Washington (CNN) – Estados Unidos está bajo ataque desde dentro.
Sabemos que puede suceder en cualquier lugar porque los tiroteos masivos ocurren en todas partes: en California, Texas, Ohio e Illinois en los últimos días en un festival, un Walmart, un distrito de vida nocturna y un parque infantil.
En estados con leyes de armas laxas y duras.
El presunto atacante de El Paso, Texas, es un nacionalista blanco. El tirador en California puede haber publicado pensamientos de supremacismo blanco en las redes sociales.
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El presunto atacante de Ohio no está, en este momento, vinculado a ninguna ideología en absoluto. En Chicago, fue un tiroteo desde un vehículo, una cepa diferente del cáncer de la violencia armada en Estados Unidos.
El efecto acumulativo de toda esta enorme violencia que se reproduce en un ciclo recurrente es que los corazones de los estadounidenses sufren por los hombres, las mujeres y los niños cuyas vidas han sido cortadas por las balas sin ninguna razón, pero el país – permanentemente en estado de shock – claramente no puede actuar para cambiar nada.
Un gobierno que cambia muy poco
Que la parálisis de los líderes de la nación es permanente se demostró después de que un hombre armado mató a 20 estudiantes de primer grado en Sandy Hook en 2012 y el Congreso no hizo nada. Se demostró nuevamente después de que estudiantes de secundaria fueron asesinados en Parkland, Florida. Se demostró después de que un tirador mató a fanáticos de la música country en Las Vegas. Se demostró después de que un hombre armado mató a personas en un club nocturno gay en Orlando.
Lo que una vez causó alarma y un debate a nivel nacional ahora es más aterrador porque … es normal.
El presidente Donald Trump ofreció sinceras condolencias durante el fin de semana, pero no estaba claro qué cambios de política, si es que alguna, seguiría.
“Realmente hemos hecho mucho”, dijo Trump a los periodistas sobre el trabajo de su administración en el tema, “pero quizás haya que hacer más”.
“Tenemos que detenerlo. Esto ha estado sucediendo durante años, durante años y años en nuestro país. Tenemos que detenerlo”, dijo.
Y dará un discurso el lunes a las 10 am ET.
Para los demócratas, Trump es culpable
Los demócratas se alinearon el domingo por la mañana para culpar a Trump y su aceptación de los nacionalistas blancos por crear un clima donde el odio prospera y está a la vista.
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Este es un presidente cuya retórica antiinmigrante fue un grito de guerra durante su campaña de 2016 para “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande” al construir un “hermoso muro” para evitar que los extranjeros, especialmente de México, vengan a “invadir” el país. La retórica se ha extendido inmensamente entre los fieles de Trump, que corearon “envíenla de regreso” el mes pasado cuando él denigró a una legisladora demócrata de la que había dicho que debería abandonar Estados Unidos. El evento se produjo después de sus ataques racistas contra cuatro congresistas, conocidas como “The Squad” (el escuadrón), a quienes Trump les dijo que regresaran a sus países “infestados de delitos”. Las cuatro mujeres son ciudadanas estadounidenses.
“Tenemos un problema con el terrorismo nacionalista blanco en los Estados Unidos de América hoy”, dijo el domingo el exrepresentante Beto O’Rourke, de El Paso, Texas, que se postuló en la primaria presidencial demócrata, y agregó que “son hombres blancos motivados por el tipo de miedo con el que trafica este presidente”.
“Él es responsable porque está avivando los miedos, el odio y la intolerancia”, dijo el senador de Nueva Jersey, Cory Booker.
El domingo por la mañana en ABC, el secretario de la Casa Blanca interino, Mick Mulvaney, defendió a su jefe y señaló que la era de los tiroteos masivos comenzó antes de que Trump asumiera el cargo.
“Este cáncer, esta dificultad que enfrentamos como nación, es anterior a esta administración por muchos, muchos años”, dijo Mulvaney. “¿Qué puedes hacer? Tienes que tratar de arreglar la sociedad, ¿verdad? Tienes que descubrir por qué la gente ahora se encarga de llevar armas ante grandes grupos de personas”.
Argumentó que los tiradores deben ser el foco, no las armas, y que el país debe descubrir cómo no prestarles atención.
“Hemos tenido armas en este país durante cientos de años”, dijo Mulvaney. “No habíamos tenido esto hasta hace poco y necesitamos descubrir por qué”.
La senadora de California, Kamala Harris, dijo que como presidenta le daría al Congreso 100 días para aprobar una ley o tomaría medidas presidenciales para endurecer las reglas de verificación de antecedentes, otorgar nueva autoridad a la ATF para quitar licencias a algunos vendedores de armas y prohibir la importación de armas de asalto.
Trump hizo algo similar después del tiroteo masivo en Las Vegas. Prohibió los llamados aceleradores de disparos o “bump stocks” que se utilizaron en ese tiroteo en particular.
La Segunda Enmienda sigue siendo un problema político
Pero Trump no se jacta de esa pequeña medida durante las manifestaciones políticas, sino que les dice a las multitudes que tengan miedo de los demócratas.
“Les van a quitar sus armas”, dijo sobre sus opositores políticos en un mitin en Carolina del Norte en julio.
Él quiere combatir el problema de armas de la nación con más armas y ha argumentado que maestros capacitados y otras personas deben portar armas para proteger a los estudiantes y que las leyes para restringir las armas harían que todos fueran como patos de feria.
Lo que contradice la filosofía de armas de Trump es el triste hecho de que la policía en Ohio reaccionó ante el tirador en un minuto y aún así este mató a nueve personas.
Trump defendió a los estadounidenses que quieren tener armas de asalto semiautomáticas AR-15 como entretenimiento durante una serie de preguntas sobre armas con Piers Morgan en Inglaterra en junio.
Morgan le preguntó a Trump cómo cambiaría la cultura de las armas en Estados Unidos y Trump cuestionó si era necesario cambiarla.
“Para algunas personas es entretenimiento”, dijo Trump sobre los AR-15. “Ellos salen y disparan y van a campos de tiro y se divierten muchísimo”.
Presionan por leyes de bandera roja
El senador Lindsey Graham, quien preside la Comisión de Justicia del Senado, sugirió el sábado la posibilidad de más leyes de “bandera roja” que permitan a familiares y conocidos identificar ante las autoridades a una persona que les preocupa que pueda comprar un arma y hacer más complicado que puedan comprar un arma de fuego.
Texas y Ohio no tienen tales leyes, pero California sí.
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Que el tiroteo en el festival del ajo de Gilroy ocurriera tan cerca del tiroteo en Texas muestra que las leyes sobre armas, de las cuales California tiene una de las más duras del país, llegan solo hasta cierto punto. Son los estados los que han tomado la delantera al abordar la violencia armada. Y hay un mosaico de leyes sobre armas en el país, aunque todas se remontan a la protección de la Segunda Enmienda por parte de la Corte Suprema.
Solo nueve estados y el Distrito de Columbia prohíben los cartuchos de municiones de gran capacidad. El Centro Legal Giffords Para Prevenir la Violencia Armada – que nació por la violencia armada y luego se fusionó con otra organización surgida después de que una congresista fuera baleada en una tienda de comestibles– identifica a California, Colorado, Connecticut, Washington, Hawai, Maryland, Massachusetts, Nueva Jersey, Nueva York y Vermont como lugares con prohibiciones que incluyen la venta, posesión y / o fabricación de tales cartuchos. Las leyes varían de estado a estado y definen los cartuchos como de 10 o 15 rondas.
El Congreso ha aprobado algunas pequeñas medidas en los últimos años. En 2018, los legisladores aprobaron un proyecto de ley que incentiva a las autoridades estatales y federales a reportar más datos al sistema de verificación de antecedentes de armas del país, llamado “Fix NICS”. En términos simples, el proyecto de ley no fortalece las verificaciones de antecedentes, sino que responsabiliza a las agencias federales si no suben los registros al sistema de verificación de antecedentes.
Pero los legisladores no han aprobado leyes que limiten las armas semiautomáticas desde 1994, cuando aprobaron la Ley de Control de Delitos Violentos y la Aplicación de la Ley, que hizo ilegal en la mayoría de los casos fabricar, transferir o poseer armas de asalto semiautomáticas. Esta expiró en 2004. La Cámara de Representantes aprobó en febrero un proyecto de ley de control de armas con apoyo bipartidista, HR 8, que requiere una verificación universal de antecedentes, pero el Senado aún no lo ha considerado.
Los demócratas exigieron el domingo que el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, convoque a los senadores durante un receso de agosto para considerar medidas de control de armas.
“El hecho de que tuviera un arma que pudiera… un arma de asalto que pudiera haber disparado … que pudiera haber matado a tantas personas con suficientes balas y cartuchos para abatir a prácticamente cualquier persona a lo largo de esa calle y en esos clubes y en esos edificios, me dice que el Congreso tiene que actuar y decir ‘No’ al lobby de armas por primera vez en la vida de Mitch McConnell como líder del Senado , dijo el senador Sherrod Brown de Ohio, quien apareció el domingo en CNN.
La oficina de McConnell no hizo comentarios.
No está claro que un nuevo sistema de verificación de antecedentes pudiera capturar a todos o alguno de los presuntos tiradores antes de actuar. Pero rompería el coma de décadas en el que el Congreso no ha hecho casi nada con respecto a las armas.
Hasta entonces, y probablemente después, los estadounidenses tendrán que soportar el hecho de que los tiroteos masivos y la violencia serán parte de la vida.