Crédito: Samuel Corum/Getty Images

Nota del editor: Ana Navarro es una estratega republicana y comentarista política en CNN. Sígala en Twitter en @ananavarro. Las opiniones expresadas en este artículo son de la autora.

(CNN) – George Floyd fue asesinado por agentes de policía de Minneapolis. Todos lo vimos en un video que desencadenó algo en la mayoría de nosotros. Tal vez fue por el tiempo que duró la tortura: 8 minutos y 46 segundos. O por la actitud despreocupada del exoficial Derek Chauvin, mientras mantenía su rodilla en el cuello de Floyd, a pesar de las súplicas de la multitud para que se detenga. Tal vez fueron las últimas palabras de Floyd: “No puedo respirar”. Palabras que escuchamos antes por parte de Eric Garner, otro hombre negro cuya muerte se convirtió en un hashtag y grito de guerra.

Tal vez fue el haber escuchado a Floyd llamando a su “mamá”, que había muerto tres años antes. O la secuencia de etiquetas como resultado del racismo que sucedió en tan poco tiempo: #AhmaudArbery, #BreonnaTaylor, #BirdingWhileBlack. Tal vez fue la combinación de todas esas cosas.

Sea lo que sea, esto condujo a una comprensión colectiva que se extendió por todo el país y en todo el mundo de que Estados Unidos tiene un problema sistémico con el racismo. Lo hemos estado teniendo desde que nació nuestro país. Nos está matando, a algunos de nosotros, literalmente.

¿Y qué pasa ahora? ¿Qué es lo que se viene más allá del hashtag? Algunos de mis amigos negros me han dicho, a veces con la mirada perdida y aspecto gruñón, que han recibido llamadas y mensajes de texto de personas blancas que conocen, preguntándoles cómo están, preguntándoles qué pueden hacer. Limita con lo ridículo que se les pregunte a las personas cómo solucionar un problema que no crearon y del que, en cambio, son víctimas.

Pero aún así, es una pregunta que merece una respuesta seria. Aunque tengo muchos amigos negros cercanos, aunque no me considero racista y aunque también soy una minoría en este país, es una pregunta en la que he estado pensando.

Hay medidas que los funcionarios del gobierno deberían tomar: cosas como prohibir estrangulamientos, asegurarse de que los policías que abusan de su poder pierdan sus empleos, enjuiciar la brutalidad policial y muchos otros pasos. También hay cosas que podemos hacer como ciudadanos e individuos. No soy una experta en raza. Solo soy una persona normal que quiere descubrir cómo podemos mejorar las cosas. Esto no está destinado a ser un sermón, una lección o una lista completa. Son solo algunos pensamientos de una persona imperfecta que quiere vivir en una unión más perfecta:

  • La intolerancia se basa en la ignorancia. Debemos educarnos a nosotros mismos. Leer algo más largo que un tuit sobre la historia de la esclavitud. Es muy importante saber cómo y cuándo comenzó la deshumanización sistémica de los negros en Estados Unidos. Por eso observé las fotos de las espaldas de los esclavos, marcados por los azotes. Los ganchos y cadenas de metal que fueron hechos para usar, incluso en los niños pequeños, alrededor de sus cuellos y muñecas. Busqué los nombres de Harriet Tubman, Frederick Douglass, Nat Turner y Sojourner Truth.
  • Debemos derribar los monumentos confederados. Pertenecen a los libros de historia, museos y basureros, no a las plazas públicas ni a las calles de Estados Unidos. Son una conmemoración hiriente de un tiempo vergonzoso en el país. No se engañen. No forma parte del patrimonio. Si quieren honrar a su bisabuelo que luchó por la Confederación, eso es genial. Cuelguen su cuadro en su pared. Pero para la mayoría de nosotros, especialmente aquellos cuyos bisabuelos estaban encadenados, los monumentos confederados romantizan la esclavitud.
  • Lean la historia, miren las fotos de lo que le sucedió a Emmett Till, un niño negro de 14 años brutalmente torturado y linchado por presuntamente coquetear con una mujer blanca, quien años más tarde admitió que había inventado partes de la historia. Es por todo esto que las personas están enfermas y cansadas de estar enfermas y cansadas. Porque durante décadas, nos hemos enfrentado con evidencia de hombres y mujeres negros que fueron enmarcados y asesinados por delitos menores o cargos falsos, y eso sigue sucediendo.
  • Aprendan sobre el movimiento de derechos civiles. Siéntese con sus hijos y miren el discurso de Martin Luther King, “I Have a Dream”. Aprendan lo que fue “Bloody Sunday”. Regresen y lean sobre “Loving v. Virginia”, porque fue hace solo 50 años que el matrimonio interracial era un crimen.
  • Lean literatura negra, vean películas y documentales sobre estadounidenses negros: títulos como “12 Years a Slave,” “Roots,” “Malcolm X,” “Selma,” “The Butler,” “To Kill a Mockingbird,” “I Know Why the Caged Bird Sings” and “The Loving Story”.
  • Tengan interacciones reales con personas negras. Hablen con ellos y aprendan que pueden ser diferentes a ustedes. Pídanles que compartan sus historias y luego escuchen con el corazón abierto.
  • Exijan que las empresas con las que hacen negocios tengan personas negras en sus directorios.
  • Apoyen a las empresas que son propiedad de personas negras.
  • Si trabajan en una empresa que tiene programas de pasantías, asegúrense de que esos pasantes representen a Estados Unidos. Las personas negras necesitan oportunidades.
  • Hagan donaciones a fondos de becas para personas negras.
  • Amplifiquen las voces negras. Asegúrese de que estén representados en los medios. Sigan algunas figuras destacadas en Twitter. Apoyen las películas y espectáculos producidos por personas negras.
  • No se queden callados ante el racismo. Cuando alguien haga un chiste racial o diga un insulto, deténgalo, incluso si es su pariente.
  • Cuando alguien haga algo racista en el trabajo, denúncienlo. Reporten el problema en Recursos Humanos. Incluso si es un colega cercano. Hagan lo que hagan, no miren para otro lado.
  • No usen insultos raciales.
  • Establezcan conexiones y amistades significativas con personas negras, y no solo para decir “tengo amigos negros”. Sé que en algunos lugares menos diversos de Estados Unidos, esto no suena fácil. Pero realmente, con las redes sociales y todo lo demás, no es tan difícil.
  • Sean conscientes de su propio privilegio. Mírense en el espejo y pregúntense si se involucran en un racismo deliberado o inconsciente.
  • No apoyen a los racistas. Empodérense. Cuando alguien diga algo racista en la televisión, apáguenlo. Averigüen quiénes son sus anunciantes y díganles que no gastarán dinero en ellos si siguen gastando su dinero en programas que avivan las llamas del racismo (sí, estoy hablando de Tucker Carlson).
  • La solidaridad es importante. Las palabras importan. Los aliados pueden hacer la diferencia. Nadie dice que las vidas negras importen más que otras. Nadie dice que todas las vidas no importan. La gente solo dice Black Lives Matter. Repitan esas tres pequeñas palabras. No debería ser controvertido, de verdad.
  • No voten por un racista para un puesto electoral local, estatal o federal, incluida la presidencia de Estados Unidos. En caso de que necesiten una explicación: alguien que fue demandado por discriminación, que pidió la pena de muerte para “Los cinco del Central Park” (y se niega a disculparse incluso después de que fueron absueltos), que promovió la conspiración de nacimiento contra el primer presidente negro y que llamó a los atletas (muchos de ellos negros) “hijos de puta”, es un racista. Y en caso de que aún no lo comprendan, déjenme ser aún más específica: no voten por Donald Trump en noviembre.