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Los abusos sexuales a menores y las amenazas de los Salesianos de Don Bosco
11:51 - Fuente: CNN

(CNN) – Dos niños de familias profundamente religiosas fueron a una escuela católica. Los dos fueron abusados por los mismos sacerdotes y maestros que supuestamente debían protegerlos.

George Stein y Joey Piscitelli crecieron con una década de diferencia, pero están unidos por los abusos que sufrieron a manos de sacerdotes y hermanos de una orden católica fundada para ayudar y apoyar a niños vulnerables.

Sus experiencias revelan un patrón de abuso y encubrimiento que se remonta a más de medio siglo.

CNN investigó durante un año a los Salesianos de Don Bosco y descubrió que, durante décadas, los sacerdotes y hermanos abusadores fueron protegidos y trasladados repetidamente de una escuela a otra a expensas de sus víctimas, que a su vez fueron presionadas y amenazadas para que no denunciaran lo sucedido.

En varias ocasiones, los líderes salesianos ocultaron casos de abuso a las autoridades e incluso a la Iglesia católica.

El nuevo edificio de la escuela en Don Bosco College. Esta foto fue tomada ocho años antes de que George Stein comenzara a estudiar en la escuela. Crédito: Facebook / Salesian College Preparatory
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Un grupo de abusadores

El mayor de ocho hijos, Stein creyó desde chico que sentía la vocación del sacerdocio.

Tenía 13 años en 1958 cuando comenzó a estudiar en Don Bosco College, más tarde rebautizado como Salesian High School, Escuela Secundaria Salesiana, en Richmond, California. Fue allí donde conoció al hermano Bernard Dabbene.

“Teníamos una rutina muy estricta”, recuerda Stein, que ahora tiene más de 70 años y vive en Seattle.

Todo estaba regulado por el sonido de las campanas, dice. “Cuando sonaba la campana, ibas a clase, ibas a la sala de estudio, ibas al recreo o al comedor. Y se te asignaban tareas para ayudar con el mantenimiento del seminario”.

George Stein cuando era adolescente y estudiaba para convertirse en sacerdote salesiano. Crédito: George Stein
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Un día, en su segundo año, cuando tenía 15 años, cuenta Stein, Dabbene le dijo que fuera a un lugar en particular y esperara a que le asignaran una tarea.

“Cuando llegué allí, me pareció un poco extraño porque no hubiera nadie y probablemente tampoco tareas que hacer”, recuerda Stein. “Vino al cabo de un rato… y básicamente me abrazó y me besó. Eso fue impropio, y no lo esperaba para nada”.

Stein reportó el incidente a un provincial salesiano, el padre Alfred Cogliandro, durante una de sus visitas a la escuela. “Le dije: ‘¡Me pasó esto y quiero que acabe!’”

Stein cuenta que Dabbene se fue de la escuela poco después. Estaba feliz de que el abuso se terminara.

Patrick Wall, un exsacerdote que ha dedicado su vida a ayudar a las víctimas de abuso clerical, dice que en su trabajo se encuentra frecuentemente con esto. Investigador principal y consultor de la firma de abogados Jeff Anderson y Asociados, Wall ha trabajado en más de 200 casos de abuso del clero.

“Tenemos casos todos los días en los que simplemente se los traslada: se cambian geográficamente de otro lugar y siguen su ministerio sin avisar a nadie, ni a las autoridades locales, a veces ni a la parroquia local o incluso a la diócesis”, dice.

Pero después de su ordenación, Dabbene, regresó a la escuela como el padre Dabbene.

Un grupo de abusadores operó en la escuela durante décadas, algunos de ellos con Dabbene como director en la década de 1970.

CNN se comunicó con el responsable de la Provincia Occidental de los Salesianos en Estados Unidos en busca de comentarios.

Joey Piscitelli estaba en la escuela en 1972, cuando Dabbene regresó como director.

Entre los abusadores dentro del personal de la escuela estaba el padre Stephen Whelan, subdirector del colegio, quien pronto tuvo a Piscitelli en la mira.

“Yo era un enano”, recuerda Piscitelli. “Pesaba unos 36 kilos cuando llegué a la secundaria. Era la persona más pequeña de la escuela y el subdirector se hizo amigo mío casi enseguida”.

Piscitelli recuerda que su terrible experiencia comenzó cuando Whelan lo invitó al Club de Chicos Salesianos, en el campus de la escuela.

Joey Piscitelli (abajo a la izquierda) como estudiante en la escuela secundaria salesiana.
Documentos judiciales salesianos en el caso Joey Piscitelli. Crédito: Joey Piscitelli

“Íbamos a jugar al billar, y… se sentó en el banco y dijo: ‘Tira tú’. Dije ‘de acuerdo’ y golpeé la bola. Me di vuelta y le dije: ‘Es tu turno’. Y … él estaba sentado allí masturbándose”.

“Recuerdo que me puse rojo y comencé a sudar”, cuenta Piscitelli. “Tenía el pelo del cuello erizado, y me quedé allí de pie petrificado, sin saber qué hacer”.

“Él dijo: ‘Sigue jugando. Quiero verte”, recuerda Piscitelli. “Y luego me di la vuelta y el jefe del Club de Chicos, el hermano Sal [Billante] estaba viendo todo esto, mirando sin hacer nada”.

Por separado, Salvatore Billante fue condenado más tarde por abuso infantil en 1989 y sentenciado a ocho años. Estuvo cuatro años en prisión y quedó registrado como delincuente sexual. En 2002, fue acusado por otro caso que incluía 181 cargos de abuso infantil entre 1972 y 1978. Dejó la orden salesiana y murió en 2016.

A medida que pasaban los meses, dice Piscitelli, los abusos que sufría a manos de Whelan empeoraban.

“Un día me arrinconó en las escaleras y comenzó a molestarme y me dijo: ‘¡Sube las escaleras!’ … me arrastró a la habitación y me atacó, y me violó. Yo… me desmayé mientras ocurría”.

Después del ataque, Piscitelli dice que no recuerda cómo llegó a casa. “Pero cuando llegué, tenía sangre en mi ropa interior, así que fui al patio trasero de mi casa y envolví la ropa interior ensangrentada alrededor de una piedra y la tiré sobre la cerca al campo para deshacerme de la prueba”.

Para hacer frente a los abusos que había sufrido, Piscitelli solía dibujar imágenes gráficas que representaban los horrores que vivió.

Amenazas, ataques y control de daños

Piscitelli dice que el director lo amenazó después de que le contara al consejero escolar lo que había sucedido.

“Me dijo que iba a echarme de la escuela y despedir a mi madre de la cafetería porque era un bocón”, recuerda. “Le rogué que no hiciera eso, y me disculpé, y le dije que nunca volvería a hablar de eso”.

Piscitelli recuerda a Dabbene despotricando y gritándole. “Estaba lívido. Me dijo: ‘Nadie va a creer tu palabra contra la de un sacerdote’, lo que me sorprendió, ya que era lo mismo que me había dicho Whelan”.

Piscitelli recuerda que también fue atacado físicamente por otro sacerdote salesiano que trabajaba de maestro en el colegio. “Me arrinconó en el segundo piso fuera de la clase de geometría… el pasillo estaba vacío. Me dijo: ‘Párate frente a mí. Quiero hablar contigo… pon tus manos a un lado y mírame a los ojos”.

“Y mientras lo miraba -cuenta Piscitelli-, preguntándome qué quería él, me dio un rodillazo en la entrepierna con todas sus fuerzas. Me caí… quedé tendido en el suelo. No podía respirar”.

“Pensé que tendría que ir al hospital. No podía moverme. Era fatal. Y mientras estaba ahí tirado, me dijo: ‘Eres un bocón. No quiero volver a verte aquí”, dice Piscitelli.

El sacerdote sigue trabajando en la orden salesiana y nunca ha enfrentado cargos.

Desde que se graduó de la secundaria en 1973, Piscitelli se puso como misión llevar ante la justicia a los salesianos que abusaron de él durante su infancia.

En 2006, ganó una demanda civil contra ellos y recibió una indemnización de 600.000 dólares. Pero su victoria no compensa la infancia perdida por los abusos físicos y sexuales.

Piscitelli dice que nunca recibió una disculpa de los salesianos, hasta que CNN contactó a la orden como parte de su investigación.

“Saben que alguien está investigando su comportamiento y están haciendo control de daños”, comentó. “Nunca se disculparon desde que los demandé en 2003. Siguieron llamándome mentiroso mucho después de que gané el caso en 2006… luego llega la disculpa falsa y hueca”.

Rezando por el sacerdote

Dabbene ascendió en su carrera hasta ser director de la Escuela Secundaria Salesiana, director de Don Bosco Tech en Rosemead, California, y servir en la Junta de Educación Arquidiocesana en Los Ángeles.

Pero en noviembre de 2000, el sacerdote y educador, que entonces tenía 63 años, fue sorprendido en un automóvil en el paseo marítimo de San Francisco con los pantalones desabrochados junto a un joven de 17 años.

El entonces provincial de la orden en la Provincia Occidental, el padre Nick Reina, escribió a la comunidad salesiana local manifestando que estaba “consternado y molesto” por las acusaciones contra Dabbene, y advirtió: “Todavía no conocemos todos los hechos”.

“Si se descubre que todas las acusaciones tienen mérito, entonces debemos una gran disculpa a todos los que pudieron haber sido afectados por esta situación”, escribió Reina.

Pero Reina generó suspicacias cuando pidió a los salesianos que rezaran no solo por la víctima de Dabbene, sino también por el sacerdote.

“Les pido que se unan a mí en oración por el joven afectado por este incidente y cualquier miembro de la familia”, escribió. “También pido sus oraciones por el padre Dabbene y todos los hermanos y sacerdotes salesianos que sirven en la provincia de San Francisco”.

Reina también declaró a un periódico local: “Es una mala experiencia para él [Dabbene], está destrozado”.

Wall, que ha investigado cientos de casos de abuso sexual relacionados con la Iglesia católica, cree que la demostración de simpatía por un sacerdote acusado, en lugar de su víctima, es un comportamiento común en todas las órdenes religiosas.

“Es un sistema de celibato sexualizado”, le dijo a CNN. “Cuando hay un sistema de celibato sexualizado, las personas no se denuncian entre sí. Y es un sistema en el que los niños tienen menos valor que un sacerdote o un miembro de la orden religiosa. Entonces, si uno comete un delito, miras al otro lado”.

Después de que Dabbene admitió haber intentado molestar al menor que encontraron en su vehículo, recibió una sentencia en suspenso. Reina lo reasignó a trabajar como archivista en la sede de los salesianos en San Francisco, un puesto que ocupó hasta su muerte en 2010. Dabbene nunca fue dado de baja de la orden.

A diferencia de Piscitelli, Stein no llevó a los salesianos a la justicia, pero dice que en 2002 finalmente se enfrentó a sus propios sentimientos sobre lo que le sucedió, después de que el Boston Globe publicó su investigación sobre los abusos sexuales en la Iglesia católica.

“Estaba en un retiro en la escuela de mis hijos, éramos un grupo pequeño de hombres contando quiénes éramos, cómo estábamos más o menos en nuestras vidas espirituales. Esperé al final, y… estallé y dije: ‘Fui abusado’”.

“Era la primera vez que decía eso en voz alta y admití que yo era de esas personas… fue un shock para mí… darme cuenta de eso, había pasado tanto tiempo”, recuerda Stein.

Después de esto, decidió contárselo a su familia. Su hermano, sacerdote salesiano, se lo tomó mal.

“Durante muchos años me recriminó que no le dijera lo que había sucedido cuando él entró en la comunidad”, cuenta Stein.

El mismo año, Stein se puso en contacto con el provincial Reina para pedirle ayuda por el abuso que sufrió a manos de Dabbene.

“Llamé al provincial y el provincial me ofreció asesoramiento y lo recibí”, recuerda Stein, de manera casual.

El entonces provincial de la orden en la Provincia Occidental, el padre Nick Reina. / In Touch Magazine, Selesians of Don Bosco

Después de las acusaciones de abuso, un premio

Lo que Stein no sabía entonces era que Reina también había sido acusado de abuso.

Reina, profesor de matemáticas y sacerdote, también había sido presidente de la Escuela Secundaria Salesiana.

En un boletín de 2013, con motivo de su marcha de la escuela, Reina fue elogiado como “un increíble maestro y director espiritual”, que había sido reconocido como Educador del Año de la escuela.

Pero una investigación de CNN descubrió que cuando se publicó ese elogio, la orden salesiana ya sabía desde hacía más de una década que Reina, que ahora tiene 72 años, había sido acusado de abuso.

La denuncia de abuso infantil, que se remonta a 1975, antes de que Reina fuera ordenado, fue presentada a los salesianos en 2002. Según una declaración emitida por los salesianos en 2018, la orden la reconoció como “creíble”, pero no expulsó al sacerdote de su puesto ni de su ministerio. No ha habido ninguna investigación penal sobre la acusación.

Reina no respondió a la solicitud de comentarios por parte de CNN.

Justo un año antes de su premio de Educador del Año, en 2012, los salesianos habían recibido una segunda acusación creíble de abuso contra Reina, esta vez con una denuncia de conducta “impropia con un adulto”.

Un hombre les contó a las autoridades de la Iglesia que, en 2000, Reina le hizo “un avance impropia… cuando era un adulto”. La orden dijo que no actuó al respecto “porque el incidente no involucraba a un menor”.

Por el contrario, se le permitió a Reina seguir en su puesto, y luego fue trasladado a otra escuela: la Escuela Secundaria Salesiana Obispo Mora en Los Ángeles.

No fue destituido de su cargo hasta 2018, cuando las noticias sobre ambas acusaciones llegaron por primera vez a la Arquidiócesis de Los Ángeles.

Durante casi dos décadas, los salesianos ocultaron de la Arquidiócesis información clave sobre Reina.

“Los salesianos son silencio”

CNN pudo saber que la jerarquía de la Iglesia católica ha permitido a los salesianos, y a otras órdenes religiosas, vigilarse a sí mismos en cuestiones de abuso infantil, con poca o ninguna responsabilidad externa.

“Otros institutos religiosos están proporcionando listas de acusados creíbles, están revelando quiénes son, desde cuándo sabían, dónde trabajaban, todo lo demás”, dijo Wall.

“Los salesianos son silencio. Se han negado a publicar nada a menos que haya una orden judicial o que las autoridades civiles los obliguen a hacer algo. ¿Por qué solo hacen lo mínimo exigido?”, se pregunta Wall.

Los salesianos rechazaron las peticiones de CNN de entrevista, pero en respuesta a la investigación, el padre Ted Montemayor, provincial de la Provincia Occidental, emitió un comunicado en el sitio web de la organización, en el que dijo:

“Condenamos el abuso sexual y estamos decididos a garantizar y promover la seguridad y el bienestar de los niños”.

“Sabemos que en el pasado han ocurrido terribles actos de abuso”.

“Expresamos nuestras más sinceras disculpas a todas las víctimas y sus familias afectadas por el abuso por parte de cualquier miembro de la orden salesiana”.

“Tomamos los abusos muy en serio y en la última década hemos aplicado políticas y procedimientos diseñados a prevenir y responder mejor a los abusos infantiles”.

Otra pesadilla

A pesar de las acusaciones en contra ellos, ni Reina ni Whelan han sido expulsados de la orden salesiana.

Reina permanece en su sede en San Francisco “bajo restricciones”. Whelan vive en el Don Bosco Hall, en Berkeley, California, también “bajo restricciones”.

Según Sam Singer, el portavoz salesiano de la Provincia Occidental de Estados Unidos, estas restricciones incluyen no tener contacto con menores, no participar en el ministerio público y no realizar viajes nocturnos sin acompañante.

En el curso de esta investigación, CNN reveló a Stein que Reina también había sido acusado de abuso. “Me sorprende que Nick sea más joven que yo y esté en esa siguiente generación”, dijo Stein en respuesta. “Los que habían abusado, toqueteado o molestado en el seminario están en su mayoría muertos y desaparecidos. Pero que todavía exista dentro de la comunidad es … decepcionante ”.

Para Piscitelli fue más impactante todavía enterarse de las acusaciones contra Reina, ya que el sacerdote ofició la boda de Piscitelli en 1979.

“Esto significa que la pesadilla me seguirá persiguiendo ahora, porque las fotos con mi esposa en el altar, casados, incluyen las fotos de otro sacerdote salesiano abusador sexual de niños”, escribió Piscitelli a Montemayor en una carta que pudo ver CNN.

A pesar de estas acusaciones y las acciones tomadas por la orden para sacarlo, Reina nunca ha sido condenado de abuso infantil. Pero, para Piscitelli las acusaciones siguen siendo dolorosas.

“Una pesadilla más que tengo que añadir a las causadas por los salesianos”, dijo.

Créditos
Corresponsal internacional senior: Nima Elbagir
Productores principales: Barbara Arvanitidis y Ken Shiffman
Productor: Katie Polglase
Fotoperiodista supervisor: Alex Platt
Editor de video: Mark Baron
Supervisor de producción digital: Bryony Jones
Productor digital senior: Eliza Mackintosh
Productor de video digital: Muhammad Darwish
Diseño y desarrollo digital: Caitlin Clancy, Henrik Pettersson, Mark Oliver y Denis Bouquet
Editor digital: Blathnaid Healy