Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de más de siete libros y colaborador en publicaciones sobre temas internacionales. Actualmente se desempeña como director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. Colaboró con diferentes medios argentinos como Clarín, El Cronista, La Nación, Página/12, Perfil y para revistas como Noticias, Somos, Le Monde Diplomatique y Panorama. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión de Argentina.
(CNN Español) – La decisión del gobierno de México de asumir la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en 2020 seguramente sorprendió a propios y ajenos. El organismo creado por los 33 países de América sin Estados Unidos y Canadá está virtualmente paralizado y pocos creen en su capacidad de desempeñar un papel para la integración regional. México parece que sí.
La famosa frase “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, no pierde actualidad también cuando se piensa en la relación de México con América Latina, ya que al norte del río Bravo hay un gigante económico, político y social que influye en cada movimiento que pueda realizar cualquier gobierno mexicano. La pregunta es cómo puede tejer México vínculos con el sur tomando en cuenta los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos a lo largo de la historia en lo que considera “su” patio trasero y que -obviamente- también incluye a México. El equilibrio para cualquier gobierno mexicano no es sencillo y durante diferentes momentos el Partido Revolucionario Institucional, el PRI, logró tomar distancia de la política exterior de la Casa Blanca, en especial al rechazar el bloqueo a Cuba o al participar de negociaciones en los diferentes conflictos que afectaron a América Central.
Sin embargo, el 1 de enero de 1994 entró en funcionamiento el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) con Canadá y Estados Unidos, y donde México pareció privilegiar el vínculo económico con el norte por sobre lo político con el sur.
La fecha del 11 de septiembre para la memoria colectiva de América Latina está vinculada al golpe de Estado que en 1973 derrocó a Salvador Allende en Chile, muy anterior a los ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono en 2001. Sin embargo, mientras el canciller argentino participó en un acto recordatorio del ataque a las Torres Gemelas y no dijo ni una palabra del golpe en Chile, el canciller mexicano Marcelo Ebrard, por Twitter, el mismo día recordó ambos hechos, mirando al norte y al sur. Y ese mismo día la representante mexicana en la OEA manifestó su “categórico rechazo” a la invocación del TIAR, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de 1947, para justificar una intervención en Venezuela ya que México favorece el diálogo entre el gobierno y la oposición.
Sin abandonar el norte México vuelve a mirar hacia el sur, y su lugar en la región puede ser de suma importancia.