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Nota del editor: César Grajales tiene 10 años de experiencia en diferentes campos del mundo de la política. Es fundador de la consultora Bridge 305 INC. También es cabildero registrado y director de coaliciones de la ONG La Iniciativa LIBRE. Participa semanalmente como analista político en diferentes medios de comunicación. Las opiniones en esta columna son del autor.  

(CNN Español) – Hoy me acordé de Florentino Ariza y Fermina Daza, personajes inmortalizados por Gabriel García Márquez en su aclamada novela “El amor en los tiempos del cólera”, y sí, me inspiraron para el título de esta columna.

¿Pero no les parece que en los últimos días nos hemos convertido en una novela de Gabo? Con una realidad tan difícil de creer pero tan real, tan tangible. Ciudades y países enteros cerrando sus puertas, como si fueran castillos de la época medieval, -nadie entra y nadie sale sin autorización-. Escuelas sin clases, exámenes aplazados, bares y restaurantes cerrados, toque de queda, la fuerza pública en las calles, supermercados vacíos. Hoy, un inocente estornudo o una pequeña tos generan miradas acusadoras y miedo casi al nivel de pensar en la palabra bomba dentro de un avión. Esto, amigos lectores, es nuestra realidad, nuestro “realismo mágico”. ¿Y hasta cuándo estaremos así? ¡Quién sabe! Porque si lo anterior fuera poco, nuestro enemigo es invisible y se mueve rápido. Sin embargo, la vida sigue. A medias, pero sigue.

Esta situación del coronavirus se ha convertido en un examen sorpresa que ha puesto a prueba el liderazgo de todos los jefes de Estado en el mundo. Algunos están de acuerdo con sus decisiones y otros las critican, pero la realidad es que todos ellos, de derecha o izquierda, enfrentan el mayor reto de sus carreras públicas, y solo dentro de algunos meses o años sabremos si sus decisiones fueron acertadas.

En Estados Unidos, aparte de lidiar con esta emergencia sanitaria, también tenemos elecciones presidenciales, de Congreso, algunos escaños del Senado y muchas elecciones locales. Y sin duda, el coronavirus será el examen final para muchos políticos.

Estas elecciones en los tiempos del coronavirus han sido todo un reto en EE.UU. El 17 de marzo se llevaron a cabo las primarias más recientes del Partido Demócrata para elegir al candidato que se enfrentará al presidente Donald Trump el 3 de noviembre. Claro, sino es que alguna sorpresa nos cambia el plan; a estas alturas ya nada me parece imposible. Sin embargo, la Constitución de Estados Unidos prohíbe al presidente cancelar o posponer las elecciones presidenciales. Tres estados mantuvieron sus puntos de votación abiertos a pesar del covid-19: Illinois, Arizona y Florida. Un cuarto estado, Ohio, tenía también elecciones previstas, pero el gobernador decidió posponerlas a último minuto y ahora no hay certeza de cuando sucederán, posiblemente el 2 de junio. También los republicanos tuvieron primarias, pero en este ciclo electoral ha sido una especie de mero trámite protocolario, ya que se sabe que el presidente Trump será el candidato, postulado oficialmente por el partido durante la Convención Republicana que se hará en Charlotte, Carolina del Norte en el mes de agosto. De hecho, en las votaciones del 17, Trump logró oficialmente llegar al número de delegados republicanos que necesita para ganar la candidatura en dicha convención.

Los estados que mantuvieron sus centros de votación abiertos enfrentaron retos tales como trabajadores electorales que renunciaron o no se presentaron, puntos de votación que tuvieron que ser reubicados por su proximidad a hospitales o centros de asistencia a adultos mayores, baja participación presencial, etc. Sin embargo, y a pesar de estos retos, por la parte demócrata el exvicepresidente Joe Biden logró ganar estos tres estados, acercándolo, casi con total certeza, a la candidatura demócrata, que será oficial en la la convención de julio en Milwaukee, Wisconsin. Para el senador Bernie Sanders, perder estos tres estados significa que virtualmente no tiene posibilidades de ganar, y la Florida fue decisiva para él ya que es un estado que asigna un alto número de delegados demócratas. Los votantes de la Florida no lo favorecieron. Quizán fue en parte por alabar aspectos de la revolución comunista cubana, comentario que hizo a finales de febrero en el programa 60 minutos de la cadena CBS, cosa que no cayó bien entre los líderes demócratas del estado que no tardaron en condenar sus comentarios y distanciarse de él. Al cierre de esta columna, el senador Sanders continua como precandidato aunque sin posibilidades reales, y probablemente en los próximos días anuncie el fin de su campaña.

¿Pero qué sigue para los candidatos demócratas y republicanos en estas elecciones? Particularmente, yo creo que es importante el enfoque en el tema de esta pandemia. La gente está hambrienta de información sobre el al covid-19 y sobre cómo los líderes políticos generarán planes que ayuden a mitigar esta potencial crisis económica, y en ese aspecto el presidente Trump tiene mejores perspectivas que el candidato demócrata, ya que como jefe de Estado, sus decisiones afectan inmediatamente al electorado. Es algo muy parecido a lo que sucedió con los expresidentes George W. Bush con las torres gemelas y Barack Obama con la crisis inmobiliaria y financiera, ambos reelegidos, en parte, por el respaldo de sus electores al manejo de estas crisis. Por otra parte, para el candidato del partido demócrata, probablemente Joe Biden, lo único que puede hacer es comentarios acerca de cómo él lidiaría con una situación como esta. Otra desventaja que le veo a Biden es que por el momento no puede hacer reuniones masivas. Recordemos que los CDC no recomiendan reuniones de más de 50 personas, y para cualquier candidato es crucial en una contienda electoral que sus votantes lo vean. Sin embargo, de la misma manera que esta situación pone al presidente Trump en una posición privilegiada de liderazgo, también lo pone en la primera línea de fuego si el electorado percibe que sus decisiones no han sido las apropiadas, y recordemos que -en la política- la percepción es importante.

Las cartas están echadas, queda mucho para el 3 de noviembre. Todo puede pasar en nuestro “realismo mágico” y estas elecciones en los tiempos del coronavirus.