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Nota del editor: David Bittan Obadía es abogado, escritor, analista de temas políticos e internacionales, columnista del diario El Universal de Venezuela y colaborador de otros medios de comunicación. Ha participado en el Congreso Judío Mundial y es expresidente de la comunidad Judía de Venezuela.

(CNN Español) – La iniciativa de hacerle un juicio político o impeachment a Trump -y lo que hay detrás de ello- denotan un gran desgaste en la política de Estados Unidos. El mundo no puede permitirse que la democracia más importante fracase.

La actual rivalidad entre demócratas y republicanos está llevando el debate político a los niveles más bajos de tolerancia. Trump es el gran culpable de esto. La mayoría de los estadounidenses no comprende los tecnicismos del proceso de destitución; tampoco se adentran en lo específico del caso, convirtiéndose entonces en simples espectadores de un “circo”.

En los 232 años de la democracia de Estados Unidos, desde la firma de Constitución, ha habido tan solo un par de juicios políticos: en 1868 a Andrew Johnson y luego a Bill Clinton, en 1998. Este último en medio de una campaña por la reelección, en la que triunfó.

Este peligroso ejercicio será en vano. Esto no es un juicio en una corte. Aquí hacen falta 67 votos para que esto prospere en el Senado y por eso allí terminará el proceso. Trump está consiguiendo que esto se convierta en algo más político que legal. ¡Cuidado y Biden no sale salpicado! Aquí, en el mejor de los casos, solo habrá perdedores.

Falta muy poco para que la pérdida de las formas en EE.UU. derive en algo distinto: la aparición de una nueva vía que aglutine el malestar y el descontento, lo cual es peligrosísimo.

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Trump distraerá todo, impulsando el resurgimiento de sentimientos superados en Estados Unidos con el único fin de “reinar”. Su discurso improvisado y el manejo de temas tan delicados a través de un tuit marcarán el antes y el después de la forma de gobernar la primera potencia del mundo.

Por su parte, los demócratas, posiblemente huérfanos de candidato, deberían hacer su tarea para ser alternativa; el juicio político no es la vía.

A raíz de todo este proceso, no hay que descartar a la señora Nancy Pelosi. Al parecer, algunos sondeos de opinión la benefician como posible candidata presidencial demócrata. Es una persona ejemplar y creo que Estados Unidos está más que preparado para que lo gobierne una mujer.

Los escándalos de la Casa Blanca debilitan más al sistema que al gobernante de turno. Por ello, de manera inconsciente quizás, se está dañando lo más preciado: a Estados Unidos de América.