Catalina, duquesa de Cambridge, y Meghan, duquesa de Sussex, atienden a un juego en Wimbledon en 2019.

Nota del editor: Mari Rodríguez Ichaso ha sido colaboradora de la revista Vanidades por más de dos décadas. Especialista en moda, viajes, gastronomía, arte y arquitectura. Productora de cine. Amiga de celebridades. Columnista de Estilo de CNN en Español. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de la autora.

(CNN Español) – ¿No es maravilloso pensar y actuar tal como somos? Cero hipocresía. Cero represión u ocultamiento de nuestras ideas. Y el ser mujeres muy diversas –y mucho más libres que en el pasado– es una gran dicha  –y un privilegio– que debemos celebrar en estos días en que honramos a la mujer. ¡Bravo por nosotras! ¿No te parece?

Lo más curioso es que esta libertad de pensamiento y acción que disfrutamos las mujeres del siglo XXI no siempre fue así –y millones de nosotras no vivimos las estrictas reglas sociales del siglo XX (¡no tan lejano!), en el que se esperaba un comportamiento más restringido por parte de las mujeres e infinitamente más ‘discreto’–.

¡Es que así nos lo enseñaban en el colegio –y en la casa–! Y era parte de una educación que implicaba más acatamiento, mantenernos calladitas cuando era preciso, seguir a pies juntillas las reglas establecidas cientos de años antes, respetar a quienes quizás no merecían nuestro respeto –y obedecer… obedecer… obedecer, cuestionando muy poco (o casi nada) lo establecido.

Y aclaremos que estas no eran reglas para hacernos sufrir… ¡no! Era una antigua disciplina creada para nuestro bien, que reforzaba nuestra feminidad y buena educación con frases como “tienes que ser muy educada”, “debes respetar siempre a tus mayores”, “no se habla de dinero, ni de religión, ni de política”, etc., etc., etc. Y aunque en la casa se hablaran mil temas, incluso controvertidos, a los niños se le mantenía generalmente ‘calladitos’ y sin participar en ‘conversaciones de mayores’.

El paso del tiempo cambió las cosas…

Pero el paso del tiempo, los hechos históricos y el ejemplo de mujeres que a través de décadas se rebelaron y lucharon valientemente ante lo establecido cambiaron el panorama social. ¡Y aquí estamos hoy, felizmente, en marzo de 2020, disfrutando opciones para todas y pudiendo decidir lo que nos parece bien y lo que no!

Un ejemplo del que ahora se habla mucho es la decisión de Meghan Markle de dejar atrás el estricto protocolo real de la familia a la que se unió al casarse con el príncipe Enrique de Gran Bretaña ¡y comenzar una nueva vida junto a su marido y su hijo Archie, lejos de las tradiciones reales y 100% independientes! ¿Y cuál ha sido la reacción internacional? Muchos la aplauden y la apoyan –y muchos la tildan de egoísta por separar a Enrique de su familia y ofender a la reina Isabel II, que tan buena ha sido con ellos–. ¡Tú decides lo que te parece!

Pero no debemos olvidar que Meghan –estadounidense de clase media, criada en California con una madre negra y un padre blanco– desde pequeña demostró ser una niña muy madura, que no aceptaba lo establecido y una minifeminista a los 11 años. En ese entonces escribió una carta a una poderosa compañía y a varios políticos (¡incluyendo la entonces primera dama Hillary Clinton!) protestando porque el anuncio de un líquido para lavar platos –en el que salía una mujer en la cocina– era “sexista” y “no era justo mostrar que son solamente las madres las que tienen que hacer esos trabajos”, escribió. Ya en ese momento la niña demostraba su rebeldía, tanto que llamó la atención de una cadena televisiva y la entrevistaron en un noticiero nacional para que expusiera sus ideas.

Y ahora, dos años después de su gran boda el 19 de mayo de 2018 en el Castillo de Windsor y antes de cumplirse un año del nacimiento de su hijo Archie, el 6 de mayo de 2019, Meghan ha decidido rechazar las tradiciones reales (¡entre ellas, cosas tan banales como siempre usar medias, cruzar las piernas de cierta manera y solo usar esmalte de uñas rosa claro!) y seguir un nuevo camino junto a Enrique, a su aire y con libertad, aunque sin abandonar sus causas sociales y de caridad. Algo atrevido y hasta valiente.

Sin embargo –y aquí tenemos lo más curioso y maravilloso que es ser ‘mujeres libres’– en el lado opuesto de la moneda hay una infinidad de mujeres modernas, llenas de empuje que también apoyan causas sociales y caridades, pero se interesan cada día más en sus tradiciones, averiguando sobre sus antepasados y buscando sus raíces ¡Viven fascinadas con Ancestry.com! Y adorando y respetando las tradiciones que han aprendido de sus madres y abuelas. ¡Sin una onza de rebeldía –y 100% libre albedrío– también son dignas de admiración!

En el protocolario mundo de la realeza que Meghan rechaza hay mujeres tradicionalistas que, sin dejar de ser muy “siglo XXI”, eligen otras actitudes: Catalina, duquesa de Cambridge, que algún día será la reina consorte, es una esposa y madre admirada por millones, que combina disciplina con un profundo sentido del deber y amor a la familia. Lo mismo que hacen Sofía, condesa de Wessex, esposa de Eduardo, hijo menor de la reina Isabel; la reina Letizia de España –quien de ser muy rebelde pasó a ser muy tradicionalista y sigue el protocolo real, rígidamente, al pie de la letra (¡dicen que demasiado!)– y la princesa Carolina de Mónaco, quien de superrebelde pasó a ser clásica como su madre, la princesa Gracia, y una bella abuela que respeta las tradiciones.

Otras ‘rebeldes’ son la cantante Madonna, la valiente activista pakistaní Malala Yousafzai y la ecologista de 17 años Greta Thunberg, quienes –a su manera y en sus campos– han querido cambiar la sociedad. Igual que hicieron en el pasado personajes de la política y la realeza como la avanzada primera ministra de la India, Indira Gandhi ¡y la brava princesa Diana de Gales!

¿Qué crees de estas dos tendencias?, me pregunto. ¿Eres rebelde o tradicionalista? ¿Aceptas el mundo en el que vives o quieres cambiarlo radicalmente? Conversando con amigas, es muy refrescante escuchar ideas sinceras y muy distintas. Personalmente, me gusta ser un 50-50 de cada una. Rebelde cuando es necesario y tradicional cuando se requiere. ¡Algo maravilloso que nuestra libertad nos permite ser!