Nota del editor: Alice Driver es una periodista independiente cuyo trabajo se centra en la migración, los derechos humanos y la igualdad de género. Vive en la Ciudad de México. Driver es autora de “Más o menos muertos: feminicidio, persecución y ética de la representación en México”. Las opiniones expresadas en este comentario son propias de la autora. Más artículos de opinión en CNNe.com/opinión
(CNN Español) – Muchos de los trabajadores en todo el país trabajan codo con codo, seis días a la semana, ocho horas al día. Para ellos, el distanciamiento social en el lugar de trabajo no es más que un sueño.
He pasado los últimos meses entrevistando a trabajadores esenciales en el sur de Estados Unidos, principalmente en Arkansas, donde son esenciales para la cadena alimentaria de este país. Provienen de México, El Salvador, Myanmar, las Islas Marshall y más allá. Los trabajadores con los que hablé, muchos indocumentados, me contaron que huyeron de los estragos del cambio climático, el genocidio y la guerra para venir a EE.UU., donde recogen tomates, cebollas, lechugas y matan a los cerdos y pollos que luego adornarán las mesas de los estadounidenses. Pasan sus días limpiando de malas hierbas las hileras de los campos de arroz, alineando pechugas de pollo congeladas para que una máquina pueda cortarlas en pepitas de pollo y lavando la sangre de las patas de los pollos acabados de matar.
En un decreto firmado en abril, el presidente Donald Trump consideró que los trabajadores, en su mayoría inmigrantes y muchos indocumentados, que suministraban nuestros alimentos, eran esenciales, pero dejó la aplicación de medidas de seguridad contra el covid-19, en manos de las empresas, algunas de las cuales se han resistido a ser transparentes e informar sobre cuestiones tan básicas como cuántos trabajadores se han infectado con el virus en el lugar de trabajo. En lugar de confiar en que las empresas voluntariamente reciban orientación de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA), Trump debería exigir que las empresas cumplan con las medidas de seguridad específicas contra el covid-19, que el Departamento de Trabajo está autorizado a implementar en caso de emergencia. Como hemos visto, cuando no se cumplen las normas de seguridad, los trabajadores esenciales mueren.
Los trabajadores que entrevisté estaban orgullosos de haber podido mantener a sus familias trabajando en granjas y plantas empacadoras de carne, pero informaron que muchos de sus empleadores no seguían las pautas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. para prevenir la propagación del nuevo coronavirus. Aunque Trump y otros políticos nos han dicho repetidamente que los trabajadores esenciales son héroes y guerreros, los trabajadores con los que hablé sienten que son prescindibles. Para los trabajadores esenciales, todos los elogios son huecos si no se aplican medidas que contribuyan a preservar sus vidas.
Las empresas insisten en que están tomando las medidas adecuadas para proteger a sus trabajadores. Por ejemplo, David Jackson, director de operaciones de Simmons Foods, un productor de aves de corral y comida húmeda para mascotas con sede en Arkansas dijo en un comunicado enviado por correo electrónico a través del director de comunicaciones, que la compañía había expandido la áreas comunes e instalado barreras protectoras entre las estaciones de trabajo y estaba notificando a cualquier trabajador que había estado en contacto cercano con un colega positivo por covid-19 (aunque no abordó directamente cómo la compañía había determinado a qué empleados contactar). Jackson dijo además que Simmons Foods estaba “trabajando diligentemente todos los días para evaluar los esfuerzos en curso, hacer mejoras siguiendo la guía de los CDC y OSHA, y garantizar que nuestras instalaciones tengan PPE adecuado, solución desinfectante para las manos y otros suministros necesarios”.
Pero los trabajadores de las plantas de procesamiento de carne, incluido Simmons, describieron tener poco o ningún distanciamiento social en el trabajo, simplemente porque cumplir el distanciamiento social requeriría ralentizar la producción. Y si la producción se desacelera, las compañías verán una disminución en las ganancias y los consumidores tendrán que pagar más por la carne.
Estos trabajadores sienten que sus vidas son más importantes que las ganancias y la carne barata, y debemos escucharlos.
Como informó ProPublica, a los trabajadores de procesamiento de carne y aves rara vez se les paga cuando están enfermos y muchas compañías tienen un sistema de puntos disciplinarios donde los trabajadores son castigados por llamar enfermos. Incluso antes del coronavirus, había una escasez de trabajadores en la industria de procesamiento de carne, lo cual es comprensible dado que el trabajo es duro y mal pagado y frecuentemente realizado por refugiados, cuya entrada en EE.UU. ha sido limitada por la administración de Trump.
Ante la falta de un liderazgo adecuado de los políticos y las empresas para proteger su seguridad, los trabajadores esenciales han comenzado a organizarse para exigir licencia por enfermedad y beneficios esenciales. Sin embargo, a medida que intentan cambiar las políticas de seguridad de las compañías, continúan trabajando en condiciones que temen les conduzcan a la muerte. Una trabajadora indocumentada con quien hablé en Ft. Smith, Arkansas, que lleva una década procesando pollo en Simmons Food, dijo: “Ruego a Dios que no me contagie con el virus”. Sin embargo, ella planea seguir trabajando para mantener a sus cinco hijos porque “la necesidad nos obliga a hacerlo. Soy vieja y no hablo inglés. No sé conducir. No me queda otra cosa que hacer que trabajar”.
Estos trabajadores esenciales tienen quejas comunes sobre las condiciones de trabajo. Sin embargo, muchos trabajadores son indocumentados y temen ser deportados si dicen la verdad. Los trabajadores agrícolas, de los cuales el 26% es indocumentado según el instituto Pew, me informaron que sus horas se habían reducido o eran irregulares, lo que los colocaba en una posición en la que no podían permitirse comprar suficiente comida para sus familias. Incluso aquellos que tienen documentos me dijeron que varios miembros de la familia trabajaban en la misma compañía y temían ser despedidos si hablaban con los medios sobre las condiciones de trabajo. En un caso, entrevisté a una pareja que trabajaba en una planta procesadora de aves de corral, y les preocupaba quién cuidaría a sus cuatro hijos si ambos contraían coronavirus.
Los trabajadores esenciales se quejaron de que los empleadores no habían proporcionado equipo de protección como máscaras, o que racionaron dicho equipo. Si Trump puede emitir un decreto para mantener en funcionamiento las plantas procesadoras de carne, también debe asegurarse de que el país esté produciendo suficientes máscaras faciales para proteger a dichos trabajadores. Los trabajadores me contaron historias de cómo los empleadores no les informaron sobre colegas que habían dado positivo por covid-19, cómo habían aguado el jabón para ahorrar dinero, cómo habían presionado a los trabajadores que llamaron enfermos para que siguieran trabajando, y cómo les habían dicho que si hablaban con los medios serían despedidos.
Los hombres y mujeres con los que hablé me dijeron que creen que las empresas valoraban las ganancias por encima de sus vidas: junto con las cárceles, las plantas procesadoras de carne son los lugares donde más rápidamente se ha extendido el contagio de covid-19 en Estados Unidos. Annie Grant, una trabajadora de procesamiento de carne en Georgia, que tuvo fiebre durante dos días y a la que la gerencia le dijo que regresara al trabajo, murió de coronavirus en un hospital. Un portavoz del empleador de Grant, Tyson Foods, le dijo al “The New York Times” que la compañía estaba tomando las temperaturas de los trabajadores antes de ingresar y estaba implementando medidas de distanciamiento social.
La historia de Grant ilustra las presiones que enfrentan los trabajadores y cómo las acciones de la compañía a menudo contribuyen a la propagación del coronavirus y la muerte de los trabajadores. Si el presidente Trump realmente cree que los trabajadores esenciales son héroes, debe actuar para garantizar que dichos trabajadores no mueran innecesariamente.