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Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor y analista político de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

(CNN Español) – Tal vez si Donald Trump se hubiera informado mejor no habría ofendido a los daneses y a los groenlandeses de la manera en que lo ha hecho.

El presidente de Estados Unidos tenía previsto viajar a Dinamarca a principios de septiembre, pero recientemente envió un tuit en el que afirmaba que Estados Unidos estaba dispuesto a comprar Groenlandia al reino danés.

La primera ministra danesa Mette Frederiksen le respondió que era una proposición “absurda”, pues Groenlandia no estaba a la venta. Trump, supongo que afectado por un infantil ataque de rabia, canceló la visita.

Tiene razón Mette Frederiksen. En el 2008 los groenlandeses votaron en un referéndum por la autodeterminación. Ellos y no los daneses son los dueños de su destino.

Quedaron atrás los tiempos cuando los monarcas vendían o regalaban sus territorios con los habitantes que tenían dentro, como sucedió con Luisiana, Florida o Alaska.

Pero incluso antes del actual incidente, en 1982, los groenlandeses habían dado muestras de bastante independencia, cuando se salieron de la Unión Europea, contra el criterio de Dinamarca, proclamando su derecho a pescar ballenas, algo que forma parte de la tradicional cocina inuit.

Situada en el Ártico. Groenlandia es la mayor isla del planeta con más de 2 millones de kilómetros cuadrados (mayor que México), pero con sólo unos 57,000 habitantes debido a las condiciones climáticas del lugar. El 80% está bajo el hielo.

De esa población, más del 85% son lo que popularmente se conoce como “eskimales”, un 9% daneses y el resto de diversos orígenes.

Trump no aclaró qué pensaba hacer con esos pobladores en caso de que le hubieran vendido la Isla. ¿Otorgarles la ciudadanía americana, pese a su rechazo a los inmigrantes?

Tal vez eso explica un cartel que colocó un groenlandés: ¿En qué se diferencian los groenlandeses de Donald Trump? En que los groenlandeses no están a la venta.