Nota del editor: Alice Driver es periodista independiente y traductora, cuyo trabajo se enfoca en migración, derechos humanos e igualdad de género. Tiene su base en la Ciudad de México. Driver es autora de “More or Less Dead: Feminicide, Haunting, and the Ethics of Representation in Mexico.” En esta columna, Driver utiliza solamente los nombres, para no arriesgar ningún caso futuro de asilo. Las opiniones expresadas en esta columna son propias de la autora.
(CNN) – Cientos de migrantes africanos acamparon frente a las instalaciones de la Estación migratoria Siglo XXI, en Tapachula, México como protesta ante su incapacidad para abandonar legalmente el país.
Sani, un hombre musulmán de Ghana y miembro de la comunidad LGBTQ, dijo que huyó de su país de origen después de que su compañero fue apedreado a muerte y su casa fue incendiada con su madre adentro. “Mi destino final es Canadá”, indicó.
Sani dijo que prefería solicitar asilo en Canadá porque sentía que Estados Unidos, dadas las acciones del presidente Donald Trump, no trataría a alguien que fuera miembro de la comunidad LGBTQ y musulmán con justicia e igualdad. (Debido a que muchos migrantes estaban preocupados por su seguridad y por la protección de su identidad a medida que avanzan en el proceso de asilo, los entrevistados aceptaron ser identificados solo por sus nombres).
Durante mucho tiempo, tanto Estados Unidos como Canadá han sido refugios para exiliados, y han ofrecido un hogar a aquellos que son perseguidos por su fe o su identidad, a aquellos que huyen de la injusticia y la amenaza de muerte. Pero cada vez que la administración Trump ejerce su poder para atacar a un nuevo grupo de personas –la comunidad LGBTQ, migrantes–, esas acciones dañan nuestra reputación en el mundo y ponen en peligro la justicia para todos. Los miembros del Congreso de Estados Unidos deberían animar a Trump para que trabaje con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y así crear una solución binacional para los migrantes africanos que huyen de la persecución. De esa forma, las vidas de los migrantes no se convierten en otras víctimas de nuestras políticas de inmigración racistas.
LEE: Kevin McAleenan visita zona de frontera de Panamá y Colombia donde hay un albergue para migrantes
En mayo, Trump amenazó con aranceles sobre los productos mexicanos para presionar a López Obrador a disminuir la migración a través de México. Y en junio, los inmigrantes africanos y haitianos, quienes solicitaron el permiso de salida que les permitiría viajar a través de México legalmente, y, eventualmente, cruzar la frontera, se encontraron con que funcionarios de inmigración no procesaron su solicitud y tampoco explicaron por qué no podían recibir un permiso de salida. En su situación actual, los migrantes afirman que no pueden salir legalmente de Tapachula y están atrapados en la ciudad sin promesa de vivienda, alimentos o permisos de trabajo –situación que los ha obligado a vivir en la calle. Y ahora, cientos de africanos no pueden viajar a Estados Unidos o Canadá para solicitar asilo ni tampoco regresar legalmente a sus países de origen.
Donde EE.UU. no toma la iniciativa –en temas que van desde el respeto de los derechos humanos de los migrantes hasta el trato discriminatorio de la comunidad LGBTQ en EE.UU.– Canadá sí lo hace. Por ejemplo, en agosto, Trump anunció una nueva política que permite la detención indefinida de niños migrantes, y propuso una regla para permitir que las empresas contratadas por el gobierno federal, “organizadas con un propósito religioso”, discriminen por ser parte de la comunidad LGBTQ. Aunque el sistema de detención de migrantes de Canadá está lejos de ser perfecto, las noticias de la muerte de niños inmigrantes en centros de detención de EE. UU. y la separación de familias a través de las políticas de Trump han tenido un impacto en los ciudadanos de otros países. Muchos migrantes africanos atrapados en México creen que la nación que les ofrecerá justicia e igualdad es ahora Canadá y no Estados Unidos.
Muchos de los migrantes han enfrentado un viaje largo y peligroso. Muchos de ellos volaron a Brasil o Ecuador y luego tomaron autobuses o caminaron parte de su travesía a través de América Central, huyendo de los violentos conflictos étnicos en sus países de origen. Según algunos de los migrantes con quienes hablé, el viaje cuesta aproximadamente US$ 4.500 por persona.
La vida es un desafío para quienes ahora son obligados a vivir en tiendas de campaña en Tapachula. Cada día al amanecer, Brown, de 30 años, de Camerún, se despierta entre docenas de migrantes africanos cuando ellos dejan sus tiendas, recogen leña y se preparan para cocinar en la calle frente a las instalaciones de Siglo XXI en Tapachula. Siglo XXI sirve como un centro de detención y como un punto para procesar el papeleo de inmigración. No es sorprendente que, en las últimas semanas, también haya sido un punto de reunión para migrantes africanos que protestan por las recientes y severas medidas de migración.
Hace poco, en el brutal calor del mediodía, los migrantes bañaron a sus hijos con baldes de plástico mientras la Guardia Nacional Mexicana observaba en silencio. Como parte del acuerdo de López Obrador con Trump, para disminuir la cantidad de migrantes que cruzan de México a Estados Unidos, el mandatario mexicano envió unos 6.000 soldados de la Guardia Nacional a la frontera con Guatemala.
Durante su campaña presidencial, Trump prometió que México pagaría el muro a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México. Aunque eso no se ha cumplido (el muro, aparte de los 80 kilómetros de barreras de reemplazo, aún no se ha construido) después de la amenaza de aranceles de Trump, Estados Unidos y México firmaron una declaración conjunta por la cual México acordó tomar “medidas sin precedentes para aumentar la aplicación de la ley para frenar la migración irregular”, según una declaración del Departamento de Estado.
Desde entonces, muchos migrantes han dicho que los funcionarios del Instituto Nacional de Migración de México no han respondido a su solicitud de un permiso de salida.
MIRA: Guatemala: ¿puente aéreo de migrantes?
La agencia confirmó que los inmigrantes que protestaban fuera de las instalaciones requieren un permiso para viajar a través de México, pero dijeron que las autoridades se habían acercado a los migrantes para revisar sus casos, sin embargo, ellos “se negaron a recibir ayuda”, según un comunicado publicado el martes.
Brown huyó de una situación en Camerún en la que las fuerzas gubernamentales luchaban contra grupos separatistas y en el proceso mataban indiscriminadamente a civiles. Brown sacó su teléfono de su bolsillo para mostrarme un video de los cadáveres en su pueblo, personas que claramente habían sido asesinadas mientras corrían por sus vidas, con el terror aún visible en sus rostros. Tuve que apartar la mirada. Luego dijo: “Trump es un presidente loco. No le importan los seres humanos. Se preocupa por sí mismo”. Si bien los migrantes africanos culpan a los funcionarios de inmigración mexicanos por su situación, ellos ven las amenazas arancelarias de Trump contra México como el origen de los cambios en el procesamiento del permiso de salida.
Martha, de 43 años, de Angola, me mostró la pequeña carpa verde donde ella, sus siete hijos y su esposo habían estado viviendo durante el último mes y medio. Martha, como muchos otros migrantes africanos, dijo que esperaba solicitar asilo en Canadá porque sentía que era un país más seguro para una familia que Estados Unidos.
Esta es la nueva percepción que muchos inmigrantes tienen ahora de Estados Unidos, y es peligrosa. El mundo está observando claramente la forma en que la administración Trump trata a musulmanes, inmigrantes, mujeres y a la comunidad LGBTQ. Nuestra historia como un país que ofrece justicia e igualdad a todos se está evaporando rápidamente. A menos que Trump y López Obrador se unan para encontrar un plan que ayude a los migrantes africanos que buscan asilo, muchas vidas seguirán en juego.