Nota del editor: Alyssa Milano es actriz, activista, productora y copresidenta de Healthcare Voter. También es fundadora de #nora y Patriot NOT Partisan, y es miembro de la junta directiva de la Coalición ERA. Las opiniones expresadas en estos comentarios son propias de la autora.
(CNN) – Hace dos años, Alec Smith, de 26 años, murió como consecuencia de haber racionado su insulina después de superar la edad límite para permanecer en el plan de salud de su madre. Pero él no es el único.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, o CDC por sus siglas en inglés, más de 30 millones de personas en Estados Unidos —casi uno de cada 10 estadounidenses— tienen diabetes. Otros calculan que 84 millones son prediabéticas y podrían requerir insulina más adelante durante sus vidas. La tasa es aún más alta entre personas de color, en especial en la gente indígena, la gente negra y la gente latina.
Las personas diabéticas toman insulina para sobrevivir. Y si bien poco ha cambiado en cuanto a cómo se produce la insulina, sus precios se han disparado. En algunos casos se han más de triplicado durante los últimos 10 años. Como resultado, hasta una de cada cuatro personas que toman insulina se brincan dosis, porque no pueden pagar el medicamento que los mantiene con vida.
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En respuesta, los activistas en todo el país se están movilizando y están contraatacando: contamos historias de pacientes, amplificamos las voces de los demás y estamos exigiendo que haya insulina asequible ahora.
En las elecciones intermedias de 2018, los estadounidenses le enviaron un mensaje claro al Congreso: votamos por miembros del Congreso que defienden el acceso de nuestras comunidades a atención médica asequible, y sacamos de sus cargos a los políticos que se rehusaron a defendernos. Los votantes a favor de la atención médica surgieron desde cada rincón del país. De hecho, de costa a costa, la atención médica fue el tema determinante en las campañas.
Sin embargo, los legisladores aún no han aprendido la lección. En el gobierno de Trump, la influencia de la industria farmacéutica tiene un lugar protagónico, e incluye al secretario del Departamento de Salud y Servicios Sociales, Alex Azar, expresidente de Lilly USA, la división más grande de Eli Lilly. Así es. Azar, la persona que supervisó un crecimiento de más del triple del costo de la insulina más popular de Eli Lilly, está ahora a cargo de regular a la empresa que le pagaba casi 2 millones de dólares al año.
Los altos costos crecientes de medicamentos vitales los están poniendo cada vez más fuera del alcance de la gente que más los necesita, y muchos de nuestros políticos han dejado en claro que no defenderán a los pacientes de la codicia de las adineradas empresas farmacéuticas. Para empeorar las cosas, solo tres empresas producen insulina a gran escala en Estados Unidos, por lo que dominan el mercado y han aumentado los precios drásticamente durante las últimas dos décadas.
Si se les pregunta a los ejecutivos de las farmacéuticas, dicen que necesitan aumentar los costos de estas drogas para mantenerse al día con la investigación y el desarrollo. Lo cierto es que gastan más de su dinero en mercadotecnia.
En 2019, Eli Lilly ya ha gastado más en mercadotecnia de lo que ha gastado en mejorar los medicamentos que vende. Durante el mismo período, ya ha gastado más de 1,4 millones de dólares en grupos de cabildeo. Mientras tanto, el actual presidente del directorio ejecutivo de Eli Lilly ganó más de 15 millones de dólares el año pasado.
A pesar de todo este gasto en anuncios comerciales, grupos de cabildeo y salarios de ejecutivos, gente como Smith sigue muriendo porque no puede pagar el medicamento.
Esta es la terrible y desgarradora verdad contra la que luchan las familias en todo el país cada día. Las empresas y ejecutivos adinerados están ganando millones, al poner en riesgo las vidas de millones de estadounidenses que tienen diabetes, y la mayoría de los políticos se rehúsa a actuar.
Hay una esperanza: la priorización del acceso a medicamentos farmacéuticos se ha vuelto un tema principal para los aspirantes presidenciales demócratas. La senadora Kamala Harris tiene un plan que permitiría que el gobierno federal establezca los índices de algunos precios de medicamentos. Y los senadores Elizabeth Warren, Amy Klobuchar, Kirsten Gillibran, Bernie Sanders y Cory Booker están entre los aspirantes que abogan por un precio de referencia internacional.
A medida que los activistas siguen alzando sus voces y contando sus historias, los votantes clasifican los precios de los medicamentos como una prioridad de política (y, como halló recientemente Navigator Research, confían más en los demócratas para resolver los desafíos de la atención médica de los estadounidenses). Frente al costo creciente, los estadounidenses no pierden la esperanza.
Y yo tampoco.
Smith tenía 26 años cuando murió. Antavia Lee-Worsham, una joven en Cincinnati tenía 22 años cuando murió. Esto es en Estados Unidos, donde tenemos la tecnología y la medicina que mantiene con vida a la gente, pero carecemos de la voluntad para asegurarnos de que la gente tenga acceso a ellos.
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Hace apenas algunas semanas, la madre de Smith, Nicole Smith-Holt —ahora activista de T1International, una organización que apoya y empodera a la gente afectada por la diabetes tipo 1— habló en una conferencia de prensa afuera de las oficinas centrales de Eli Lilly en Indiana para exigir costos más bajos. Ella, junto con activistas y defensores de todo el país, exigieron que las empresas de medicamentos y los políticos emprendan acciones audaces, y lanzaron la campaña “Insulina asequible AHORA”.
Y hace tan solo unas semanas, ‘T1International e Insulina asequible AHORA’ se unieron a otros grupos y viajaron a Canadá para comprar insulina más barata del otro lado de la frontera. Hoy, los que abogan por el cuidado de la salud y los activistas de diabetes se están alzando.
Durante mucho tiempo, los políticos y las empresas farmacéuticas han valorado las ganancias por encima de los pacientes, pero ya no más. Estamos enfrentando a los políticos y a los intereses especiales en Washington y en las cámaras de representantes de todo el país, y les estamos diciendo ya basta.
No podemos darnos el lujo de tener ni una muerte más por racionamiento de insulina.
(Traducido por William Montes)