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Decenas de bañistas salvan a una manada de ballenas varadas en la costa de Georgia
01:15 - Fuente: CNN

(CNN) – El destino de la cada vez más rara ballena franca del Atlántico Norte siempre se ha dejado en manos de los humanos.

Cazadas casi hasta el borde de su extinción, la población de estos animales está disminuyendo bruscamente de nuevo. Cualquier esperanza para su supervivencia, dicen los investigadores, requiere una acción inmediata.

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Un nuevo informe de Oceana, un grupo sin fines de lucro de defensa del océano, dice que a menos que se establezcan protecciones, la ballena franca del Atlántico Norte morirá.

“En algún momento, si la tendencia continúa, la recuperación simplemente será imposible”, escribieron los investigadores.

Solo quedan 400 de ellas, y menos del 25% son hembras reproductoras responsables de la supervivencia de la especie. Al menos 28 han muerto en los últimos dos años, dijo a CNN el director de la campaña de Oceana, Whitney Webber.

Su fuerte disminución ha sido impulsada por la pesca, la navegación y el cambio climático que afecta su suministro de alimentos, dice el informe.

“Realmente ya no vemos a las ballenas morir por causas naturales”, dijo. “Se están muriendo en nuestras manos”.

El declive es impulsado por la actividad humana

Se les llama la ballena franca (right, derecha en inglés) no porque ese sea su lado dominante, sino porque alguna vez fueron la “ballena indicada” (right también significa indicado en inglés) para cazar, pues nadan cerca de la orilla y flotan cuando son asesinadas.

Cuando se prohibió la caza de ballenas en 1935, fueron cazadas casi hasta la extinción. Luego, en las últimas décadas, la ballena encontró nuevos enemigos.

Al menos 100 ballenas francas se enredan en líneas de pesca verticales cada año, según el informe. Las pesquerías usan trampas y macetas en el fondo del océano con líneas verticales unidas a las boyas para que puedan levantarlas.

Las ballenas francas del Atlántico norte como esta luchan por liberarse de las artes de pesca. El enredo es una de sus principales causas de muerte.

Más de un millón de las líneas atraviesan las rutas de migración de ballenas en Estados Unidos y Canadá, dijo Webber. “Es un campo minado”, dijo.

Las líneas son extremadamente fuertes para soportar el peso de las macetas y trampas, por lo que cuando las ballenas quedan atrapadas en ellas, a menudo las arrastran durante meses, lo que las ralentiza y dificulta su alimentación, reproducción y natación. La línea también corta su carne, causando una infección que podría matarlas.

Pero las líneas han desafiado a las ballenas durante años. Las cosas se han vuelto mucho más difíciles en los últimos dos años, dijo Webber.

Desde 2017, el 8% de su población, 28 ballenas, han muerto en lo que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica ha calificado como un “evento de mortalidad inusual”.

Es probable porque su fuente de alimento, un pequeño plancton llamado copépodos, está huyendo hacia aguas más frías más al norte, dijo Webber. En Canadá, las ballenas enfrentan más líneas de pesca en el agua y un tráfico de barcos más pesado, sin mencionar cientos de kilómetros adicionales de viaje.

Esto significa que la búsqueda de comida podría ser fatal.

Estos problemas agravan la baja tasa de natalidad de la ballena. El mamífero no alcanza la madurez sexual sino hasta los 10 años, y las hembras suelen dar a luz solo una cría cada tres o cinco años. Sin embargo, el estrés por el enredo en las redes de pesca ha prolongado el período entre nacimientos a 10 años, según el informe.

Las ballenas tenían nombres y familias. Los investigadores están impactados

Debido a que hay tan pocas ballenas, los investigadores mantienen un catálogo de ellas. Todas tienen números, pero algunos, como Punctuation, tienen nombres.

El equipo que las estudió durante años conoce su linaje y ha visto a las crías convertirse en padres y, en algunos casos, en abuelas.

Punctuation, una ballena abuela llamada así por las marcas en forma de coma y guión en la espalda, murió en junio después de que un buque la golpeó, según el informe.

Los investigadores investigan la muerte de Punctuation, una abuela ballena franca que había sido estudiada durante casi 40 años. La mataron en una colisión de barco.

Había sobrevivido a dos colisiones anteriores de barcos y había sido atrapada en líneas de pesca cinco veces, pero estas heridas eran demasiado severas para sobrevivir: sus órganos comenzaron a deslizarse por un corte de 1,8 metros en su espalda.

Había tenido ocho crías entre 1986 y 2016, y dos de ellas tenían sus propias crías. Muchas de sus crías murieron en circunstancias similares.

Los investigadores siguieron a la matriarca durante 38 años. Su muerte fue un golpe demoledor, dijo Webber.

“Ellos conocían estas ballenas”, dijo. “Son muy personales”.

Hay maneras de salvarlas

La “extinción funcional” es probable en las próximas décadas si las cosas no cambian. Los defensores de Oceana están trabajando en una propuesta para eliminar las líneas de pesca verticales del Atlántico, pero ese proceso podría tomar años en pasar por el Gobierno de Estados Unidos, si es que llega a algún lado.

Mientras tanto, el informe describe varias recomendaciones que podrían mejorar el número de ballenas francas del Atlántico Norte. Dos son esenciales: descontinuar el uso de la línea de pesca vertical y aplicar restricciones de velocidad en el océano.

Cambiar las líneas verticales manuales por algo más de alta tecnología, como un sistema automatizado, todavía está muy lejos, dijo Webber. Mientras tanto, las pesquerías pueden cerrar temporalmente las áreas donde se dibujan líneas mientras las ballenas están en ellas.

En Estados Unidos muchas zonas con recomendaciones de velocidad más lenta son solo eso: recomendaciones, no restricciones obligatorias. Si se imponen los límites de velocidad en el océano, las colisiones de ballenas podrían caer un 86%, dijo.

Sus vidas impactan la vida del océano

Ver a las ballenas extinguirse sería “horrible, vergonzoso, y cada mala palabra que haya”, dijo Webber.

“Cada criatura tiene un papel que desempeñar en el ecosistema”, dijo.

Un ecosistema oceánico saludable se traduce en economías costeras saludables. Las pesquerías dependen de la abundancia de sus cultivos, y cuando desaparece un eslabón en la cadena alimentaria, la pérdida altera el equilibrio del ecosistema, alterando el tamaño de la población y la presencia de depredadores y presas naturales.

Si se van, el Océano Atlántico perdería una de sus ballenas más grandes e inusuales.