Nota del editor: Jorge Dávila Miguel es Licenciado en Periodismo desde 1973 y ha mantenido una carrera continuada en su profesión hasta la fecha. Ostenta posgrados en Ciencias de la Información Social y Medios de Comunicación Sociales, así como estudios superiores pos universitarios en Relaciones Internacionales, Economía Política e Historia Latinoamericana. Es de nacionalidad cubana y ha recorrido casi todos los niveles y labores de su profesión, desde reportero hasta corresponsal extranjero en prensa plana y radial, así como productor ejecutivo en medios televisivos. Como columnista, Davila Miguel ha sido premiado por la Asociación de Periodistas Hispanoamericanos y la Sociedad Interamericana de Prensa. Actualmente Dávila Miguel es columnista del Nuevo Herald, en la cadena McClatchy y analista político y columnista en CNN en Español. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
… tus fronteras son
fuente de luz,
faros de libertad …
América Inmortal
(CNN Español) – Según informaciones oficiales, el Ejército nacional de Venezuela cuenta con unos 1.100 tanques — entre pesados y ligeros—74 aviones de combate, tanto rusos como estadunidenses y chinos, además de unas 250 baterías antiaéreas entre las que se encuentran las S300, los mismos misiles que la Federación Rusa desplegó en Siria para evitar los ataques aéreos israelíes. La información es extensa y específica. Incluso menciona el número de pistolas con las que el gobierno de Nicolás Maduro dice contar para repeler una invasión si el asunto llega a la distancia corta: más de 300.000.
Pero eso no importa, dirían los que consideran que la cruzada democrática venezolana iniciada desde Washington a través de Luis Almagro y la OEA, ha llegado a la madurez para el uso de las armas. Al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, quien se declaró presidente interino, dicho uso se le sale por los poros, y también, cuando puede, por los labios.
Pero el armamento del Ejército nacional de Venezuela no cuenta para los gavilanes de la oposición. Todos están convencidos de que en cuanto los helicópteros y los infantes de Marina comiencen a entrar por la frontera, cantando América Inmortal, los soldados y milicias bolivarianas se desmerengarán. Todo es posible, pero este sería el tercer intento de confiar en un desmerengamiento automático. Los dos anteriores han fallado. Falló cuando Guaidó tomó la presidencia interina con un importante apoyo internacional, Maduro no huyó despavorido. Y también falló el reciente 23 de febrero cuando tampoco el Ejército se pasó al lado opositor.
La gran pregunta es qué pasará ahora, más allá de las grandes declaraciones diplomáticas, y el prometido apoyo de los presidentes y países que reconocen a Guaidó como el presidente. Sobre todo, el de Estados Unidos de América, verbigracia, el gobierno de Donald Trump.
Porque todo empezó, (además de por el descalabro innegable, la corrupción, la desbocada inflación, los abusos, entuertos y barbaridades del gobierno de Nicolás Maduro; a los que se suman los errores garrafales y continuados de la oposición venezolana que no por no decirse, dejan de existir), en el flamante Washington, con la OEA de Luis Almagro y el desarrollo de un plan que ha culminado simple y graciosamente en este terrible teatro de los acontecimientos. Un plan que fue tomando fuerzas, en la dirección de no solo terminar con el entuerto madurista, sino con un plan de aliento continental para el “cambio de régimen” en otros dos países: Cuba y Nicaragua.
- Mira: La razón por la que el alto mando militar de Venezuela le manifiesta lealtad a Maduro
James Bolton con su libreta amarilla, ¿mostrado al descuido a la prensa? y sus “5.000 soldados para Colombia”, además de Donald Trump con su discurso del “eje del mal”. A Trump lo invitaron a Miami y lo pusieron en el escenario que más le gusta: una audiencia, mientras más grande mejor. Lo trajeron para comprometerlo. ¿Y qué iba a decir Trump? De seguro dos cosas: primero, que él era el mejor presidente que ojos humanos vieron y segundo, lo que toca decirle a una audiencia para que piense que uno es el mejor presidente que ojos humanos vieron.
Y así fue. Les prometió que los días estaban contados para Maduro y de esa manera se estableció en Miami una importante baza mediática para convencer a tirios y troyanos de que el desmerengamiento bolivariano el siguiente sábado 23F era inevitable: con ayuda humanitaria o con tiros. De esa manera, Trump reafirmaba mediante su firmeza democrática lo que muy bien podría pasar a la historia de los planes estratégicos de Washington como “el abecedario de Trump”. Sucedió pocos días antes, durante la visita del presidente de Colombia, Iván Duque a la Casa Blanca. Un periodista le preguntó a Trump:
Presidente Trump, si el presidente Maduro sigue en el poder, ¿usted tiene algún plan B?
Presidente Trump: Yo siempre tengo un plan B, y C y D y E y F y G. Tengo gran flexibilidad. Probablemente tengo más flexibilidad que cualquier otro hombre que haya estado jamás en esta oficina. Así que veremos. Pero hay muchos planes, y veremos hacia dónde vamos…
Pero a tenor de esa respuesta uno le preguntaría a Trump: señor presidente, sabemos que usted ahora está muy ocupado en Hanoi hablando con Kim Jong Un. ¡Pero queremos hacerle llegar desde estas humildes páginas la urgente petición de que nos diga cuál es su plan B o al menos algún detallito! Fíjese que no le hablamos de todos sus planes, pero sí por lo menos, ya que viene bien después del descalabro del 23F, cuál sería su plan B. Y si puede también decirnos algo del C. No querríamos importunarlo pidiéndole que nos dijera nada del plan D o del E, y mucho menos del F o del G. Pero los que nos preocupamos por la crítica situación venezolana estamos muy ansiosos de conocer qué es lo que usted va a hacer ahora con Venezuela, además de enseñarnos el abecedario.
Pero el presidente Trump en ese momento calla. No responde. No sabe, ni se acuerda, ni le interesa cuál será el plan B o el G, pero lo que sí sabe es que desde el principio, cuando hablaba de que “todas las opciones estaban sobre la mesa” y muchos estaban seguros de que al gobierno de Maduro le quedaban las horas contadas, lo que decía era exactamente eso: que todas las opciones estaban sobre la mesa, incluida la de no meter a Estados Unidos en otro conflicto militar. Él sencillamente se prestó al show. Le prometieron que aquello se desmoronaría por sí solo y qué más le daba dejarse llevar por una operación cuidadosamente preparada por las gentes en que más confía.
Es posible que este cronista se equivoque, y que el abecedario de Trump en realidad exista. La crisis venezolana sigue y tal vez nos enteremos en los próximos días. O no. ¿Quién se acuerda de Kashoggi?