Nota del editor: Jorge Gómez Barata es columnista, periodista y exfuncionario del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y exvicepresidente de la Agencia de noticias Prensa Latina. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Durante la Semana Santa, momento de oración, recogimiento y expresión de buenos deseos, un grupo de cubanos y cubanoamericanos, integrantes de la Alianza Martiana, con sede en Miami, se dirigieron al papa Francisco para expresar su pesar por las recientes medidas del gobierno de los Estados Unidos que recrudecen el embargo económico contra la Isla, tratando de apelar a sus buenos oficios y a su autoridad espiritual.
La misiva, entregada a monseñor Thomas Wenski, arzobispo de Miami, con el ruego de que la hiciera llegar al Santo Padre, recuerda que la intervención personal de Francisco ante los presidentes Barack Obama y Raúl Castro contribuyó decisivamente al proceso de diálogo entre Cuba y los Estados Unidos, que en 2015 condujo al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos estados, abrió espacios para el entendimiento mutuo, generó prosperidad en la población de la Isla, y alentó esperanzas.
Más allá de su significado político, para los cubanos, la gestión papal tuvo un significado espiritual y humano trascendental.
La carta, suscrita por los líderes de varias organizaciones que se juntan para formar la citada Alianza Martiana, recuerda que fue su Santidad Juan Pablo II quien en 1998, durante una santa misa oficiada en la Plaza de la Revolución de La Habana, proclamó la célebre fórmula: “Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”, deseo cumplido con creces cuando la apertura auspiciada por Francisco incluyó a la Isla y a los Estados Unidos, atrapados en una virulenta confrontación que duraba más de medio siglo.
En memoria de tan trascendental resultado y al hecho de que, además de Francisco, otros dos papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI, de visita en la Isla oraran por el fin del embargo y el cese de los sufrimientos que esta política origina al pueblo cubano, los firmantes de la misiva apelaron al Santo Padre para que nuevamente interceda esta vez ante el presidente Donald Trump.
Al respecto es preciso recordar que la mediación papal involucró a la Iglesia cubana, que en la persona del cardenal Jaime Ortega Alamino, entonces obispo de La Habana, tuvo un elevado protagonismo en el intercambio de mensajes entre Barack Obama y Raúl Castro.
Como beneficio colateral, estas gestiones vincularían en una causa nacional común a las iglesias de Cuba y la Florida donde se concentra la mayoría de los fieles católicos cubanos y a una organización de matriz martiana, hecho profundamente simbólico.
Al saludar la iniciativa de la Alianza Martiana y agradecer la colaboración del obispo de Miami, parece pertinente apelar también a la Iglesia católica cubana para que se sume al pedido de que el papa renueve sus gestiones a favor de detener la escalada de sanciones, y retomar la senda del diálogo y la normalización.
Seguramente el gobierno cubano acogería con beneplácito las gestiones de la Iglesia católica, así como de otras entidades religiosas y factores de la sociedad civil cubana, a favor del reinicio del acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos en busca de soluciones a los asuntos pendientes, incluidas las reclamaciones económicas mutuas.
Como ha sido probado, el camino de la confrontación no es un buen camino.