(CNN) – En hospitales de todo el mundo, los médicos se enfrentan a la incredulidad mientras observan a pacientes con covid-19 que deberían estar comatosos o “agarrotados” por la hipoxia –falta de oxígeno en los tejidos del cuerpo–, revisar sus redes sociales, hablar con las enfermeras y apenas quejarse de tener molestia al respirar.
Algunos los han apodado “hipóxicos felices”, un nombre bastante inapropiado para lo que podría ser una recuperación larga y lenta, o incluso algo peor.
El término médico apropiado es “hipoxia silenciosa”. Y ocurre cuando las personas no saben que les hace falta oxígeno y, por lo tanto, al acudir al hospital llegan con un estado de salud peor de lo que creen.
Por lo general, estos pacientes han experimentado algunos síntomas de covid-19 entre 2 y 7 días antes de ir al hospital, con quejas de opresión repentina en el pecho o incapacidad para respirar profundamente, indicó el Dr. Richard Levitan, quien ha sido médico de emergencias durante unos 30 años.
Aunque ejerce en Littleton Regional Healthcare en Nueva Hampshire, Levitan recientemente pasó casi dos semanas como voluntario en la sala de emergencias de un hospital de la ciudad de Nueva York, cerca del epicentro del devastador brote de la ciudad.
Allí observó a pacientes entrar a la sala de emergencias con niveles de oxígeno en la sangre muy bajos, hasta del 50%, lo que debería haber causado que estuvieran incoherentes, incluso inconscientes. La saturación normal de oxígeno en la sangre oscila entre 95% y 100%, y cualquier nivel por debajo del 90% se considera anormal.
Además, dijo Levitan, las tomografías de los pulmones de estos pacientes revelaron signos de neumonía tan severa que deberían padecer un dolor terrible mientras buscan respirar.
“Sus rayos X se veían horribles, su oxígeno era terrible y, sin embargo, están completamente despiertos, alertas en un teléfono celular, y todos dijeron que habían estado algo enfermos durante días”, relató.
“Y entonces solo recientemente notaron falta de aliento o fatiga o algo más”, agregó Levitan. “Eso es lo que es tan fascinante de esta enfermedad, y también tan terrible”.
Es horrible porque cuando una persona se da cuenta que está teniendo problemas para respirar profundo y decide buscar ayuda, ya está peligrosamente enferma.
“Algunos, en última instancia, pueden requerir un respirador artificial”, señaló Levitan. “A medida que aumentan los niveles de dióxido de carbono, se acumula líquido en los alvéolos y los pulmones se vuelven rígidos, lo que lleva a una insuficiencia respiratoria aguda”.
¿Cómo puede ocurrir esto?
Los médicos especulan que, para algunas personas, los problemas pulmonares del covid-19 avanzan de una manera que no es evidente de inmediato. A medida que los pacientes se enfocan en combatir síntomas como la fiebre y la diarrea, el cuerpo comienza a luchar contra la falta de oxígeno al acelerar la respiración para compensar.
“Imagina que tienes un vaso lleno de aire, y ahora esa tasa se llena hasta la mitad”, ejemplificó el neumólogo de cuidados críticos Dr. Cedric Rutland, portavoz de la Asociación Estadounidense de Pulmón.
“¿Qué harás naturalmente? Intentarás llenar el vaso dos veces más rápido porque perdiste la mitad”, continuó Rutland, quien también es profesor clínico asistente en la Universidad de California, Riverside.
Es posible que las personas no sean conscientes de que su ritmo de respiración va más rápido y no busquen ayuda, pero los niveles de oxígeno en la sangre continúan disminuyendo. Mientras tanto, el cuerpo se ajusta lentamente a la reducción en el oxígeno, algo muy parecido a lo que sucede cuando una persona viaja a una altitud superior a la que está acostumbrada.
Para cuando estos pacientes llegan al hospital con los pulmones deteriorados y los niveles de oxígeno muy bajos, “esto ha estado ocurriendo por un tiempo”, indicó Rutland. “Entonces tu cuerpo está de alguna manera acostumbrado”, explicó.
Sin embargo, el daño ya ha ocurrido. No solo los pulmones están gravemente devastados, sino que también la falta de oxígeno pudo haber comprometido a otros órganos del cuerpo, como el corazón, los riñones y el cerebro.
Una hipoxia silenciosa que avanza rápidamente a una insuficiencia respiratoria puede explicar por qué algunos pacientes jóvenes con covid-19, sin ninguna condición de salud preexistente, han muerto repentinamente después de no experimentar ninguna dificultad respiratoria grave.
Tratando de evitar los respiradores artificiales
Al principio de la crisis, los médicos ponían respiradores artificiales a casi todos los pacientes que llegaban con dificultades respiratorias. Ahora, están reservando los dispositivos para los enfermos más graves, al darse cuenta de que otras medidas, como el oxígeno suplementario y la posición del cuerpo, pueden funcionar igual de bien en algunos casos.
En 2012, Levitan fue el coautor de una publicación en la que los médicos trataron con oxígeno suplementario a 50 pacientes en lugar de utilizar respiradores artificiales, y además los ubicaron de lado y boca abajo, posiciones que a menudo se utilizan para ayudar a abrir los pulmones inferiores.
“Descubrimos que dos de cada tres pacientes pueden evitar ser conectados a un respirador artificial durante las primeras 24 horas poniéndoles oxígeno y haciendo estas maniobras de posicionamiento, como colocarlos boca abajo”, señaló.
Mantener a los pacientes sin los respiradores es una gran victoria para todos: médicos y pacientes. Estos dispositivos son escasos y deben reservarse para los más enfermos. Pero incluso si cada hospital tuviera un excedente de respiradores, hay muchas razones para probar otros métodos primero.
Además de tener un tubo insertado a través de la nariz en el estómago o implantado quirúrgicamente en la tráquea por la garganta, a los pacientes se les pueden implantar tubos para alimentarse y usar el baño.
Los tubos de respiración no son agradables. Muchos pacientes requieren múltiples sedantes para que no los expulsen. Las bacterias pueden crecer fácilmente y causar “neumonía asociada al respirador”. También existe un mayor riesgo de coágulos sanguíneos.
Finalmente, las personas tratadas con respiradores artificiales deben ser “destetadas” del dispositivo, una experiencia dolorosa y aterradora durante la cual algunos sufren. Una vez que logran reducir su dependencia, aproximadamente un tercio de los pacientes que tuvieron respiradores salen de la experiencia con ansiedad, depresión o delirio, a menudo denominado “cerebro del respirador”.
La detección temprana es clave
Levitan recientemente escribió un artículo de opinión para el diario The New York Times en el que hizo un llamado a diagnósticos más tempranos sobre las preocupaciones respiratorias del covid-19, al pedir que las personas con síntomas leves usen oxímetros de pulso durante su cuarentena de dos semanas para controlar sus niveles de oxígeno en la sangre.
“Un examen generalizado de oximetría de pulso para detectar la neumonía por covid-19 –ya sea que las personas se revisen a sí mismas en dispositivos domésticos o vayan a clínicas o consultorios médicos– podría proporcionar un sistema de alerta temprana para los tipos de problemas respiratorios asociados con la neumonía por covid”, escribió el médico.
Sin embargo, aún hay dudas sobre los méritos del uso doméstico de oxímetros de pulso para medir los niveles de oxígeno en la sangre. Primero, algunos de los dispositivos en el mercado pueden no ser precisos. Un estudio de 2016 encontró que solo dos de seis oxímetros populares cumplían con los criterios de precisión establecidos por la Organización Internacional de Estandarización, una organización internacional independiente y no gubernamental dedicada a establecer estándares globales.
Adicionalmente, el uso incorrecto puede afectar las lecturas. El dispositivo debe usarse correctamente; las manos deben estar a temperatura ambiente; y el esmalte de uñas oscuro puede afectar los resultados, al igual que contener la respiración.
Rutland está alentando a los pacientes que lo consultan a través de telemedicina a usar oxímetros para controlar sus niveles de oxígeno. Siente que los dispositivos, aunque no son perfectos, proporcionan a los médicos una forma de clasificar a los pacientes normales que no pueden ver en persona durante el aislamiento.
“Siempre y cuando alguien tenga un oxímetro en el hogar y conozca a la persona lo suficientemente bien, puede ayudarlo a monitorear esto en su hogar para comenzar a decidir si necesita o no ir al hospital”, dijo.
“Creo que la oximetría de pulso es increíblemente valiosa si la usáramos en el tiempo en que la enfermedad comienza a ganar fuerza, que generalmente es de 5 a 10 días después de que alguien se infecta por primera vez”, señaló Levitan.
“Luego, lo otro es medir los marcadores inflamatorios cuando los observamos en el hospital y usar la variedad de medicamentos a nuestra disposición para tratar la inflamación. Es hora de adelantarse a este virus en lugar de perseguirlo”, insistió.