Nota del editor: Rocío Vélez es abogada con más de 15 años de experiencia en mercadeo internacional, desarrollo empresarial y defensora de asuntos ambientales. Estratega republicana. Graduada en la Pontificia Universidad de Puerto Rico con un postgrado en Ciencias de la Historia y Política de la Universidad Point Park de Pittsburgh. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN Español) – En medio de las audiencias públicas en el Congreso y la investigación del potencial juicio político del presidente Trump, liderada por los demócratas en la Cámara de Representantes, esta semana surgen nuevas interrogantes sobre el panorama y sobre lo que podemos esperar. Una vez culmine esta fase de audiencias y testimonios, ¿hacia dónde se dirige el liderazgo del Partido Demócrata?
En la primera audiencia pública del proceso de juicio político contra el presidente Trump testificaron el encargado de asuntos de Estados Unidos en Ucrania, William Taylor y George Kent. Ambos han trabajado con administraciones de los dos partidos políticos y tienen una hoja de servicio público intachable. Luego de más de varias horas de declaraciones y preguntas por de la Comisión de inteligencia que lidera el representante Adam Shiff, lo único revelador y que no formaba parte de lo que había surgido en los medios fue la divulgación por parte de William Taylor, de que uno de los miembros de su equipo le comentó que había escuchado una llamada en la que el presidente Trump le preguntaba al embajador en la Unión Europea, Gordon Sonland sobre las investigaciones que debían llevar a cabo los funcionarios ucranianos y que estaban relacionadas con las elecciones de 2016. Esto, en referencia a los alegatos de los demócratas para llevar a cabo la investigación, aludiendo a que el presidente Trump retuvo ayuda monetaria y militar a Ucrania a cambio de que se investigara al exvicepresidente Biden y a su hijo, Hunter Biden.
Los dos bandos presentan debilidades en sus argumentos. Por un lado, los demócratas exponen un caso de juicio político basado en las conversaciones relatadas por varias personas y -ninguna de ellas, testigo directo de los acontecimientos- y las llamadas a través de canales oficiales entre Ucrania y la Casa Blanca. En respuesta, los republicanos enfatizan en que la ayuda a Ucrania fue distribuida y sobrepasa toda ayuda militar o económica concedida en más de una década. Los republicanos insisten además en que no se ha realizado ninguna investigación al exvicepresidente Biden o sobre la campaña de 2016.
Cabe señalar que la afirmación de Trump de que la conversación entre ambos dignatarios fue una “llamada perfecta”, es su talón de Aquiles. Los asesores del presidente de EE.UU. y sus defensores en los medios se topan con un muro gigante ante esa frase. Lo más sensato hubiese sido admitir que tanto la transcripción de la llamada, como la forma en la que se presentó el reclamo, responden a un auténtico interés por atender asuntos de corrupción en Ucrania. Y seguir exponiendo en los foros mediáticos que esas eran las razones por las cuales se demoraban los desembolsos y que el presidente se equivocó al usar la frase “hazme un favor”.
- Mira: Trump, bajo una nueva investigación en una semana clave para el proceso de juicio político
Lo cierto es que ahora estamos ante un escenario que, en vez de la “llamada perfecta”, presenta una “tormenta perfecta”. Luego de que pase este periodo de audiencias públicas y la líder de la Cámara, Nancy Pelosi, continúe alegando por distintos medios que el presidente Trump cometió actos de soborno o de abuso de poder, la Cámara votará sobre los artículos del juicio político antes de que comience el receso de Navidad. En la Cámara ya tienen los votos para procesar al presidente. Luego, el Senado atenderá el caso como un juicio formal, pero solo si llegara a contar con las dos terceras partes de los votos. Los republicanos del Senado ya han advertido que votarán en contra de cualquier acto que busque destituir al presidente, ante los reclamos presentados en este caso. La estrategia del oficialismo sería extender cualquier posible votación en el Senado hasta febrero de 2020, cuando ya hayan comenzado las primarias presidenciales demócratas con Iowa y Nueva Hampshire.
No será nada grato para los precandidatos presidenciales que ocupan escaños en el Senado como Warren, Sanders, Harris y Booker, tener que dejar sus respectivas campañas para venir a la capital a emitir su voto por un juicio político que no cuenta con el respaldo de la mayoría de sus colegas.
Y por si fuera poco, a la decena de aspirantes presidenciales demócratas, se le han añadido las candidaturas del exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg y del exgobernador de Massachusetts, Deval Patrick. Queda por ver si alguno de estos dos, sumados a las constantes menciones en las audiencias públicas de potenciales conflictos de interés en Ucrania por parte de Biden y su hijo Hunter, pueden minar la figura del exvicepresidente y desinflar la popularidad entre los votantes más moderados de la base del Partido Demócrata.