(CNN) – Cuando apareció el coronavirus por primera vez, parecía una amenaza lejana para Brasil y las favelas empobrecidas y en expansión del país. Pero a medida que el virus se propaga por todo el país suramericano, un residente de una favela se encarga de proteger el vecindario.
Thiago Firmino, de 39 años, escuchó los primeros informes y decidió buscar algunos equipos para protegerlo a él y a la comunidad de la favela de Santa Marta en Río de Janeiro. “Comencé a vigilarlo cuando todavía estaba en China y pensé, si está fuera de control allí quién sabe qué podría pasar aquí”, dijo Firmino a CNN durante una entrevista telefónica.
El activista y empresario comunitario compró dos rociadores desinfectantes y dos trajes blancos de cuerpo entero que encontró en una tienda de pintura local. Ya tenía una máscara de gas, comprada en el pasado para protegerse del gas lacrimógeno de la policía durante las protestas contra el Gobierno.
El fin de semana pasado, Firmino se vistió y comenzó a rociar lejía en las calles laterales, callejones y rincones de su favela bajo un calor de 27 grados. El servicio de saneamiento de Río, Comlurb, ha estado limpiando muchas de las paradas de autobús, estaciones de tren y otras áreas de alta circulación de la ciudad desde marzo, pero Firmino dijo que no los ha visto en Santa Marta ni ha oído hablar de ellos trabajando en ninguna otra favela.
Según las últimas cifras del Ministerio de Salud de Brasil, más de 15.000 personas han sido infectadas con el coronavirus y 800 han muerto. El número de casos ha aumentado considerablemente, y los funcionarios de salud advirtieron que el punto más alto podría ser entre abril y mayo.
Las autoridades estatales de Río de Janeiro confirmaron que el estado tiene al menos 1.688 casos y 89 muertes.
Se estima que 13 millones de personas viven en las favelas densamente pobladas y azotadas por la pobreza de Brasil. En Río, se construyen en colinas donde incluso el acceso al agua corriente limpia puede ser un desafío. Los productos como los desinfectantes para manos a menudo son demasiado caros, ya que muchos residentes subsisten con un salario mínimo o menos y dependen de los trabajos que se han visto afectados por la pandemia.
Sebastiao Soares, un vendedor local de Ciudad de Dios, la favela que se hizo famosa por la película del mismo nombre de 2002, le dijo a CNN que comparte su casa de 120 metros cuadrados con otras seis personas, incluidos sus tres hijos. Por lo general, vende bebidas en las playas de Río de Janeiro para ganarse la vida, pero tuvo que renunciar después de una prohibición del gobierno estatal el mes pasado. A pesar de ser de alto riesgo como diabético que sufre de hipertensión, Soares le dijo a CNN que aún trabajaría si pudiera.
Directriz confusa
La directriz sobre distanciamiento social en Brasil en general ha sido confusa. Los gobiernos estatales y locales en algunas de las áreas más afectadas del país han estado promoviendo el distanciamiento social con campañas en línea y contando con bomberos y policías en las calles instando a las personas a permanecer adentro. En Río de Janeiro, el gobernador Wilson Witzel extendió las medidas de cuarentena en la mayoría de las principales ciudades del estado hasta fines de abril e instó a la gente a quedarse en casa.
“Todavía estamos en las primeras etapas de esta pandemia. La gente necesita entender que debemos quedarnos en casa”, dijo Witzel durante una conferencia de prensa el martes. “Este no es el momento de estar en la calle, excepto por esas actividades esenciales”.
La medida se aplica a las escuelas, las playas de Río y los sitios turísticos, como la estatua del Cristo Redentor.
Según una encuesta reciente de Datafolha, el 76% de la población apoya las políticas de distanciamiento social para frenar la propagación del coronavirus.
Sin embargo, el presidente Jair Bolsonaro ha seguido rechazando las políticas de distanciamiento social en las últimas semanas, descartando el coronavirus como una “pequeña gripe” y diciendo que Brasil sufrirá más si la economía colapsa.
El gobierno federal lanzará un programa de asistencia de emergencia esta semana para distribuir 600 reales (aproximadamente 114 dólares) mensuales durante los próximos tres meses a las personas que forman parte de la “economía informal” de Brasil y que han perdido sus empleos.
Mientras tanto, los residentes de varias favelas, incluida Ciudad de Dios, han comenzado a recolectar suministros de limpieza, como jabón de manos y detergente para platos, así como comidas para muchos de los que quedaron desempleados. Algunos se han asociado con ONG locales, mientras que otros han iniciado campañas para donaciones en línea.
“Estos productos no son muy caros, pero sabemos que son inaccesibles para algunos, dada la realidad de nuestra favela”, dijo a CNN Victor Andrade, uno de los voluntarios. “La gente aquí simplemente no tiene los medios para comprar estos artículos”.
Docenas de casos de coronavirus se han confirmado en favelas en toda la ciudad, incluida Ciudad de Dios. Las primeras muertes relacionadas con el coronavirus en las favelas fueron reportadas por el gobierno de la ciudad de Río de Janeiro a última hora del miércoles. Se informaron al menos dos muertes en Manguinhos y dos en Rocinha, la favela más grande de Brasil, donde viven aproximadamente 150.000 personas.
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Hasta ahora, no se han confirmado casos en Santa Marta, aunque Firmino teme que el virus esté a la vuelta de la esquina.
Marcos Moreno de CNNE en Río de Janeiro contribuyó a este informe.