir tranquilo esa noche. Esa noche estaba ocupado con otro”, nos cuenta sobre aquellos tiempos.
Francisco Javier, quien prefiere no revelar su apellido ni mostrar su imagen, nos explica que él y su hermano gemelo también sufrieron abusos en el mismo seminario siendo niños. En su caso, a finales de los años 80, con otro sacerdote, José Manuel Ramos Gordón.
“Muchísimas veces estuve con mi hermano en el baño temblando de frío y de miedo, y limpiándonos. Limpiándome yo el día que me tocaba a mí eso. Y el día que le tocaba a mi hermano limpiando a mi hermano”, recuerda. También reconoce que sufre secuelas: “Mis relaciones sociales han sido catastróficas. Mucha desconfianza. Mis relaciones sexuales no han sido normales”, sentencia. Y lamenta cómo le ha influido a la hora de ser padre: “Eso con mi hijo me ha afectado desde que nació porque yo le he sobreprotegido. Cuando él era pequeño, siempre le preguntaba: “¿Cómo estás? ¿Te ha pasado algo en el colegio?”. Él me decía: “¿Por qué me preguntas tanto?”. Y se enfadaba”.
Los testimonios de Álvarez y Francisco Javier dan cuenta del terror que vivieron de niños. Para ellos, esos sacerdotes eran autoridades eclesiásticas y tenían miedo de que nadie les creyera si contaban lo que les estaba pasando. Todo ello los sumió en un sufrimiento que llevaron en secreto. “Al menos yo lo pasé junto a mi hermano”, reconoce Francisco Javier.
Pese a que cada vez hay más casos que salen a la luz, tanto la Conferencia Episcopal como la Fiscalía General del Estado españolas confirman a CNN que no existe a nivel nacional un recuento que pueda indicar cuantos casos de abusos sexuales se habrían producido en el seno de la Iglesia en España.
Ni Álvarez ni Francisco Javier han presentado denuncia penal civil porque, como ocurre en muchos casos similares, los delitos han prescrito. Sin embargo, ambos presentaron una denuncia penal canónica ante la diócesis de Astorga, a la cual pertenecían Ramos Gordón y Sánchez Cao.
CNN contactó con la Diócesis y nos explicaron que Ramos Gordón reconoció las acusaciones, y fue condenado por abuso de menores, lo que le impide ejercer como sacerdote y residir en el área de la Diócesis hasta 2029.
El procesamiento de Sánchez Cao aún no ha concluido, pese a que han pasado más de dos años desde que Álvarez presentara la denuncia. Ante la pregunta de si Sánchez Cao reconoció las acusaciones, la Diócesis se acoge al secreto pontificio. Aclaran que lo han apartado del ejercicio sacerdotal, así como prohibido el contacto con menores, hasta que termine la investigación.
Esas medidas generaron el rechazo de algunos feligreses de la parroquia del sacerdote, que colgaron una pancarta anunciando que no irían a misa aquel domingo en apoyo a Sánchez Cao.
Poco después de presentar la denuncia, en 2017, Álvarez confrontó al sacerdote en la ciudad donde residía, El Barco de Valdeorras, en Galicia, una escena que quedó grabada en un documental de Netflix sobre casos de pederastia titulado “Examen de conciencia”. Le preguntó si sabía quién era y si se acordaba de lo que presuntamente le había hecho. Sánchez aseguró no recordar nada; le pidió disculpas si lo había ofendido, dijo, y afirmó no recordar tener ese “hábito” en la época en la que Álvarez le acusa de haber abusado de él.
CNN ha hecho varios intentos, pero no ha sido posible localizar a Sánchez. También preguntamos al Vaticano más datos sobre ambos sacerdotes, pero no obtuvimos respuesta.
Álvarez y Francisco Javier coinciden en la dificultad que les supone superar lo vivido. “Te acostumbras a vivir con ello, quizás, pero eso no se olvida”, asegura Francisco Javier. Sobre la prescripción del delito, Álvarez añade: “En sus mentes habrá prescrito; en la mía, no. Los daños siguen. Y esto es lo que más daño hace, que no te crean”.