Crédito: Carolina Cabral/Getty Images

Nota del editor: David Bittan Obadia es abogado. Analista de temas políticos e internacionales. Columnista del diario el Universal de Venezuela. Ha participado en el Congreso Judío Mundial. Es miembro del American Jewish Committee y de la Federación de Comunidades Judías de España.Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor. Lea más notas de opinión en: CNNE.com/opinión.

(CNN Español) – Venezuela está recibiendo cinco tanqueros que llegan desde Irán, los cuales -en teoría- llevan gasolina y material para tratar de levantar dos de las refinerías que al día de hoy no están operativas en ese país latinoamericano.

Hay un par de aspectos interesantes sobre esta noticia: en primer lugar, resulta inaceptable que Venezuela tenga que importar petróleo por el precario estado en el que se encuentra su industria petrolera; industria que, en su momento, llegó a producir más de 3 millones de barriles diarios de crudo.

Además, Venezuela es el país con las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo y fue un importante productor de petróleo. Así mismo, “entre 1999 y 2014 Venezuela recibió US$ 960.589 millones, un promedio anual de US$ 56.500 millones, y todo esto ha desaparecido, lo cual magnifica el escándalo.

En segundo lugar, se observa con preocupación que la administración del presidente Donald Trump, una vez más, creó una expectativa que se quedó en simples declaraciones y tuits, al haber expresado, entre otras cosas, que “estaba considerando tomar represalias contra Irán por envíos de combustible a Venezuela”.

Esta situación genera sentimientos encontrados en los que aspiran a un cambio en Venezuela y deja a Trump en una muy mala posición.

Irán ha superado una prueba impensable y demuestra que puede seguir ejerciendo influencia en América Latina, en plenas narices del imperio estadounidense.

No solo por el tema de los barcos. Recordemos que la línea aérea iraní Mahan Air, sancionada por el gobierno de Estados Unidos y acusada de “transportar armamento, agentes encubiertos y dinero a las zonas de conflicto”, sigue realizando vuelos libremente a Venezuela.

También están los antecedentes de los llamados ‘vuelos fantasmas’ que inició la empresa estatal venezolana Conviasa en 2017 y cuya ruta aérea, según da a entender Washington, Teherán utilizaría la ruta aérea para exportar sus actividades terroristas por Latinoamérica.

Estados Unidos pierde cada día más liderazgo internacional y, en el caso de Irán, debería preocuparle las muy estrechas relaciones con Venezuela desde hace ya muchos años aunque, posiblemente, ya sea demasiado tarde para desmontar lo que hay.

El Gobierno venezolano ha tratado de presentar el asunto de los tanqueros como un gesto de amistad de parte de la “hermana República Islámica de Irán”, pero el trasfondo es definitivamente otro, pues, debido al bajo consumo de petróleo por la pandemia de coronavirus, los países productores de petróleo tienen excedentes que no pueden almacenar y el barril ha caído a los niveles históricamente más bajos.

Irán está haciendo un negocio redondo vendiendo el petróleo muy caro a Venezuela, pero lo grave es que nadie sabe -a ciencia cierta- a cambio de qué, cuánto, ni tampoco el verdadero método de pago. Por ello, podemos afirmar que la intención de Irán está muy lejos de ayudar a Venezuela.