Nota del editor: Van Jones es presentador de “The Van Jones Show” y comentarista político de CNN. Es cofundador de #cut50, una iniciativa bipartidaria y nacional de justicia criminal de “The Dream Corps” y director ejecutivo de Reform Alliance. Las opiniones expresadas en este comentario son propias del autor.
(CNN) – Es difícil no llorar al mirar este video. Un hombre que estuvo encarcelado durante 23 años traspasó la puerta de la casa de su familia, según contó su hermana en una publicación en Facebook. El llanto de la madre deja a la vista su alegría, y es evidencia de la profundidad del dolor padecido por las familias que son separadas de sus seres queridos por un sistema de justicia criminal injusto.
Este video fue compartido miles de veces, en parte, porque todos necesitamos algunas buenas noticias estos días. Sin embargo, hay algunas noticias aún mejores para acompañarlo: la historia detrás de este video estaba siendo repetido en miles de versiones diferentes en todo el país.
La semana pasada, entraron en vigor las primeras disposiciones de la Ley Primer Paso. La legislación fue promulgada por el Congreso el año pasado con un apoyo bipartidario arrollador y presentó una meta ambiciosa de convertir al sistema federal de prisiones hacia la rehabilitación, y no solo hacia el castigo, a la vez que vuelve al sistema de justicia más justo y más humano. Desde que fue promulgada en diciembre, más de 1.200 personas ya han regresado a su casa con sus familias gracias a las reformas de sentencia retroactivas.
El viernes, 2.200 personas más se les unieron. Todas salieron de prisión el mismo día.
He aquí el por qué: hace décadas, el Congreso decidió que los individuos encarcelados podían obtener una reducción por buena conducta de hasta 54 días de cada año de su sentencia. Pero el Departamento de Justicia y la Agencia Federal de Prisiones interpretaron la ley de manera diferente y, en cambio, solo otorgaron 47 días. La pérdida de una semana por año podrá parecer poco, pero lo es todo para las familias que solo pueden hablar con sus seres queridos a través de un vidrio. Así que las familias que luchan por una reforma de la justicia criminal de parte de sus seres queridos encarcelados se fijaron como una de sus principales prioridades la corrección de esa mala interpretación, y ganaron.
La ley del Primer Paso arregló este error y corrigió el error retroactivamente. Ahora están regresando a sus familias miles de personas a quienes se les redujo el tiempo de encarcelamiento, una reducción otorgada a raíz de su buen comportamiento durante su tiempo de encarcelamiento.
Muchos necesitarán ayuda para reinsertarse a la sociedad.
Una organización que cofundé, #cut50, se asoció a Root & Rebound y a la Fundación Margaret y Daniel Loeb para producir la “Guía para el primer paso a las segundas oportunidades”, un manual innovador con información esencial para exreclusos para que tengan una transición suave a su hogar, incluyendo ayuda para encontrar vivienda, empleo, matrículas, y más. En las próximas semanas, miles de copias de la guía les llegarán a los individuos liberados de prisiones federales, y a las centenas de organizaciones y voluntarios que serán esenciales para ayudarlos a formar una nueva vida.
La semana pasada también fue un punto de inflexión en la larga búsqueda de reenfocar el sistema de justicia criminal hacia la rehabilitación, y no solo hacia el castigo. No solo hubo un reencuentro de personas encarceladas con sus familias, sino que el Departamento de Justicia dio un gran paso hacia la finalización de los aspectos más injustos y punitivos del sistema.
El Departamento de Justicia anunció el viernes la publicación del primer borrador de su sistema de Evaluación de riesgos de necesidades. En el pasado, la Agencia de Prisiones solo evaluaban el nivel de riesgo del recluso y lo colocaban en instalaciones con un nivel de seguridad distinto. Bajo la ley del Primer Paso, también evaluará ahora lo que los reclusos necesitan para poder ser rehabilitados, desde clases de manejo de su ira hasta la enseñanza básica de alfabetización, y los emparejará con lo que necesiten. Los individuos encarcelados pueden entonces reducir la cantidad de tiempo que pasan en prisión al proseguir ese programa.
Aún mejor, esta evaluación tiene en cuenta cómo los individuos han transformado sus vidas durante su encarcelamiento. El antiguo sistema se fijaba en el nivel educativo o la cantidad de arrestos previos a la condena, que en gran parte está sesgada por las disparidades raciales en la calidad educativa o el exceso de vigilancia policial en las comunidades negras y otras razas.
En otras palabras, el viernes fue un punto de inflexión de un sistema que, con demasiada frecuencia, encerró gente y los dejó olvidados a un sistema que quizás aborde mejor las causas subyacentes que conducen al encarcelamiento, de un sistema que amplifica las peores injusticias raciales en nuestra sociedad a uno que busca darle una oportunidad a cada individuo de evolucionar y cambiar.
Está encaminado el trabajo duro de transformar la cultura de nuestro sistema de justicia criminal roto. Tantos los demócratas como los republicanos pueden celebrar este avance bipartidario.
La ley del Primer Paso fue tan solo eso, un primer paso. Hay un largo camino por recorrer. Pero ya se sienten los efectos de un enfoque compasivo y reflexivo respecto de la reforma de la justicia criminal.
Solo tienen que preguntarle a una familia cuyo ser querido regresó a casa la semana pasada.
(Traducido por William Montes)