(CNN) –– Este miércoles, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo algo increíblemente peligroso.
Ante la pregunta de un periodista sobre QAnon, un grupo de conspiración que el FBI ha calificado como una potencial amenaza de terrorismo doméstico, Trump dijo lo siguiente:
“Bueno, no sé mucho sobre el movimiento, aparte de que entender que yo les agrado mucho, algo que aprecio. Pero no sé mucho sobre el movimiento. He oído que está ganando popularidad y por lo que oigo son personas que vigilan las calles de Portland… Cuando ven lo que sucedió en la ciudad de Nueva York en los últimos seis o siete meses, pero estaba comenzando hace incluso cuatro años cuando vine aquí. Casi cuatro años, ¿puedes creerlo?”.
“Estas son personas a las que no les gusta ver lo que sucede en lugares como Portland, y sitios como Chicago, Nueva York y otras ciudades y estados. Y he escuchado que estas son personas que aman nuestro país y simplemente no les gusta ver eso”.
Los comentarios de Trump ocurren pocos días después de que elogiara en Twitter a Laura Loomer ––una extremista de derecha que ha aceptado con orgullo que la llamen “islamofóbica”–– por su victoria en una primaria republicana en el distrito 21 de Florida. Y solo una semana después, Trump felicitó, nuevamente a través de Twitter, la victoria en la segunda vuelta de Marjorie Taylor Greene en el distrito 14 de Georgia. Greene ha apoyado abiertamente a QAnon y, entre otras cosas, ha advertido sobre una supuesta “invasión islámica” a raíz de las elecciones de 2018.
¿Con qué, específicamente, se está asociando Trump cuando dice cosas agradables sobre QAnon?, te preguntarás.
Se trata de una teoría de conspiración sin fundamento organizada en torno a la idea de que “Q”, un supuesto funcionario de alto nivel del gobierno que algunos creen es el propio Trump, está difundiendo pistas en foros de mensajes de internet sobre una serie de conspiraciones masivas de “estados profundo” en el país. Los seguidores de Q creen, entre otras cosas, que Trump fue reclutado por los militares para lanzarse a la presidencia en 2016 porque él por su cuenta no estaba comprometido con los agentes secretos del poder del mundo y podría romper el control que tienen sobre la sociedad estadounidense. También consideran que personas como Hillary Clinton serán detenidas en un arresto masivo por presuntos crímenes contra la sociedad. (Aunque QAnon no es responsable de la conspiración del Pizzagate ––la idea terrible e incorrecta de que Clinton y sus amigos estuvieron involucrados en una red de pedofilia en una pizzería en el noroeste de Washington–– existe una superposición considerable entre los dos grupos de creencias).
Esas creencias ––y las amenazas de violencia en internet que son comunes entre los partidarios de QAnon–– llevaron a Facebook este miércoles a implementar una serie de restricciones en miles de páginas y cuentas de Instagram vinculadas al grupo conspirativo.
QAnon es también mucho más que un grupo inofensivo de “trols” de internet que juegan a su propia versión política de “Dungeons and Dragons”. En junio de 2018, un hombre armado con un rifle bloqueó el tráfico en la presa Hoover exigiendo la publicación de un supuesto informe “secreto” de la Oficina del Inspector General que destaparía la sociedad secreta del “estado profundo” en el gobierno. Esa fue una teoría bastante promovida en los foros de mensajes de QAnon.
Trump ha estado “coqueteando” con QAnon durante algún tiempo, aunque no había ofrecido tal respaldo público antes de este miércoles. Ha retuiteado MUCHAS cuentas vinculadas a QAnon, y los seguidores del movimiento siempre revisan sus tuits y pronunciamientos públicos en busca de pruebas acerca de que les está enviando señales.
¿La explicación más simple para la voluntad de Trump por acoger a un grupo como QAnon? Le gusta cualquiera a quien él le agrade. Lo dijo el miércoles: “Bueno, no sé mucho sobre el movimiento, aparte de entender que les agrado mucho, lo cual aprecio”.
Trump tiene un largo historial de estar dispuesto a apoyar a quien lo respalde, sin importar cuán controvertida sea la opinión del individuo o del grupo. Demonios, Trump incluso titubeó al rechazar rotundamente el respaldo del líder del KKK, David Duke, durante la campaña de 2016.
“No sé nada de lo que estás hablando sobre el supremacismo blanco o los supremacistas blancos”, sostuvo Trump inicialmente cuando se le preguntó si rechazaría el apoyo de Duke. “Así que no lo sé. No lo sé, ¿él me apoyó o qué está pasando? Porque no sé nada sobre David Duke; no sé nada sobre supremacistas blancos”. Más tarde, Trump culpó a un auricular defectuoso por no poder escuchar la pregunta correctamente. Sí claro.
Incluso si aceptas que Trump realmente no tiene ni idea sobre QAnon y lo que el grupo cree, y simplemente está diciendo cosas agradables sobre las personas que destacan cosas buenas sobre él ––y esa es, POR MUCHO la explicación más caritativa aquí––, eso no perdona lo que hace aquí ni disminuye el peligro de sus palabras.
La presidencia es el cargo más poderoso del país, y quizás del mundo. Las palabras de un mandatario pueden sacudir los mercados. Las palabras de un presidente pueden cambiar el curso de una elección. Y las palabras de un jefe de Estado, en este caso, pueden proporcionar no solo una protección sino también un estímulo para un grupo que, nuevamente, ha sido designado como una amenaza potencial de terrorismo nacional nada menos que por el FBI.
El presidente de Estados Unidos ha dicho ahora que cree que un grupo de teóricos violentos de la conspiración son “personas que aman a nuestro país” y son una especie de antídoto contra las protestas y la violencia en las principales ciudades del país.
Eso es impresionante, incluso para Trump. Y es extremadamente peligroso porque envalentona a las personas que ya han demostrado su voluntad de actuar de manera violenta sobre sus locas teorías de conspiración. Extremadamente peligroso.