Nota del editor: David Axelrod, comentarista político de CNN y presentador de “The Axe Files”, fue asesor principal del presidente Barack Obama y estratega jefe de las campañas presidenciales de 2008 y 2012 de Obama. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Ver más opinión en CNNe.com/opinion
(CNN) – El presidente de Estados Unidos tuvo un día ajetreado el jueves.
Comenzó admitiendo en la televisión que quiere bloquear los fondos de emergencia para el Servicio Postal de Estados Unidos y las autoridades electorales estatales porque teme que el voto por correo amenace su reelección.
Luego, casi exigió a su secretario de Justicia que presentara acusaciones por motivos políticos antes de las elecciones presidenciales para respaldar su teoría de la conspiración infundada sobre los orígenes de la investigación de Rusia.
(La primera acusación menor contra un exagente del FBI se anunció 24 horas después).
Y al final del día, el “Birther-in-Chief” se paró frente a un atril de la Casa Blanca y revivió fugazmente uno de sus famosos bulos, cuestionando si la senadora Kamala Harris, la orgullosa hija de inmigrantes nacida en Oakland, California, cumple con los estándares constitucionales para ser vicepresidenta. (No hay duda de que sí).
Otros 1.500 estadounidenses habían muerto el día antes de covid-19, la enfermedad que el presidente Donald Trump nos aseguró que desaparecerá. Solo el número de víctimas del miércoles eclipsó todas las muertes de covid -19 hasta la fecha en Japón, un país sobre el que el lunes el presidente insinuó falsamente que estaba mucho peor que Estados Unidos.
Es el covid-19, por supuesto, lo que ha provocado que muchos estadounidenses quieran votar por correo en lugar de arriesgar su salud y sus vidas en lugares de votación abarrotados. Las autoridades electorales locales están reportando dificultades incluso para reclutar trabajadores y jueces electorales para dirigir los distritos en noviembre.
Esta es la razón por la que los demócratas del Congreso están insistiendo en la ayuda de emergencia para el asediado Servicio Postal y para las agencias electorales estatales y locales que esperan verse inundadas de boletas por correo. Su temor, bien fundado, es que con el correo más lento, las boletas no lleguen a tiempo para ser contadas y millones de estadounidenses queden privados de sus derechos.
Esa preocupación se agravó el viernes cuando el Servicio Postal informó a muchos estados que no podían garantizar la entrega puntual de las boletas en este otoño boreal.
Las encuestas muestran que desde que el presidente comenzó a atacar la votación por correo, los republicanos han comenzado a rehuirla.
La mayoría de los votantes que dicen que planean votar por correo son demócratas. Los problemas con la entrega o el conteo de las boletas por correo recaerían más sobre Joe Biden, el candidato demócrata, que sobre el presidente. Una encuesta de Wisconsin la semana pasada mostró que el 81% de los que dijeron que votarían por correo lo harían por Biden. Solo el 14% dijo que votaría por Trump.
Durante meses, el presidente ha estado proclamando en voz alta, sin evidencia, que la votación por correo generalizada conduciría a un “fraude masivo”.
Es una perorata familiar.
En 2016, Trump desestimó su derrota de 3 millones de votos populares ante Hillary Clinton con tonterías similares. Un panel presidencial al que él encargó que investigue no encontró evidencia que respalde tales afirmaciones.
Ahora Trump, a la zaga en las encuestas, está adelantando los resultados de las elecciones, preparando lo que podría ser un invierno de litigios y confusión centrado en el conteo de las papeletas por correo. Pero las autoridades electorales estatales y los expertos no partidistas han sido claros: el riesgo de la votación por correo, que se ha practicado en Estados Unidos desde la Guerra Civil, no es un fraude. El riesgo es que el asediado Servicio Postal de EE.UU. pueda entregar las boletas a tiempo.
Y aquí, Trump parece decidido a estropear el trabajo.
Hace unos meses, el presidente instaló a uno de sus donantes millonarios, Louis DeJoy, como el nuevo director general de Correos, y DeJoy eligió este momento para hacer grandes recortes, terminar con el pago de horas extras y despedir a 23 altos ejecutivos con experiencia en el Servicio Postal, menos de cien días antes de la elección.
El Servicio Postal ha tenido problemas financieros durante mucho tiempo debido a la llegada del correo electrónico y la dura competencia de las empresas de envío. Pero el momento de estos cambios y la desaceleración resultante en la entrega de correo han levantado sospechas de que fue intencionado desde el principio.
En una entrevista con Fox News Business el jueves, el presidente eliminó todo misterio: “Ahora necesitan ese dinero para hacer que la oficina de correos funcione y pueda tomar todos estos millones y millones de papeletas … Pero si no se reciben esos 2 elementos (ayuda al Servicio Postal y asistencia electoral para los estados) eso significa que no puede tener votación universal por correo … “. Normalmente, un presidente consideraría que es su responsabilidad durante una pandemia hacer todo lo que esté a su alcance para garantizar que todos los votantes que quieran emitir su voto puedan hacerlo de manera segura.
No este presidente.
Cuando Kaitlan Collins de CNN le preguntó el jueves sobre los votantes que se sienten inseguros al votar en persona, Trump hizo a un lado sus preocupaciones. “Bueno, tendrán que sentirse seguros, y estarán a salvo, y nos aseguraremos de que estén a salvo”, dijo.
Los líderes del Congreso están presionando por un compromiso con la Casa Blanca sobre un plan de estímulo que permita la ayuda al Servicio Postal y las unidades electorales estatales y locales. En cambio, Trump literalmente está socavando al Servicio Postal para reforzar sus posibilidades de reelección.
Si el presidente Trump hubiera sido la mitad de ferviente en someter a covid-19 que en detener la votación por correo que el virus ha hecho más necesaria, Estados Unidos estaría en una posición mucho mejor hoy.