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Más jóvenes dan positivo por coronavirus en el sur de EE.UU.
00:31 - Fuente: CNN

Nota del editor: Erin Bromage es profesor asociado de Biología en la Universidad de Massachusetts Dartmouth. Su investigación se centra en la evolución del sistema inmune y en cómo los animales se defienden de la infección. Síguelo en Twitter @ErinBromage. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen al autor. Ver más artículos de opinión en CNNe.com/opinion

(CNN) –– El año pasado vi cómo Australia fue devastada por incendios forestales. Entre los episodios de furiosos muros de fuego, había semanas de calma, en las que los incendios arderían a través de los escasos matorrales, solo para volver a estallar en infiernos altísimos cuando las llamas alcanzaban bosques secos y viejos.

Este flujo y reflujo de la amenaza latente seguido por devastadores incendios repetidos durante la primavera y el verano australianos.

Estamos viendo un ciclo similar de tragedia desarrollarse en Estados Unidos. Las infecciones por covid-19 comenzaron como una amenaza invisible, con focos de infección latentes en nuestras comunidades a principios del año calendario. No fue hasta que golpeó a una población vulnerable en hogares de ancianos cuando comenzamos a apreciar la gravedad de la amenaza que enfrentamos.

Al comienzo de la pandemia, cuando todos estábamos tan poco preparados, nuestro enfoque estaba en las crecientes infecciones y las muertes en nuestra población mayor y menos saludable. Hemos sido testigos de los mismos fenómenos en Italia y España. Sí, las personas entre 40 y 60 años se estaban contagiando y enfermando, y muchas fueron hospitalizadas, pero las salas de UCI en los hospitales estaban predominantemente llenas con personas de más edad y con comorbilidades.

A medida que la pandemia aumentaba, miramos con asombro la respuesta de Corea del Sur. Las infecciones se aceleraron a un ritmo similar al de EE.UU., pero hubo una mortalidad significativamente menor en ese país.

En ese momento, algunos especularon que las diferencias en la mortalidad se debían a la demografía de edad de las personas infectadas.

En Corea del Sur, con extensas pruebas tempranas y un programa de rastreo de contactos envidiable, más del 75% de las infecciones se produjeron en personas menores de 60 años, y aproximadamente el 45% fueron en menores de 40 años.

En contraste, inicialmente EE.UU. tenía los recursos para evaluar solo a los pacientes más enfermos y, debido a esta limitación en la capacidad de diagnóstico, los datos se inclinaron fuertemente hacia aquellos que eran mayores y tenían más probabilidades de ser hospitalizados. La tasa de infecciones virales en los ancianos se incendió y ardió, y en el esfuerzo por contener y detener esta tragedia en desarrollo, apartamos nuestros ojos de lo que les estaba sucediendo a las personas más jóvenes. ¿Cuál fue y es su papel en esta pandemia?

El papel de las personas jóvenes y saludables en esta pandemia está comenzando a revelarse.

Las personas de 20 a 40 años parecen estar propagando la infección de manera desapercibida. Se infectan tan fácilmente como los ancianos, pero es mucho más probable que presenten síntomas leves o incluso nulos. Las personas en estos grupos de edad son las que han permitido que el virus se extienda por nuestras comunidades y estalle en llamas cuando entran en contacto con una población vulnerable.

A diferencia de las poblaciones de mayor edad, en las que la fracción de las pruebas positivas ha disminuido notablemente con el tiempo, ––lo que probablemente evidencia de que estamos mejorando en la protección de las personas vulnerables––, cuando observamos a los jóvenes de 18 a 49 años, vemos que el número de casos positivos se ha mantenido más o menos constante a lo largo del tiempo.

Ahora estamos viendo que más del 60% de todas las infecciones en EE.UU. ocurre en personas menores de 50 años.

El sesgo de la tasa de infección hacia este grupo de edad más joven, aquellos con menos probabilidades de tener síntomas y resultados graves, podría explicar por qué estamos viendo una reducción a nivel nacional en hospitalizaciones y muertes.

Pero los datos emergentes sobre la tasa de infección para los menores de 50 años revelan que el segmento de nuestra población de 20 a 40 años de hecho puede ser la fuerza que impulsa esta pandemia.

Un reciente estudio de rastreo de contactos realizado en Japón demostró cuán significativos son los jóvenes de 20 a 40 años en el inicio de nuevos grupos de infección. Alrededor del 50% de todos los grupos rastreados (brotes en los que se infectaron al menos cinco personas nuevas) empezaron por este grupo de edad. Una revelación significativa de esta investigación fue que la mayoría de los casos de 20 a 40 años de edad no mostraba síntomas de enfermedad al momento del contacto con las personas que infectaron.

El 81% de todas las transmisiones nuevas del virus, que resultan en grupos de brotes, ocurrieron en los días previos o en el día del inicio de los síntomas. Entonces, estos individuos estaban infectando involuntariamente a otros antes de que experimentaran cualquier síntoma de la enfermedad.

Otros datos muestran que estos jóvenes infectados comenzaron brotes en bares, restaurantes, gimnasios y conciertos. Esto no sorprende a nadie que siga los datos, ya que este es un patrón que hemos visto de forma repetida en Corea del Sur y que ahora estamos observando en Estados Unidos.

Uno de los brotes reveladores descritos en este estudio de seguimiento fue como en un concierto de música en vivo donde el caso de una sola persona resultó en la infección de un artista, un miembro del personal del evento y miembros de la audiencia. En total, se contagiaron más de 30 personas.

Saber que las personas más jóvenes son tan fáciles de infectar, pero muestran menos síntomas y más leves que los que tienen más de 50 años, permite que el virus queme lentamente el fondo de nuestras comunidades.

Vemos que esta tendencia se desarrolla en los resultados de las pruebas. Sin embargo, si el virus continúa encendiéndose en este grupo de edad, con su mayor movilidad y su importancia dentro de la fuerza laboral esencial, solo será cuestión de tiempo antes de que veamos que sus infecciones provocan un infierno de enfermedades y muertes en poblaciones vulnerables.

Durante meses, he estado particularmente preocupado por los datos en Florida. Florida parecía haber esquivado una bala después de los juerguistas de vacaciones de primavera en marzo, reabrieron de manera aparentemente segura en mayo y la tasa de mortalidad de covid-19 se ha mantenido curiosamente baja.

Pero en el fondo, la demografía de las nuevas infecciones estaba cambiando. La media de edad de las personas infectadas se redujo de 65 años en marzo a 35 años en junio. Ahora estamos viendo un aumento sustancial en los nuevos casos diarios en ese estado, un aumento del 300% en las últimas dos semanas, que no se puede atribuir a una mayor cantidad de pruebas. Probablemente estamos viendo el aumento de nuevas infecciones debido a la mayor movilidad y las grandes redes sociales de las personas más jóvenes.

Si bien la tasa de infección se mantiene más alta en esta población joven, la carga sobre el sistema de atención médica sigue siendo baja. Sabemos que hay un gran grupo de personas vulnerables en la Florida. Estamos viendo signos preocupantes en Miami-Dade a medida que el número de pacientes ingresados se acerca al máximo esperado en abril, pero en todo el estado los números de hospitalización son estables.

Me temo que es solo cuestión de tiempo, sin embargo, antes de que el virus llegue a un hogar o un lugar de trabajo donde se puedan encontrar personas más vulnerables a los peores resultados de la infección.

Un patrón similar está surgiendo en Arizona. El 47% de todos los casos pertenecen al grupo de edad de 20 a 44 años. Sin embargo, a diferencia de Florida, el virus ahora ha llegado a poblaciones vulnerables. Estamos viendo que el número de pacientes ingresados en el hospital con covid-19 aumenta rápidamente, y hay un incremento preocupante en el número de personas con respiradores.

Las brasas de esos jóvenes han encontrado su forma de encenderse y han comenzado un incendio.

Debemos comenzar a prestar más atención al papel del grupo de edad menor de 40 años en la transmisión viral. Y tenemos que hacer esto pronto. Su alta movilidad y sus complejas redes sociales y de empleo brindan la oportunidad perfecta para que el virus continúe ardiendo en nuestras comunidades.

Necesitamos enfocar más esfuerzo en identificar completamente su papel en las cadenas de transmisión de infecciones asintomáticas y presintomáticas. Una de las muchas razones por las que esto es especialmente importante es que las universidades van a reabrir con diversos grados de capacidad en el otoño boreal, lo que pondrá las brasas de infecciones juveniles en las aulas, y no veo que esto termine bien.