Nota del editor: Camilo Egaña es presentador del programa de entrevistas en horario estelar, Camilo, que se transmite de lunes a viernes a las 9:00 p.m. hora de Atlanta en CNN en Español. Las opiniones expresadas aquí son propias del autor. Lea más artículos de opinión en CNNe.com/opinion
(CNN Español) – La vida tiene cada cosa. Que alguien como Donald Trump, -que pretende ser la encarnación del macho invencible-, se parezca cada vez más a las Erinias, resulta -como mínimo- cómico.
En la mitología griega, las Erinias eran las diosas de la venganza. En la mitología romana se las conoce como las Furias. Pero en ambos casos, son criaturas femeninas.
Hecho una furia, porque ciñéndose a los hechos, Twitter decidió prevenir a la gente de que una serie de mensajes del presidente ofrecen información “potencialmente engañosa”, su majestad Donald ha firmado un decreto para tratar de controlar a las empresas de redes sociales. Y como Trump entiende, sobre todo, el lenguaje del dinero, ha ordenado limitar el gasto de publicidad de su gobierno en esas compañías.
Trump invoca la libertad de expresión. Arguye que las grandes empresas tecnológicas están en su contra y que censuran el discurso conservador.
Pero jamás ha puesto el grito en el cielo por el poder que tienen tales compañías sobre la ciudadanía a partir de la información que -en ocasiones- los propios ciudadanos ofrecen como corderitos cándidos; ni ha criticado la desinformación y la difamación, que como pájaros de mal agüero, se posan todo el tiempo sobre las redes sociales. Ni ha admitido que él mismo, con sus retuits frenéticos e histéricos, adoba el caldo de cultivo de la denigración y la mentira.
Donald, la Erinia, Trump, la Furia de la Casa Blanca, acaba de dar un paso en un camino de control que, para algunos, podría colocar su administración al mismo nivel del gobierno comunista chino y del cubano, que censuran las redes sociales.
¿Llegará a los niveles de Maduro y Putin, o de otros autócratas?
El decreto del presidente contra las empresas de redes sociales puede que quede en aguas de borrajas: ni fu ni fa. Los expertos dicen que es potencialmente inconstitucional. Pero Trump sabe que sus acólitos necesitan esa pequeña alegría para seguir adorándolo.
Ese decreto no es una verdadera arma de intimidación politica en Estados Unidos. Pero no sé si el presidente pueda entender a su país. Un país donde se viven violentas protestas por la muerte de un hombre negro luego de que un policía blanco le pusiera la rodilla en el cuello. El mismo país donde ya han perdido la vida 100.000 personas por una pandemia espantosa a la que -desde la Casa Blanca- no se le dedica la misma atención que a una frase de verificación de datos.