Nota del editor: Holly Thomas es una escritora y editora británica que vive en Londres. Puedes seguirla en Twitter en @HolstaT. Las opiniones expresadas en este comentario son de la autora. Ver más opinión en CNNe.com/opinion.
(CNN) – “Desde el primer día de la organización del Adria Tour, hemos estado siguiendo las reglas y las medidas que han sido reguladas por la institución gubernamental y la institución de salud pública”, dijo Novak Djokovic la semana pasada, antes del comienzo en Croacia de Adria, un torneo benéfico de tenis. “Hemos pasado por todos estos procesos y el resultado fue increíble”, agregó.
Pero rápidamente, las cosas se volvieron menos sorprendentes el martes de esta semana, cuando el número uno del mundo anunció que él y su esposa Jelena habían dado positivo por coronavirus.
Djokovic es ahora el cuarto jugador de tenis en anunciar que está infectado con la enfermedad desde que participó en el torneo de los Balcanes, ahora cancelado.
“Todo lo que hicimos en el último mes, lo hicimos con un corazón puro e intenciones sinceras”, afirmó Djokovic en un comunicado este martes, disculpándose tras anunciar que estaba enfermo. “Nuestro torneo estaba destinado a unir y compartir un mensaje de solidaridad y compasión en toda la región”, agregó.
Pero queda demostrado que al covid-19 no le importa cuán puras sean las intenciones de nadie, y seguir las directrices de una región no es garantía de seguridad cuando se trata de un virus que aprovecha cualquier oportunidad para diseminarse, fuera del alcance de cualquier comprensión. Como demuestran los casos en ascenso en Estados Unidos y en países de todo el mundo, suponer que una actividad puede continuar como de costumbre puede tener consecuencias devastadoras.
A pesar de las críticas de otros tenistas estrella, Djokovic había destacado previamente la celebración del torneo, incluso cuando el covid-19 afecta a países de todo el mundo. Hizo hincapié en que las condiciones en Serbia y Croacia, donde se debían celebrar los partidos, eran muy diferentes a los lugares más afectados y, por lo tanto, era “muy difícil” pensar en los estándares internacionales.
Aunque él personalmente no hizo la comparación, la visión del evento fue más favorable que otras. Organizar un torneo benéfico podría parecer moralmente más excusable que, por ejemplo, hacer un acto político en un estado estadounidense de alto riesgo, en contra de las recomendaciones del propio consejo del coronavirus. Pero con esta visión o no, fue un evento que invitó a grandes multitudes a reunirse en medio de una pandemia y, por lo tanto, como puede parecer muy obvio para cualquiera que haya pasado los últimos meses encerrado en un país con tasas de mortalidad desorbitantes, poner a todos en peligro.
En una defensa limitada de Djokovic, la celebración del torneo no rompió ninguna regla. Aunque las gradas en el Centro de Tenis Novak en Belgrado estaban repletas en el primer partido a principios de este mes, Serbia ya había levantado la prohibición de las reuniones públicas al aire libre y el gobierno había recomendado que las personas se mantuvieran a un metro de distancia. Con base a esto, se podría argumentar que había pocas razones para preocuparse. El hecho de que se estuvieran siguiendo las “reglas y medidas” relativamente relajadas de Serbia, hizo que Djokovic pudiera eludir la responsabilidad de decidir si el evento era seguro. Algo que rápidamente hizo.
“También puedes criticarnos y decir que esto puede ser peligroso, pero no depende de mí hacer las llamadas sobre lo que está bien o mal para la salud”, dijo tras las críticas recibidas por la multitud que se abarrotó en el primer juego. “Estamos haciendo lo que el gobierno serbio nos está diciendo”.
Pero a medida que conocemos más y más, con frecuencia la relajación de las medidas rápidamente es seguida por otra oleada de infecciones. Países como China y Alemania han renovado las medidas de bloqueo en algunas áreas tras la aparición de nuevos casos, y en Estados Unidos los estados están experimentando registros máximos desde que se levantaron las restricciones.
Por todo lo que Djokovic argumentó, la situación parecía estar bien en los países en los que había planeado jugar, pero podría haber escuchado las señales de países como Suecia que durante un tiempo parecía que se estaba escapando con restricciones mínimas y ahora está sufriendo el aumento de las víctimas. Como dijo la estrella británica de tenis Dan Evans después de las pruebas a Grigor Dimitrov y Borna Coric, que dieron positivo durante la gira: “Eso -organizar un torneo de tenis con fiestas privadas para jugadores- es un mal ejemplo”.
No es solo el potencial del virus para resucitarse a sí mismo lo que los gobiernos, y los individuos, incluido Djokovic, calcularon mal. Una y otra vez, las cosas que el público -y los gobiernos- han creído ciertas sobre el coronavirus, demostraron ser erróneas.
Hace solo tres o cuatro meses, se suponía que la juventud podía estar a salvo en la gran mayoría de los casos. Ahora, las infecciones están aumentando entre las personas de entre 20 y 30 años, y la edad promedio de un paciente de covid-19 en Florida es de 36 años, frente a los 65 a principios de marzo. La creencia inicial de que los niños estaban relativamente seguros del virus se disipó a medida que se descubrieron más complicaciones potenciales, y la Organización Mundial de la Salud rechazó su recomendación inicial de no usar mascarillas faciales a menos que esté enfermo o cuide a los enfermos, alentando al público a usarlas donde sea que se propague el virus.
Djokovic ha dicho que “lamenta mucho todos los casos de infección” desde el abortado torneo Adria. Pero como ha demostrado el desastre, las buenas intenciones y el correcto uso de las recomendaciones no proporcionan inmunidad contra el coronavirus. A medida que muchos países continúan levantando las restricciones en todo el mundo y las poblaciones aisladas se adaptan a vidas menos agobiantes, harían bien en recordar el ejemplo del mejor jugador de tenis del mundo cuya carrera nunca ha estado tan amenazada gracias a su impaciencia por volver a la cancha.