(CNN Business) – Danny Engel perdió su independencia luego de que la pandemia de coronavirus llegara.
Engel, quien sufre de epilepsia, usualmente trabaja medio tiempo en una farmacia CVS en Bedford Hills, Nueva York, durante la semana, y tiene su propio departamento bajo un programa de vivienda con apoyo. También recibe ayuda para las tareas diarias, como limpiar su hogar y comprar comestibles.
Pero cuando comenzó el cierre por el coronavirus, el personal de apoyo de su departamento le informó que no podrían ayudarlo directamente.
Engel, de 31 años, entonces se mudó con sus padres y debió reducir sus horas de trabajo en CVS por recomendación de su médico para estar expuesto a menos personas durante su turno.
La pandemia de coronavirus ha provocado que empleados de una gran cantidad de industrias dejen sus trabajos, deban reubicarse y terminen por desarraigar sus vidas en busca de otras opciones. La crisis ha sido especialmente dura para las personas con discapacidades, muchas de las cuales tienen trabajos en la industria minorista, según destacan activistas y los proveedores de servicios de empleo. También puede ser más difícil para los estadounidenses con discapacidad encontrar un empleo a medida que las oportunidades se agotan, y pueden enfrentar más problemas para vivir de manera independiente.
Para muchos trabajadores con discapacidades, la pandemia ha significado depender más de sus familias para obtener apoyo adicional. Engel está frustrado por tener que trabajar menos horas de las que normalmente hace en CVS y no poder interactuar con los clientes.
“Me gustaría volver a la vieja rutina”, dijo.
Sus padres, Mike y Marion, añadieron: “Desde una perspectiva a más largo plazo, esta no es una buena situación para que Danny pueda continuar creciendo de manera independiente tanto como sea posible”.
Desafíos en el sector minorista
Alrededor de 1,2 millones de personas con discapacidad trabajaron en la industria minorista durante 2018, según los datos más recientes de la Oficina del Censo.
Durante la pandemia, los empleados con discapacidades están desempeñando trabajos esenciales, pero también luchan “al navegar los múltiples cambios en los procesos y políticas que se están implementando”, señaló Julie Christensen, directora de políticas y defensa de Association of People Supporting Employment First.
Para muchos estadounidenses con discapacidades cognitivas o del desarrollo, trabajar en un supermercado o en una farmacia es el “empleo ideal”, dijo Cheryl Bates-Harris, especialista senior en defensa de la discapacidad en la organización National Disability Rights Network.
El trabajo proporciona independencia e interacción social con clientes y compañeros. Usualmente, es el primer gasto de dinero de los trabajadores. La repetición de abastecer los estantes, limpiar pisos, empacar alimentos, saludar a los clientes y otras responsabilidades en las tiendas son “tareas que pueden aprender y dominar”, explicó Bates-Harris.
Pero para los empleados de supermercados que tienen problemas auditivos y dependen de leer los labios, la pandemia les ha hecho imposible comunicarse con compradores que llevan máscaras faciales.
“Dependo de leer los labios para llenar los espacios en blanco cuando mantengo una conversación con alguien. Ahora, con todos usando máscaras, de repente ya no puedo leer más los labios y estoy completamente perdido”, comentó Matt Dacey, quien trabaja en Kroger en Lexington, Kentucky, y es miembro del sindicato United Food and Commercial Workers. “Todo a mi alrededor es solo ruido, y nada de eso tiene sentido. La fatiga mental que provoca es bastante severa”, añadió.
Muchos empleados con discapacidades tienen condiciones sensoriales, por lo que usar guantes y máscaras puede resultar un desafío. Algunos trabajadores enfrentan un reto a la hora de identificar las distancias sociales en las tiendas.
El coronavirus llevó a Angela Schub, quien ha trabajado como empacadora en Stop & Shop en Long Island, Nueva York, y tiene una discapacidad cognitiva, a pedir una licencia para ausentarse del trabajo.
“Me encanta trabajar con mis amigos y mis compañeros”, dijo Schub, quien quien ha conservado el puesto durante 12 años. “Soy una persona sociable”.
Schub, de 34 años, dijo que a sus padres les preocupaba que ella tuviera dificultades para comprender los requisitos de distanciamiento social en la tienda.
El virus también ha transformado su vida de otras maneras. Ella no sabe conducir y no ha podido ver a su prometido, quien también vive con sus padres, porque ambas familias temen que sea un riesgo muy alto. Ella tampoco puede encontrarse con su entrenador de trabajo, dijo.
Sistema de apoyo
Los activistas temen que la crisis dificulte aún más que los trabajadores con discapacidades que tomaron licencias voluntarias en la pandemia o que fueron despedidos puedan encontrar trabajo. Explican que estos empleados pueden enfrentar obstáculos para volver a ingresar a la fuerza laboral, debido a una estructura de apoyo debilitada a su alrededor.
Y con millones de estadounidenses que aumentan las listas de desempleo durante la pandemia, los trabajadores con discapacidades enfrentarán una mayor competencia para encontrar trabajo.
Una “gran preocupación” es “garantizar que el sistema de apoyo del empleo permanezca intacto para que las personas con discapacidad no se queden rezagadas mientras reiniciamos la economía”, sostuvo Christensen de Association of People Supporting Employment First.
En Washington Vocational Services, un grupo que ayuda a las personas con discapacidad a encontrar trabajo, alrededor del 87% de los empleados que la organización ha ubicado previamente en trabajos han tenido que retirarse durante la pandemia, a pesar de que un alto porcentaje trabaja en supermercados y tiendas minoristas. En muchos casos, estos empleados no pueden trabajar porque tienen situaciones de vida supervisada y no pueden arriesgarse a contraer el virus en el trabajo y contagiar a sus compañeros de casa, explicó la directora ejecutiva de la organización, Janet Bruckshen.
Uno de estos trabajadores, Sean Curtis, empleado de PCC Community Markets en Edmonds, Washington con una discapacidad cognitiva, tuvo que retirarse porque vive en un hogar residencial con otras cinco personas con discapacidad y podría correr el riesgo de contagiarles el virus.
“Me molesta no estar allí con mis compañeros de trabajo”, dijo. Curtis ha agotado el dinero del tiempo libre remunerado por la tienda, por lo que ahora se está quedando sin recursos y tiene que depender de sus beneficios por discapacidad.
Muchos empleados con discapacidad también trabajan de cerca con entrenadores laborales y proveedores de servicios de empleo que los ubican en puestos especializados. Pero tales compañías han experimentado despidos y licencias durante la crisis.
“Estamos viendo que los proveedores han despedido entre el 60% y el 75% de los profesionales de soporte directo debido a las preocupaciones de flujo de efectivo”, indicó Christensen. “Es posible que estos trabajadores no estén recibiendo los apoyos vitales que necesitan para adaptarse a los cambios y continuar teniendo éxito en sus empleos”, añadió.
El distanciamiento social también ha impedido que los trabajadores y entrenadores laborales se reúnan físicamente en el trabajo.
“Es realmente difícil. Se supone que el entrenador de trabajo debe observarte y darte sugerencias”, dijo Engel, el empleado de CVS.