(CNN Español) – El Nazareno de San Pablo es una de las representaciones religiosas más populares en Venezuela. Cada año reúne a cientos de miles de personas que lo acompañan en más de una decena de misas para agradecerle, pagar promesas y elevar nuevas peticiones. Una celebración católica que se realiza año tras año, a casa llena, en la Basílica de Santa Teresa, en pleno corazón de Caracas.
En medio de la pandemia de covid-19, este Miércoles Santo la escena fue diferente. No fue cargado en hombros como es tradición, sino trasladado a bordo de un “papamóvil”.
Tampoco se le observó rodeado de feligreses, sino bajo custodia militar para evitar concentraciones que pudieran derivar en la propagación del virus.
La Iglesia pidió a los creyentes que lo acompañaran en esta oportunidad de forma virtual, a través de los canales de televisión que transmitieron el trayecto y de las redes sociales.
Como forma de compensar, la ruta de El Nazareno de San Pablo fue ampliada y en lugar de desarrollarse solo en el centro de Caracas, incluyó una gran parte de la capital. De esta forma, muchos pudieron verlo pasar desde sus ventanas, aunque algunos se acercaron a las calles para observarlo más de cerca.
Una caravana de vehículos, en su mayoría de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, avanzó para vigilar y evitar que la aglomeración de los fieles emocionados
por ver esta advocación de Cristo cargando la cruz, tallada en Sevilla en el siglo XVII.
La decisión de mantener esa tradición en medio de la pandemia no escapó a la controversia entre la Conferencia Episcopal Venezolana y el gobierno del cuestionado presidente Nicolás Maduro. El Ejecutivo había anunciado el lunes la suspensión de la actividad religiosa para evitar la propagación del coronavirus, pero en horas de la mañana de este miércoles se conoció el cambio de decisión.
También hubo quienes cuestionaron que se llevara a cabo la actividad religiosa argumentando que la situación podía salirse de control y favorecer la concentración de personas en momentos cuando el llamado es a quedarse en casa y a cumplir con el distanciamiento social.
“El limonero del Señor”
No solo la tradición refuerza la fe de los católicos que acuden a rezarle al Nazareno de San Pablo. En 1696, la imagen fue sacada en procesión en medio de una peste que azotaba la Caracas colonial.
Los feligreses atribuyen la curación a un milagro. La figura tropezó un limonero y varias de las ramas quedaron incrustadas en su corona de espinas. Los frutos
que cayeron, cuenta la tradición, fueron utilizados para hacer una limonada que, aseguraban, era sanadora.
Aquella historia fue inmortalizada en el poema de Andrés Eloy Blanco, que lamentaba la pérdida de aquel árbol y hasta del templo original en el que estaba el Nazareno:
“¡Mal haya el sino de esa mano
que desgajó la tradición…!
Quizá en su tumba un limonero
floreció un día de Pasión
Y una nueva nevada de azahares
sobre la cruz desmigajó
como lo hiciera aquella tarde
sobre la Cruz en procesión
en la esquina de Miracielos,
¡el limonero del Señor…!”
Y aunque el tiempo pasa, los feligreses siguen acudiendo a la procesión, muchos vestidos de morado, cumpliendo promesas a cambio de favores recibidos.
Llevan orquídeas y elevan oraciones. Se trata de una de las actividades religiosas más concurridas de Venezuela, junto con la Divina Pastora en Barquisimeto, en el centroccidental estado Lara.