Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de más de siete libros y colaborador en publicaciones sobre temas internacionales. Actualmente se desempeña como director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. Colaboró con diferentes medios nacionales como Clarín, El Cronista, La Nación, Página/12, Perfil y para revistas como Noticias, Somos, Le Monde Diplomatique y Panorama. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentina.
(CNN Español) – La reciente crisis del gobierno israelí es una clara demostración de que no se puede mirar al Estado de Israel solamente en clave del conflicto con los palestinos.
La complicada relación entre las personas religiosas y las laicas, fue —y es— uno de los problemas que tuvo que enfrentar el Estado de Israel desde su nacimiento en 1948.
Los sectores religiosos lograron que el sábado (el shabat) fuera el día de descanso, que el matrimonio solo se celebre según el rito religioso y la autonomía de la población llamada “ultraortodoxa” en numerosos ámbitos, incluyendo el educativo. Además, obtuvieron la exención del servicio militar obligatorio a quienes se dedican al estudio de los libros sagrados, y algunos de ellos ni siquiera reconocen al Estado de Israel y rechazan al movimiento sionista que consideran impío y laico. Pero otros forman parte de la extrema derecha israelí, que justifica el nacionalismo y la conquista de los territorios palestinos apelando a fundamentos religiosos.
Es la complicada relación entre lo religioso y lo laico lo que provocó la actual crisis y la nueva convocatoria a elecciones. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, había negociado el apoyo de varios partidos religiosos a cambio de que sus jóvenes estudiosos no estuvieran obligados a servir en las Fuerzas Armadas. Pero su antiguo ministro de Defensa y canciller, Avigdor Liberman, rechazó formar parte de una coalición con su partido si se mantenía lo que el mundo laico considera privilegios desmedidos hacia los religiosos. Y Netanyahu no logró los votos de Lieberman en el Parlamento para formar gobierno.
Desde el nacimiento del Estado de Israel hubo duros enfrentamientos entre “religiosos” y “laicos”, con masivas manifestaciones callejeras por temas que pueden parecen triviales, como la apertura de cines o restaurantes el día sábado. Pero el asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin, en 1995 a manos de un militante religioso de extrema derecha, ahondó las diferencias. El asesino justificó su crimen invocando preceptos religiosos al calificar a Rabin de “traidor” y “entreguista”, por ceder territorios judíos a los palestinos invocando preceptos religiosos. Una encuesta posterior al magnicidio reveló que más del 30% de la juventud no condenó lo que había hecho el asesino – sentenciado a cadena perpetua.
La convivencia entre personas religiosas y laicas suele ser complicada. En el Estado de Israel las diferencias se trasladan inmediatamente a la política. Hasta tal punto, que impidieron la formación de un gobierno.