Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor y analista político de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Las recientes elecciones de Guatemala han demostrado la importancia del balotaje o segunda vuelta, especialmente en los países que cuentan con más de dos partidos decisivos.
En Guatemala se celebró la primera vuelta el domingo 16 de junio y ganó ampliamente la señora Sandra Torres al frente de su partido Unión Nacional de la Esperanza, conocido como UNE, una formación de centroizquierda.
Torres obtuvo mayor número de votos, mientras el segundo lugar fue ocupado por Alejandro Giammattei, con aproximadamente la mitad de los votos conseguidos por UNE: alrededor de medio millón de sufragios a favor de VAMOS, una formación de centroderecha.
Ese fue el voto del corazón, a favor del candidato preferido. Pero faltaba votar con el hígado. Es decir, faltaba la segunda vuelta, en la que se suman los votos a favor y los votos en contra del candidato que se quiere derrotar.
Esto ocurrió el domingo 11 de agosto. En esos comicios Giammatei prácticamente triplicó sus votos, mientras Sandra Torres sólo aumentó su caudal de sufragios más o menos un 10%.
Esto le permitió a Giammattei ganar claramente los comicios con un 58% de los votos, mientras Torres sólo obtuvo un 42%.
Si las elecciones en Guatemala hubieran sido, por ejemplo, como en Panamá, donde sólo hay una vuelta electoral, Sandra Torres habría sido la presidenta durante cuatro años.
Hay que entender que en los países donde el electorado se fragmenta, el balotaje es muy importante. Tan relevante es el voto del corazón como el del hígado. Los seres humanos estamos hechos de querencias y de rechazos. Por eso se habla de votar con el corazón y con el hígado.
¡Viva, pues, la segunda vuelta! Las preferencias de la sociedad son mucho más claras.