Nota del editor: Stacey Abrams es fundadora de Fair Count y Fair Fight, y exintegante de la Cámara de Representantes de Georgia. America Ferrera es activista, actriz, directora, productora y cofundadora de Harness, una organización de defensa que nuclea a artistas en el cambio social. Las opiniones expresadas en esta columna son de las autoras. Ver más opiniones en CNNe.com/opinion
(CNN) – Tanto a nivel social como individual, los últimos meses han sido desalentadores pero esclarecedores. Agotadores, pero motivadores.
Mientras luchamos contra una pandemia, nos enfrentamos a la realidad de que el racismo en nuestro sistema de atención médica y justicia penal continúa paralizando las vidas de los negros en todo el país. Cuando escuchamos a personas de todo el mundo gritar Black Lives Matter, es el recordatorio constante de que estamos sufriendo. Estamos afligidos y, a veces, luchando por encontrar esperanza.
Los manifestantes en todo el país están abogando por erradicar las inequidades sistémicas que, por generaciones, han dejado a muchos atrás. Mientras protestamos en las calles y en nuestros lugares de trabajo, debemos aprovechar todos los elementos de nuestra democracia que puedan garantizar un cambio duradero para nuestras comunidades. Las manifestaciones expresan nuestros sentimientos colectivos de frustración y desesperación ante el sistema actual. Para promulgar y financiar el cambio que exigimos, las herramientas para el progreso son claras: votar en noviembre y hacer que nuestras comunidades sean contadas en el censo de 2020.
Votar y completar el censo puede parecer irrelevante dada la magnitud de los problemas que enfrentamos. Sin embargo, en una democracia, estos son los primeros pasos de un proceso a largo plazo que nos coloca en el camino hacia la justicia y la equidad, especialmente el censo. Cada diez años, la Constitución de Estados Unidos exige que contemos a todas las personas, independientemente de la ciudadanía. Un aspecto confirmado por la Corte Suprema en 2019.
Según a quiénes se incluye en el recuento, los datos recibidos se utilizan para asignar más de US$ 1,5 billones en fondos federales anualmente. Este dinero va a nuestros hospitales locales, escuelas y proyectos de infraestructura. Va a programas como Medicare, Medicaid y Head Start. El censo también se utiliza para delinear distritos políticos y zonas escolares. Incluso le indica a las empresas dónde hay oportunidades para el desarrollo económico y el crecimiento de la comunidad.
En resumen, el censo de 2020 dictará la próxima década de nuestras vidas de manera real y apremiante. No podemos dejar de destacar su importancia. Nadie debe subestimar su poder para impulsar cambios concretos y transformadores en las comunidades negras, morenas, indígenas e inmigrantes que históricamente no se cuentan.
Cuando no se nos cuenta, el dinero destinado a nuestra comunidad se va a otra parte. Piensen en las escuelas que son mejor financiadas en los vecindarios más ricos, mientras que las escuelas cercanas en comunidades de bajos ingresos luchan por satisfacer las necesidades de los estudiantes. La distribución de fondos para algunos de los programas destinados a cerrar estas brechas, desde la educación especial y las subvenciones financieras hasta el Programa Nacional de Almuerzos Escolares y Head Start, se basa en quién se cuenta y quién no.
Nuestros distritos políticos son muy parecidos. Si ciertas poblaciones no se incluyen en el recuento del censo, las líneas que determinan a quién podemos votar están sesgadas, y nos dividen de una manera que no refleja la verdadera diversidad de nuestras comunidades.
Las protestas actuales en nuestro país son el resultado directo de la frustración y la ira que se han acumulado con el tiempo a través de la privación de derechos políticos y los recursos inadecuados. El progreso es sobre el poder. El conteo insuficiente de estas comunidades ha resultado en la ausencia de una representación justa, poder político y recursos adecuados, razón por la cual debemos ser contados en el censo de 2020.
Desde ahora y hasta el 31 de octubre, el último día para responder las preguntas en línea, telefónicas y enviadas por correo para el censo, verán y escucharán mucha información errónea y tácticas contra el miedo. Ignórenla. Cualquier persona que viva en Estados Unidos a partir del 1 de abril de 2020 puede ser contada en el censo sin temor. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas no puede utilizar la información del censo contra las comunidades inmigrantes. Y la policía no puede usarlo contra los barrios negros y morenos. La información que proporciona en el censo es confidencial durante 72 años, y combinan los datos para que los funcionarios del gobierno no puedan encontrar su información personal. De hecho, es ilegal que un funcionario del gobierno intente hacerlo.
Cuando las comunidades negras y latinas no son contadas, le damos a las personas a cargo el permiso para ignorarnos tanto a nosotros como a nuestras necesidades. El censo de 2020 es una forma de recuperar nuestro poder: el poder de abogar por nosotros mismos y hacer que se escuchen nuestras voces. Aprovechemos ese poder para ser tenidos en cuenta.