(CNN) – “Salta.”
Esa es la palabra que Kevin Hines escuchó en su cabeza el 25 de septiembre de 2000, mientras estaba parado en el puente Golden Gate. En medio de una lucha con una enfermedad mental, Hines comenzó a correr y saltó sobre la barandilla.
“Estoy cayendo de cabeza, e inmediatamente reconozco que si me golpeo primero en la cabeza, moriré”, dijo recientemente.
Hines tenía depresión y trastorno bipolar y llegó al puente porque pensó que sería la forma más fácil de morir. Sin embargo, tan pronto como pasó la barandilla, sintió un nuevo sentimiento: arrepentimiento.
En el aire, se maniobró para que sus piernas golpearan primero el agua.
Hines cayó 67 metros a aproximadamente 120 km/h. El impacto de una caída como esa es similar a golpear el concreto. El contacto destrozó dos de sus vértebras, y los médicos luego le dijeron que estuvo a solo 2 milímetros de cortar su columna vertebral.
En un dolor insoportable, Hines salió a la superficie y sintió que una criatura lo empujaba.
“Lo golpeé porque pensé que era un tiburón que iba a comerme, pero me ayudó a mantenerme a flote hasta que llegó la Guardia Costera”.
Más tarde, un testigo le dijo que fue un león marino el que lo ayudó ese día, el día que tomó “la peor acción” de su vida y la convirtió en una nueva misión. Su segundo acto estaría dedicado a la prevención del suicidio. Uno de sus mayores objetivos: conseguir una red en el puente Golden Gate para ayudar a salvar a los que saltan.
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El lado oscuro del Golden Gate
El puente Golden Gate es una de las estructuras más reconocibles del mundo, pero el sitio histórico tiene una historia oscura. Según la Fundación Bridge Rail, una organización sin fines de lucro dedicada a detener el suicidio en las instalaciones públicas, desde la apertura del puente en 1937, ha habido más de 1.700 suicidios confirmados y 300 sin confirmar. La fundación también estima que, en promedio, la Patrulla del Puente o la Patrulla de Carreteras de California impiden que alguien salte cada dos o tres días.
Hines dice que es muy difícil escapar de las tendencias suicidas. “El dolor emocional es 300.000 veces peor que el dolor físico. Es el enemigo interno que no puedes desafiar. Cuando estaba en ese puente, las voces en mi cabeza gritaban que tenía que morir”.
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En las últimas dos décadas, la tasa de suicidios en Estados Unidos ha aumentado un 33%, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC, por sus siglas en inglés), lo que la convierte en la segunda causa de muerte en este país para las personas de 10 a 34 años. Ese es el porqué Hines y su esposa, Margaret, comenzaron una fundación que busca educar y capacitar a las comunidades de todo el país sobre el bienestar mental y la prevención del suicidio.
“Vivimos en una sociedad de apatía”, dijo. “Cuando las personas ven a un extraño con dolor, dicen: ‘Ese no es mi problema’. No estoy de acuerdo”.
El día que Hines intentó suicidarse, había hecho un pacto consigo mismo: si alguien se le acercaba y le preguntaba si estaba bien, no saltaría.
“Si ves a alguien con dolor, es tu deber caminar y comprometerte y solo tratar de que se abran a ti y tratar de compartir lo que está sucediendo en su mente. Puede ser un conducto para el cambio”.
Desde ese día en 2000, la Fundación Bridge Rail dice que 571 personas murieron saltando del puente. Pero puede haber un final para la pérdida de vidas: la red de seguridad por la que Hines ha luchado está en construcción. Está previsto que esté completa en 2021.
“Ese puente es un presagio de la muerte, con lo hermoso que es, pero no lo será después de 2021”, dijo.
Al ver segmentos de la red por primera vez, Hines se conmovió hasta las lágrimas.
“Este es uno de los días más especiales de mi vida”.