Nota del editor: Jennifer J. Raab es la decimotercera y actual presidenta del Hunter College en la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Anteriormente se desempeñó como presidenta de la Comisión de Preservación de Monumentos de la Ciudad de Nueva York. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Ver más artículos de opinión sobre CNe.com/opinion
(CNN) – Isabel (no es su nombre real), una estudiante de primer año del Hunter College nacida en Colombia, llegó a este país cuando tenía cuatro años. Desde entonces ha vivido en un departamento de Queens que comparte con sus padres y su hermana. Para ayudar a financiar su educación universitaria, Isabel trabaja a tiempo parcial como recepcionista en un hospital veterinario que cada vez tiene menos personal por la crisis de covid-19. Isabel está ayudando en todo lo que puede, a menudo con mascotas que están ansiosas mientras los veterinarios las tratan. Ella trabaja más horas que nunca, haciendo malabares para cumplir con las demandas de su trabajo y el reto de completar su año académico con un promedio de calificaciones alto. Pero con su madre desempleada y el horario de trabajo de su padre reducido, así como su empleo en peligro, la vida de Isabel ahora es más precaria que nunca.
Vive con el temor perpetuo de ser deportada de este país, donde espera trabajar algún día en una profesión que necesita urgentemente nuevos reclutas: enfermería. Lo peor de todo es que el gobierno federal la ha excluido de los fondos de emergencia para estudiantes bajo la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica de Coronavirus (CARES, por sus siglas en inglés). Eso se debe a que Isabel es una dreamer o “soñadora”, cuyo estado aquí podría estar protegido bajo la Ley de Desarrollo, Ayuda y Educación para Menores que lleva tiempo estancada, si tan solo el Congreso la aprobara.
Como presidenta del Hunter College de la ciudad de Nueva York, me preocupan los estudiantes de nuestra propia escuela, y de la ciudad y el país, que están luchando para completar sus estudios mientras intentan mantenerse y estar a salvo durante esta pandemia.
Los “soñadores” tienen una carga particular mientras esperan una inminente decisión de la Corte Suprema que tendrá un gran impacto en su futuro. El decreto de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia de 2012 (DACA, por sus siglas en inglés), firmado por el entonces presidente Barack Obama, protegió a miles de jóvenes dreamers de la deportación y les permitió asistir a universidades y obtener trabajos en Estados Unidos. Pero en 2017, la Casa Blanca de Donald Trump rescindió el DACA. Desde entonces, el futuro de este programa y sus casi 800.000 beneficiarios han estado bajo amenaza constante.
En las próximas semanas, mientras Isabel y miles de dreamers continúan sirviendo y protegiendo a sus comunidades, se espera que el tribunal superior emita su fallo sobre si la protección del DACA puede ser eliminada por un decreto posterior. El fallo de la Corte tiene el potencial de cambiar las vidas de Isabel y de los “soñadores” como ella. En el mejor de los casos, un fallo negativo puede finalmente obligar al Congreso a proteger a los jóvenes inmigrantes de la deportación al legislar su derecho a vivir y trabajar libremente en el único país que muchos han conocido.
Con la pandemia afectando nuestras vidas, estamos más agradecidos que nunca por los aproximadamente 27.000 “soñadores” que trabajan en la atención médica como médicos, enfermeras, farmacéuticos y paramédicos. La crisis del covid-19 ha resaltado su valentía, tenacidad y generosidad al cuidar a los afectados por el virus. También somos conscientes de las contribuciones de los heróicos dreamers que trabajan incansablemente para mantenernos a flote atendiendo tiendas de comestibles, farmacias y, como en el caso de Isabel, hospitales veterinarios que cuidan a nuestras queridas mascotas.
LEE: 10 datos sobre los inmigrantes en la lucha contra la pandemia, mientras Trump anuncia restricciones
Junto con muchos de mis colegas, estoy lista para continuar ayudando a los dreamers sin importar el fallo de la Corte Suprema, como lo hemos hecho durante años. Hunter College estableció una oficina en nuestra División de Asuntos Estudiantiles para apoyar a los estudiantes indocumentados y facilitarles becas a través de una asociación con la organización TheDream.US. Creamos el Programa Eva Kastan Grove Scholars que brinda becas a estudiantes indocumentados, inmigrantes o hijos de inmigrantes.
La universidad celebra ferias de renovación de DACA para ayudar a los estudiantes a cumplir con los plazos críticos de las solicitudes y pagar la tarifa de renovación de 495 dólares. Durante estos tiempos difíciles, también proporciona fondos de emergencia, computadoras portátiles y acceso a nuestra despensa móvil de alimentos a todos los estudiantes, independientemente de su estatus. Todo este apoyo práctico ayuda a los “soñadores” a avanzar en sus metas educativas, formar su propio futuro y contribuir a nuestras comunidades en los años venideros.
Ahora, más que nunca, Estados Unidos tiene motivos para agradecer a los dreamers. No podemos permitir que una interpretación despiadada de la Ley CARES o un fallo potencialmente negativo de la Corte Suprema descarrilen sus destinos.
Mantengamos la presión sobre el Congreso para que encuentre una resolución positiva para los “soñadores” que han enfrentado desafíos e incertidumbre sobre su estado desde que llegaron a este país cuando eran niños. Todos los líderes en educación superior deben apoyar sin disculparse a estos hombres y mujeres jóvenes y ayudarlos de cualquier manera posible para que completen su formación.
Estamos orgullosos de cada dreamer que eligió perseguir su sueño americano en el Hunter College. Las tres ramas del Gobierno federal -el ejecutivo, el legislativo y el judicial- también deberían aplaudir su valor durante la pandemia y allanar el camino para su futuro productivo en nuestro país, que también es su país.