Advertencia: contiene spoilers sobre el final de la temporada 2 de “Big Little Lies”.
(CNN) – No había nada en “Big Little Lies” que demandara su regreso, aunque el casting de Meryl Streep y la reunión de un elenco de renombre provocaron una emoción comprensible sobre la vuelta de la serie ganadora del Emmy.
Sin embargo, después de un comienzo sólido – que exploraba cómo los miembros del “Monterey Five” lidiarían, tanto de forma individual como colectiva, con las consecuencias de esos eventos explosivos y fatales – la narrativa comenzó a sentirse un poco sin rumbo. La controversia sobre las relaciones entre bambalinas –y en particular respecto a si los productores socavaron la contribución del director Andrea Arnold– solo magnificó esas percepciones.
Con todo eso como contexto, las expectativas por el final, que se transmitió el domingo por la noche, pasaron de ser demasiado altas a quizás muy bajas sin ninguna razón. En el análisis final, un episodio que pasó gran parte del tiempo en la sala un tribunal resultó en una decisión dividida: si bien el resultado terminó siendo anticlimático en algunos aspectos, finalmente abordó el tema central: que para las cinco mujeres conectadas por el cierre de la primera temporada, como lo dijo Celeste, interpretada por Nicole Kidman, “la mentira es la amistad”.
La fuerza impulsora detrás de la última temporada, además de la sospechosa Mary Louise, interpretada por Streep, se convirtió en el desalentador desafío de guardar secretos, especialmente cuando tienen que ver con la culpa relacionada con un asesinato, incluso si este era necesario.
En el capítulo final, el costo de ese engaño motivó a cada uno de los personajes a avanzar en sus historias individuales: para Madeline (Reese Witherspoon), encontrar una manera de salvar su matrimonio; para Bonnie (Zoe Kravitz) y Renata (Laura Dern), acabar con los suyos, y para Jane (Shailene Woodley), embarcarse en un nuevo romance.
El guionista y productor David E. Kelley compartió el crédito de la historia con la autora de “Lies”, Liane Moriarty, pero el arco narrativo mostraba muchos de los sellos de él, especialmente en cuanto al giro hacia un drama en la corte, mientras Celeste luchaba por mantener la custodia de sus hijos. Eso creó una importante plataforma para que Kidman y Streep se enfrentaran en la corte, pero también se arriesgaba a transformar “Big Little Lies” en el equivalente de una cobertura judicial de NBC, solo que con calidad para un Oscar.
Después de esos arrebatos, el discreto final – cuando las cinco caminan decididas rumbo a la estación de policía– ofrecía la esperanza de redención, la posibilidad de que todas dejasen la mentira detrás de ellas y siguieran adelante. No fue especialmente satisfactorio, pero se sintió más fiel a los personajes que mucho de lo que ocurrió antes.
La temporada 1 de “Big Little Lies” fue un gran éxito para HBO, el tipo de franquicia de la que las televisoras no quieren separarse. Sin embargo, el éxito de la extensión de tales programas – básicamente, el intento de que un rayo impacte dos veces en el mismo sitio– definitivamente ha tenido resultados variados (CNN y HBO comparten la empresa matriz WarnerMedia).
Es suficiente con calificar la temporada 2 como un experimento novedoso aunque poco exitoso: un programa que era fácil de ver y que produjo momentos fuertes, sin presentar una razón convincente para su existencia.
Las estrellas se alinearon, literal y de forma figurada, para hacer que “Big Little Lies” se sintiera como una oportunidad genuina. Pero no siempre es necesario un segundo acto o un cierre definitivo.
Además, dado que los tiempos son lo que son, es reconfortante pensar, o simplemente especular, que la verdad, en última instancia, los hará libres a todos.