Nota del editor: Steve Cammarota es padre de un niño con necesidades especiales y cofundador de Green Leaf Consulting Group, una consultora de sistemas en el área de Filadelfia. Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor.
(CNN) - Cuando leí la noticia de que la secretaria de Educación Betsy DeVos proponía recortar el financiamiento a las Olimpíadas Especiales, sentí enojo, pero no me sorprendió.
DeVos argumentó que con el aporte de los donantes filántropos, la organización no necesita el respaldo financiero del gobierno. Pero fue la forma en que desestimó la importancia de los programas que apoyan a los niños con necesidades especiales lo que expuso el valor, o la ausencia de valor, que ella le adjudica a las organizaciones como las Olimpíadas Especiales.
“No les hacemos a nuestros hijos ningún favor cuando tomamos prestado de su futuro para invertir en sistemas y políticas que no están rindiendo mejores resultados”, dijo DeVos. Aún suponiendo que lo dijo con las mejores intenciones, este comentario muestra una incomprensión evidente de los beneficios sociales de los programas que apoyan a individuos con necesidades especiales.
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Ahora bien, no soy la persona más objetiva en cuanto a este tema. Soy padre de Sam, un adolescente con discapacidad intelectual en el anteúltimo año de la secundaria. No se suponía que viviera mucho después de haber nacido y, si lo hacía, no se suponía que pudiera hacer mucho a nivel físico o mental. Pero ha desafiado todas las expectativas y es un adolescente activo y feliz.
Sam todavía no puede hacer todo lo que podría hacer un típico joven de 15 años. Cada mañana, mi esposa y yo lo vestimos, le atamos los cordones y lo ayudamos a lavarse los dientes; por la noche lo bañamos y le leemos porque no puede leer por su cuenta. Durante gran parte de su vida, Sam requerirá este tipo de ayuda entre otras formas de asistencia con las habilidades básicas de la vida y, por supuesto, con otras más complejas. Sin embargo, hay un área en la que Sam es relativamente independiente y es en el atletismo. Puede correr, lanzar, golpear, patear, atrapar y tirar cualquier tipo de pelota. Cuando Sam participa en actividades atléticas, siente autoestima real por competir de manera justa e independiente en algo en lo que sus pares típicamente disfrutan.
Las Olimpíadas Especiales representan solo una avenida para que los discapacitados utilicensus habilidades atléticas. Hay otros incontables programas similares desde el nivel básico hasta aquellos que les brindan exposición similar a quienes tienen discapacidades intelectuales. Estos programas benefician a los Sam del mundo mostrándoles mayor respeto e inclusión, lo que pocas veces reciben de otras fuentes. Pero quizás lo más importante, contrario a la declaración de DeVos, sean los beneficios de estos programas para la sociedad en su conjunto. He visto de primera mano cómo han cambiado los voluntarios que trabajan con participantes de las Olimpíadas Especiales.
Terminan la experiencia con una nueva valoración sobre la inclusión, la empatía y la tolerancia. Y estas experiencias las llevan a sus vidas diarias, lo que les permite ver a las personas con discapacidades intelectuales un poco menos discapacitadas y un poco más como ellos mismos. Esta perspectiva redundará en más inclusivos y cuidadosos futuros líderes empresariales, padres, maestros, entrenadores y políticos, que darán forma a nuestra cultura social por generaciones. Si DeVos se diera cuenta del impacto de las Olimpíadas Especiales, sabría que el futuro sería aún más luminoso con el respaldo gubernamental continuo.
La mayoría de las personas como Sam nunca podrán votar, organizar una protesta, llamar a su legislador o defenderse por sí mismos de ningún otro modo, por lo que realmente dependen de la comprensión y tolerancia de los demás para luchar por un futuro brillante. Lo mejor que podemos hacer en nombre de quienes no tienen una voz real es abogar por ellos.
Si necesitamos inspiración para hacerlo, basta con ver el lema de los atletas de las Olimpíadas Especiales: “Permíteme ganar, pero si no gano, permíteme ser valiente en el intento”.
(Traducción de Mariana Campos)