(CNN Español) – En los vastos llanos del oeste de Texas se encuentra la ciudad de Marfa, donde el cielo azul celeste contrasta con las áridas pasturas de un valle que se extiende hasta el Río Grande y la frontera con México.
Fue aquí donde en 1954 se enterró al idioma español en la escuela primaria Blackwell, una escuela primaria que, en aquel entonces, segregaba a los alumnos mexicoamericanos de los blancos.
Blackwell es ahora un museo. La presidenta de la organización que lo administra es Gretel Enkle, quien dice que el sepelio fue un intento de eliminar el idioma español, “porque Marfa siempre fue predominantemente hispana” explica Enkle.
Esa fue una idea de la maestra Emily Davis, quien justificó sus acciones diciendo que era difícil mejorar el inglés de los hispanoparlantes, que tenían un marcado acento.
Davis escribió un ensayo resumiendo el event, en el que sus alumnos del séptimo grado escribieron palabras en español y las depositaron en un ataúd que sería enterrado en el patio de la escuela. Agrega que se interpretaron canciones patrióticas y se organizó una procesión fúnebre. Admite que fue entonces que perdió el control del evento cuando dos jóvenes comenzaron a discutir durante el entierro, insultándose mutuamente en español, lo que causó risas entre los participantes.
La maestra calificó el evento de gran fiasco.
Alumnos como Mario Rivera, quien si bien no estuvo presente en el sepelio simbólico, recuerda que los maestros que los reprimían sí hablaban español, dice que durante el recreo siempre hablaban español evitando que los escucharan los educadores.
Agrega que él no habló bien inglés hasta que eventualmente se juntó con alumnos “güeros” en juegos de beisbol.
Cuenta que su familia, que incluye a 10 hermanos, solo hablaba español en casa al igual que la mayoría de los mexicoamericanos que vivían en Marfa.
Leonel Salgado también estudió en Blackwell y se graduó antes de la ceremonia de sepelio del español. Dice que su vida cambió al llegar a esa escuela porque las maestras no hablaban inglés. “Me cambio la vida”, asegura.
Marfa tenia dos escuelas primarias, pero estaban segregadas. Una práctica que, según Enkel, comenzó alrededor de 1892, unos 50 años después de la firma del tratado de Guadalupe Hidalgo con el que México cedió territorios desde Texas hasta California a Estados Unidos.
A los residentes que permanecieron en esos territorios se les otorgó ciudadanía estadounidense, aunque en ocasiones no se les trataba como iguales.
Enkel explica que a los alumnos de Blackwell solo les daban libros y equipo de segunda mano y algunos maestros solo firmaban contratos por uno o dos años en espera de “una escuela mejor”.
Rivera y Salgado dicen que a pesar de eso no se sintieron segregados, porque los hispanos eran la mayoría en la ciudad Tenían sus propios negocios y servicios y era común ver a los blancos entrar a esas tiendas.
Blackwell era la escuela más grande.
Salgado recuerda que lo único que le llamaba la atención era que la escuela para “güeros”estaba más cerca de su casa.
Rivera dice que si en Marfa no tenían restricciones para que los mexicanos entraran a los negocios de blancos, en otras ciudades texanas había que tener cuidado “porque había lugares de comida que decían que no servían a mexicanos” explica.
Durante la época en la que grupos minoritarios luchaban por el fin de la segregación racial en el país, la situación de las escuelas para hispanos era más complicada, porque el mismo tratado de Guadalupe Hidalgo estableció que a los mexicanos se les considerara blancos, por lo que no eran consideradas segregadas, explica Enkle.
Además, la escuela secundaria si estaba integrada y es ahí donde, Rivera explica, sí se veían las diferencias étnicas. “Algunos maestros favorecían a los blancos”.
La escuela lleva el nombre de Jesse Blackwell, que Enkle dice fue director de la primaria por 20 años desde 1940, y organizó concursos académicos con otras escuelas segregadas, lo que ayudó a mantener un buen nivel de educación para los alumnos mexicanos.
Rivera, ahora retirado luego de una carrera como ingeniero, dice que tiene buenos recuerdos de sus maestros.
Salgado cuanta que las maestras reconocieron su habilidad con la caligrafía desde el primer grado, premiándolo con un certificado que dice fue de gran orgullo para él y su familia.
Una habilidad que asegura le ayudó a entrar en la política, luego de servir en la Marina de EE.UU. Inicialmente escribía las pancartas para eventos cívicos donde se inspiro a postularse primero como miembro de la mesa directiva del distrito escolar y luego como concejal del condado.
Blackwell cerró sus puertas en 1965, once años después del entierro del español.
La creciente población estudiantil se mudó a una nueva escuela totalmente integrada.
El idioma español aún predomina en Marfa pero irónicamente, lo que la maestra Davis no pudo forzar en sus alumnos hace más de 50 años, las nuevas generaciones lo hacen voluntariamente.
Rivera dice que “ahora nacen hablando inglés y lo tienen en la televisión, en los radios y el español ya se les va borrando”.
Y Salgado se lamenta de que “hay muy pocas familias en las cuales los nietos hablan español”.