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Nota del editor: David Bittan Obadía es abogado escritor, analista de temas políticos e internacionales, columnista del diario El Universal de Venezuela y colaborador de otros medios de comunicación. Ha participado en el Congreso Judío Mundial y es expresidente de la comunidad Judía de Venezuela.

(CNN Español) – La democracia española ha respetado demasiado a los separatistas. Desde hace años, en Cataluña hay un secuestro de la legalidad. Franco les dio mucha cuerda también.

El Tribunal Supremo de España emitió una sentencia condenatoria contra quienes promovieron el separatismo, la violencia e irrespetaron a la autoridad en el pasado. Una inmensa mayoría piensa que se hizo justicia; otros, que la misma ha sido insuficiente; mientras que los separatistas hablan de injusticia y de retaliación política.

En este caso se han juzgado delitos y no ideas. Al parecer hoy existe voluntad y consenso político de imponer la ley.

Una vez conocida la sentencia se abrieron de manera sincronizada episodios de violencia con movilizaciones muy bien orquestadas que están causando daños al patrimonio nacional. Paralelamente, una serie de deportistas, artistas y adeptos del separatismo han salido con discursos que promueven el odio y llaman a la insurrección. Ni hablar de la declaración pública e imperdonable del presidente del Fútbol Club Barcelona, quien ha usado la plataforma de ese equipo para politizar el deporte, eso le costará a los catalanes no poder jugar el clásico en casa. Para todos ellos exijo como español aplicarles el rigor de la ley.

Los países europeos todavía no rechazan con firmeza lo que está ocurriendo y no terminan de fijar una posición que aislé a los separatistas. Bruselas se hace la vista gorda y no entrega a Puigdemont.

Lo que está ocurriendo en Cataluña estos días es inaceptable. Hay mucha libertad para los partidos que no respetan la ley y son antidemocráticos. Es importante declarar su ilegalidad y cortarles el financiamiento.

Los grandes perdedores en este conflicto son los catalanes. Las empresas seguirán mudándose, la región continuará perdiendo su atractivo turístico y la economía lo sentirá en sus bolsillos.

Quim Torra, presidente de la Generalitat de Cataluña, debe decidir si quiere ser el presidente de los catalanes o un activista del separatismo.

El señor Trump también debería de decir algo sobre el tema. Sin embargo, ojalá que antes de mandar su mensaje en Twitter piense que haría él si Texas decidiera unilateralmente separarse de la unión.

Cataluña merece ser representada, desde ya, por un hombre con nombre español.